Detenido por matar a su pareja ante sus dos hijos menores en el pueblo toledano de La Puebla de Almoradiel
Daniel, de 50 años, asestó dos puñaladas en el pecho a Liliana, de 43, con un cuchillo de cocina
Dani, el presunto asesino de Liliana (a la derecha)
El 17 de enero, Daniel Mateescu compartió un mensaje en su página de Facebook: «Busca tu media naranja que te ame, no media cebolla que te haga llorar, ni medio limón que te amargue la vida». Esta medianoche mataba con un cuchillo de cocina a ... su esposa, Liliana, rumana como él. Le asestaba dos puñaladas en el pecho . Ocurría en La Puebla de Almoradiel, al sureste de la provincia de Toledo, en el número 12 de la calle Viriato. En la casa, comprada y reformada por la pareja, sus dos hijos eran los únicos testigos, una niña y un niño menores de edad.
Luego Daniel, de 50 años, telefoneaba al servicio de emergencias 112 para contar el homicidio que acababa de cometer en su domicilio, situado solo a un centenar de metros del Centro de la Mujer, a la vuelta de la esquina. Pero ella no había presentado ninguna denuncia contra él por maltrato.
A sus 43 años, Liliana ya engrosaba la dolorosa lista de mujeres asesinadas por la violencia doméstica: la cuarta víctima mortal en lo que va de año; la número 1.037 desde el 1 de enero de 2003, cuando comenzó este funesto recuento oficial. Además de quedarse sin madre, sus hijos se sumaban, tristemente, a los 280 menores huérfanos por la violencia doméstica en los últimos 17 años. Un durísimo golpe para una niña de 14 años y un niño de 11 años, que necesitaron asistencia psicológica urgente, mientras que la Guardia Civil detenía a su padre.
Vivienda donde ha ocurrido el homicidio
Con las primeras luces del día, la consejera de Igualdad y portavoz del Gobierno de Castilla-La Mancha, Blanca Fernández, confirmaba que era un crimen machista. En su cuenta de Twitter, desvelaba también que los dos hijos habían presenciado el « horrendo crimen » de su madre. Y, en la misma red social, la ministra de Igualdad, Irene Montero, afirmaba: «Nos queremos vivas y no vamos a descansar hasta que nuestra sociedad acabe con las violencias machistas».
Liliana, que trabajó cuidando ancianos en el pueblo, contaba en sus redes sociales que el 8 de enero había comenzado un nuevo empleo en una empresa avícola. Daniel, por su parte, era empleado de la cooperativa Nuestra Señora del Egido, dedicada a la elaboración de mostos y vinos. Es la más grande de esta localidad manchega de 5.500 habitantes, donde la familia vivía hace años, por lo que el homicidio ha sido un mazazo.
Residían a 800 metros del Ayuntamiento, que este miércoles ha decretado tres días de luto oficial. Delante del edificio, decenas de vecinos se congregaban este mediodía en silencio para repudiar el homicidio. Y allí el delegado del Gobierno de España en Castilla-La Mancha, Francisco Tierraseca, lanzaba un mensaje: «Entre todas las administraciones debemos reforzar aún más todas las medidas que nos corresponden para evitar que se sigan produciendo asesinatos de violencia de género en nuestro país».
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