¡Feliz Navidad! con Nereydas y el Museo del Greco en concierto

Es cierto que los conciertos en el Museo tienen una resonancia diferente. El Greco, Vivaldi y Nereydas en un sólo espacio. ¿Qué más se puede pedir de un concierto de Navidad? Nereydas nos regaló una velada musical de altísimos vuelos y a la vez una entrañable celebración de Navidad en forma de música, con un programa elegante, equilibrado y, lo que es muy de agradecer, didáctico y ameno. La formación se presentó en formato pequeño a trío (violín, cello y clave), con un cuidadoso ensamblaje instrumental, donde respiraciones y miradas tejieron la magia de una noche veneciana en homenaje al Greco.

Quizá las sonatas de Antonio Vivaldi para violonchelo o violín y bajo continuo, que suponían el contenido programado del concierto, aunque después hubo muchas otras sorpresas agradables, no sean de lo más conocido entre la grandiosa producción del compositor veneciano. Sin embargo estas son obras de indudable calidad, en las que Vivaldi establece un diálogo entre el instrumento solista y el bajo continuo lleno de sorpresas, artificio y sobresaltos, dignos de quien, a día de hoy, sigue siendo uno de los compositores más interpretados de la historia.

El concierto comenzó con el protagonismo de la voz «humana» del cello, con un discurso amable y lamentoso en el largo de la Sonata I, que desarrolló ese sonido expansivo que define la interpretación de Guillermo Turina, quien supo cerrar esa misma sonata con espíritu esperanzador, vivo y noble en el allegro final. Su dinámico arco pintó magistralmente las luces y sombras de unas sonatas regias, pero a la vez intimistas, unas sonatas que, como dictaban las notas al programa, conservan «la habitual estructura del último barroco de alternar movimientos lentos y rápidos para mostrar los diversos afectos de las múltiples pasiones del alma».

El violoncelo barroco de Turina se vio perfectamente secundado desde el clave por la atentísima Eva del Campo , que respiraba y sonaba sosteniendo y ensalzando cada línea del cello, enriqueciendo el bajo continuo con interesantes enlaces y un control fascinante del tactus. Me encantó la ingravidez de su solo al clave en la introducción de uno de los extraordinarios bises, la «Suave Melodía», de Falconieri y, especialmente, cuando pareció desmelenarse en otro de los bises, el «Fandango» de Santiago de Murcia, quizá porque era difícil no dejarse llevar por el soberbio Javier Ulises Illán al violín, que supo transmitir con respeto y pulcritud el carácter de improvisación de este ritmo tan español. Illán, en una de sus intervenciones habladas, citó a compositores que han visitado el fandango galante como Scarlatti, el padre Antonio Soler, Mozart o Boccherini . Sorprendió a la audiencia la alta calidad de esta pieza y su conexión tan directa con el público, al que se le escapaba algún movimiento de baile en manos y pies.

La sonata quinta para violín y continuo dio paso al violín barroco en la interpretación de Javier Ulises Illán . Su faceta de director de orquesta, en la que se desenvuelve como pez en el agua, quizá nos ha privado últimamente de uno de sus perfiles más interesantes: el de violinista. Illán demostró virtuosismo y plasticidad, supo afrontar bruscos cambios de carácter musical y solventar fulminantes y rapidísimos pasajes de variolaje. Las escalas ascendentes y el control en la rapidísima Giga final tuvo el merecido premio del público que se deshizo en «bravos» y halagadores aplausos. Si Illán supo sacar lo mejor de Vivaldi también nos regaló su saber estar en piezas lentas y su lado más virtuoso en el ya mencionado fandango de Santiago de Murcia, donde el violín sonó en virtuosos pasajes con dobles y triples cuerdas, escalas, y un sinfín de efectos, entre los que destaco el de de hacerlo sonar como unas vivas castañuelas, al son percusión de un cello que hasta zapateaba el ritmo de fandango con los dedos.

Excelente el concierto de Navidad del Museo del Greco y extraordinario un público que lo siguió fascinado y con suma atención y que aplaudió a rabiar con ganas de que hubiera más.

Excelente también la colaboración entre el Museo del Greco, la Asociación de Amigos del Museo y Nereydas, que comparten la filosofía cultural, no de atesorar, sino de investigar, recuperar y compartir patrimonio, haciéndolo comprensible para que la belleza llegue a todo el mundo.

Nereydas , grupo que nació en Toledo ya hace unos años con la idea social, didáctica artística y musical de Javier Ulises Illán , lleva los valores de la toledanidad por donde quiera que va. El público toledano podrá compartir de nuevo cultura, música y alegría con el ensemble (esta vez con más instrumentistas y con voz) el próximo 4 de enero en el Concierto de Reyes en el Tetaro de Rojas; con anterioridad, el 29 de diciembre, también estarán en el Teatro Victoria de Talavera de la Reina.

Y como confidencia, pero ya algo público, hay que afirmar la proyección internacional de Nereydas con su inminente CD sobre Siface (las músicas que se pudieron oír en el pasado Festival Internacional de Música El Greco en Toledo ) y su participación ya programada en el Festival de Versalles (Francia), el más importante que hay sobre música antigua.

Dando cuenta de este concierto y estas noticias aprovecho para desear ¡Feliz Navidad! a todos.