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Agustin Conde

En la muerte de Alberto Ezalburu

«No olvidaré jamás su eterna sonrisa y su mirada limpia. La sonrisa y la mirada de un hombre justo y bueno»

POR AGUSTÍN CONDE

Cuando Alberto Ezalburu heredó de su padre la finca Las Nieves, allí no había más que un montón de ruinas. En aquellos terrenos llegó a erigirse un cenobio de la Orden Dominica, pero el abandono de siglos terminó por echar a tierra la iglesia y ... el convento que un día habitaron los frailes. El padre de Alberto acondicionó algunas dependencias para su uso, pero el resto yacía en el suelo, abandonado e informe. Alberto no era hombre de hacer las cosas a medias. Cuando acometía una empresa la abordaba con una ilusión desbordante y un tesón admirable , y en los años ochenta del siglo pasado decidió que cada piedra se alzara de nuevo donde fue puesta muchos siglos antes. Parecía una quimera, pero Alberto jamás aceptó que nada fuera imposible.

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