Las Concepcionistas Franciscanas celebraron ayer la festividad de su fundadora, Santa Beatriz de Silva
El silencio del convento de las Concepcionistas Franciscanas de Toledo se vio ayer interrumpido para una ocasión especial: el Nuncio de Su Santidad el Papa en España, monseñor Monteiro de Castro, presidió una misa con motivo de la festividad de Santa Beatriz de Silva, una bella mujer que, por los celos de Isabel de Portugal, fue encerrada durante tres días en un cofre. Cuando salió viva de allí la Virgen le mandó fundar una orden. Y fue en Toledo.
Las concepcionistas franciscanas abrieron el pasado jueves las puertas de su convento de clausura a ABC para explicar los diversos actos religiosos que celebraron ayer en honor a su fundadora, Santa Beatriz de Silva, con motivo de su festividad. El Nuncio de Su Santidad el ... Papa en España, monseñor Manuel Monteiro de Castro, presidió a las siete de la tarde una santa misa.
Desde este convento de la ciudad se han preparado ya los actos de conmemoración del XXV aniversario de la canonización de la fundadora de esta orden religiosa. El 3 de octubre, fecha de este aniversario, el cardenal Francisco Álvarez bendecirá la misa de homenaje.
El pasado jueves por la tarde, las religiosas interrumpieron sus tareas habituales para recibir a este diario y fotografiarse junto a los restos de su fundadora, que se encuentran justo encima del altar de su capilla. Después mostraron el cofre en el que Beatriz de Silva fue encerrada por las envidias de la reina Isabel de Portugal.
Los silenciosos pasillos de este bello monumento toledano están presididos por un lienzo en el que se muestra a Santa Beatriz de Silva vestida de azul y blanco, como el manto de la Inmaculada Concepción. Beatriz era una hermosa mujer que, según antiguos historiadores, nació en Ceuta en el año 1424, aunque también hay quien certifica que el lugar donde la santa vino al mundo fue en Campo Mayor. Hija del caballero Ruy Gómez de Silva y de Isabel Meneses, era la segunda de cuatro hermanos. Con 23 años de edad, y a petición de Isabel de Portugal, Beatriz de Silva pasó a convertirse en la primera dama de la reina de Castilla. Pero el interés que la joven despertaba en la Corte por su belleza cambió radicalmente su vida.
LA APARICIÓN DE LA VIRGEN
Los celos de la mujer que la convirtió en su dama de confianza, provocaron que la reina de Castilla viese en Beatriz una rival. Por este motivo, Isabel de Portugal la encerró en un cofre durante tres días, un periodo en el que la hermosa dama, muy religiosa, no recibió ni alimento ni bebida. Lo que sí tuvo fue una excepcional aparición, la de la Virgen María, vestida de azul y blanco y con el Niño Jesús en brazos, quien le pidió que fundara en su honor la Orden de la Purísima Concepción, con el mismo hábito que ella llevaba. En ese momento, Beatriz le rogó que la librara de aquella prisión.
Fue entonces cuando al tercer día de cautiverio, el tío de Beatriz, Juan Meneses, la buscó por numerosos lugares. Tras no encontrarla, ordenó a Isabel de Castilla que librara a su sobrina del cautiverio. Pensando que estaría muerta, la reina accedió, pero para sorpresa de todos Beatriz de Silva estaba viva y aún más hermosa que cuando fue introducida en el cofre.
Después de este cautiverio, Beatriz de Silva solicitó salir de Tordesillas para, acompañada de dos doncellas, dirigirse a Toledo.
En la ciudad se instaló en el convento de Santo Domingo el Antiguo, donde permaneció 30 años, un periodo en que se aisló totalmente del mundo exterior; jamás enseñó su rostro completo a ningún hombre ni mujer, tan sólo a la reina Isabel la Católica. La reina se interesó por ayudar a aquella dama que años atrás la había mecido en la cuna.
La reina cedió a Beatriz diversos edificios y la capilla de Santa Fé. Aquí estuvo cinco años creando la Orden concepcionista. Tiempo después, y pensando que se había extraviado, la santa encontró en sus aposentos la bula papal que autorizaba oficialmente el nacimiento de la orden. Recuperó la sonrisa y hoy es recordada por su obra.
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