Las desigualdades
«Desigualdades Internacionales», por Rafael Díez de Salazar. Editorial Icaria. Barcelona, 2011
Las desigualdades
Nunca como ahora, argumenta el libro, existieron a la vez tanta riqueza y tanta pobreza. Y la crisis económica que sacude el mundo desde hace unos años lejos de diminuir esas desigualdades las está acrecentando.
Rafael Díaz Salazar es un prestigioso sociólogo castellano-manchego, natural ... de Daimiel (CRT) y profesor en la Universidad Complutense de Madrid. Entre sus libros anteriores podemos recordar: El Proyecto Gramsci (Anthropos, 1991); La izquierda y el cristianismo (Taurus, 1998); Redes de solidaridad internacional , (HOAC, 1996); Justicia global , (Icaria, 2002); Trabajadores precarios (HOAC, 2004); y España laica , (Espasa, 2008).
En esta última entrega, con las ventajas y las limitaciones de su extensión (menos de 100 páginas) Rafael nos desgrana una sucesión de datos y argumentos sobre la concentración de la riqueza, en las personas y en las empresas, y sobre los perfiles de quienes sufren la pobreza, que él cataloga en tres grandes categorías: parados, mujeres y hambrientos.
La segunda parte es más propositiva y en sus diferentes apartados el sociólogo nos habla de la necesidad de «una justicia global desde una nueva cultura civilizadora». Hace un repaso seguidamente por las distintas herramientas internacionales de lucha contra la pobreza (Ayuda al desarrollo, Comercio justo, Impuestos internacionales; reconocimiento y restitución de la deuda ecológica y políticas de desarme), analizando lo ya realizado y lo pendiente de conseguir en cada uno de esos ámbitos.
Pese a que Diaz Salazar es muy crítico con la acción de los Gobiernos, por su cortedad de miras y por su egoísmo, no deja por ello de hacer una llamada de atención a nuestras conciencias: «Cuando llegue el día en que para la mayoría de ciudadanos del Norte la pobreza y las desigualdades internacionales sean tan importantes como la sanidad y las pensiones (en sus países) se habrán empezado de verdad a resolver de verdad esos problemas».
En definitiva, que no basta con mirar para otro lado y esperar (como en tantas otras cosas) que el Gobierno, las ONGs u otros desbloqueen la situación sino que -junto a eso- es imprescindible nuestro compromiso personal para que podamos mirar a nuestro alrededor sin vergüenza y con un mínimo de dignidad.Alfonso González-Calero
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