Las posibles alternativas a los recortes del trasvase Tajo-Segura tras el dictamen del Consejo de Estado

De sobra son conocidas ya las posiciones de cada una de las partes con respecto a esta resolución en relación al trasvase. Por un lado, los gobernantes de Castilla-La Mancha han expresado su alegría por lo que esta decisión puede suponer para sus intereses, con una sentencia del Tribunal Supremo previa a su favor que avala la mejora de las condiciones del río Tajo.

Y, por otro lado, desde el Levante muestran, una vez más, su disconformidad con el dictamen aprobado por el Consejo de Estado. De hecho, los representantes del Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo Segura (Scrats) se preparan ya para una nueva protesta el 24 de enero ante el Palacio de la Moncloa en Madrid e incluso el presidente de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, amenaza con acudir a los tribunales.

Pero, más allá de estos cantos de sirena, los ciudadanos y, sobre todo los agricultores, de una y otra tierra lo que quieren es que se dé una solución clara y duradera a sus problemas. Esto es lo que defiende el hidrogeólogo Francisco Turrión, que cuenta con más de 30 de experiencia en la Confederación Hidrográfica del Segura y ofrece posibles alternativas a la dependencia del trasvase.

Según informa a ABC, «en la cuenca del río Segura hay una potencialidad tanto de agua desalada como de agua desalobrada en el Campo de Cartagena, así como aguas subterráneas y residuales».

Por eso, critica al Gobierno de España y al Ministerio para la Transición Ecológica, al que acusa de no haber explicado «cómo se puede suplir los caudales mermados por el cumplimiento de las sentencias para que los regadíos tradicionales y el trasvase del Tajo-Segura no sufran ni conlleven pérdidas de ingresos y de puestos de trabajo».

«La solución pasa, como se demostró durante el Gobierno socialista del presidente José Luis Rodríguez Zapatero y siendo ministra de Medio Ambiente Cristina Narbona, por abaratar el precio de la desalación con la mezcla de agua de las desaladoras con agua subterránea. Es decir, tenemos que pensar en un mix como hacemos con el coste la luz, con una tarifa única pero con orígenes diferentes», explica.

En su opinión, lo que faltaría es explicar a los regantes de Murcia y Alicante es que hay capacidad para transportar por los canales del trasvase agua que no proceda de la cabecera del río Tajo, sino de las desaladoras, de aguas subterráneas o una mezcla de ambas. «Todo ello, a un precio muy asequible y competitivo», apunta.

El hidrogeólogo lo compara con la alimentación de un bebé. «Al igual que un niño va creciendo, se va sustituyendo la leche materna por papilla en una transición gradual. Esto es lo que tendría que vender el Ministerio -señala-, en lugar de seguir con el mito de las aguas subterráneas y la sobreexplotación de acuíferos, cuando no tenemos en muchos casos puntos representativos de control, como exige la Directiva Marco del Agua».

De este modo, recuerda la sequía que se produjo entre 2005 y 2008, cuando se fue capaz de hacer una batería de pozos de sequía, que movilizaron 135 hectómetros cúbicos solo de aguas subterráneas. «Si esa cantidad se sumara al agua desalada, desalobrada y de otras procedencias, el trasvase Tajo-Segura no sería necesario», asegura.

Eso sí, aclara que hay que diferenciar dos conceptos distintos en cuanto al agua del que se dispone en el Levante: «Unos son los recursos renovables, es decir, la diferencia de lo que llueve menos lo que se evapotranspira, que una parte es la que va por el Segura. Sin embargo, desde los años 70 los estudios científicos han demostrado que hay otra parte que no van por el río, sino que se transfieren lateralmente a la cuenca del Júcar, a la del Guadalaquivir y también al mar Mediterráneo. De esta agua se puede aprovechar hasta 400 hectómetros cúbicos».

Francisco Turrión ya propuso en su momento la cantidad de unos 200 hectómetros cúbicos de agua en su informe 'La trama del agua en la cuenca del Segura', elaborado para Greenpeace en 2017, mientras que el Gobierno de España movilizó entre 2005 y 2008, durante la sequía, 135 hectómetros cúbicos. «Con estas cifras se podría suplir, perfectamente, el agua del trasvase del Tajo», subraya.

A ello se suman, por otro lado, según explica, las reservas hídricas subterráneas, que pueden oscilar, según los estudios del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), entre 60.000 y 100.000 hectómetros de agua embalsada. De hecho, destaca que «las cabeceras del Júcar y del propio Segura son de las zonas más ricas del país en este tipo de recursos».

«El problema -señala- es que esta agua no se ve, sino que se filtra en la tierra, pero no podemos insistir en la idea de que la única agua que existe es la que vemos, con obras lineales, infraestructuras y embalses, sin darse cuenta de lo que tenemos bajo nuestros pies. No podemos decir en la Península Ibérica, cuando hablamos de recursos hídricos, que existe solo el agua de los pantanos, puesto que en las Islas Baleares o en las Canarias se contemplan también los acuíferos, que aquí no se tienen en cuenta».

Pero, para ello, dice que son necesarias herramientas que permitan conocer la cantidad exacta que acumula un determinado acuífero de agua subterránea, «y no hacer trampas midiendo su nivel en pozos que están todo el día bombeando, lo cual incumple la Directiva Marco del Agua».

«Cuando a un agricultor de Murcia o del Levante se le enseña su propia agua, rica en cantidad y calidad, no tiene ningún capricho de reclamar la del río Tajo. Pero si eso no sucede, hacen creer que la única solución para su supervivencia es el agua transportada por un canal que viene de los embalses de Entrepeñas y Buendía», afirma Francisco Turrión, que cree que «en todas las guerras, como la del agua, la primera víctima es la verdad y el rigor científico».

Por eso, considera que ha habido muchas informaciones en la zona de Murcia y en la Vega Baja de Alicante que «no han contado toda la verdad, por ejemplo con las aguas subterráneas, precisamente para continuar con el discurso trasvasista, incluso reclamando en algún momento un trasvase de agua también procedente del río Ebro».

Además, el hidrogeólogo lamenta lamenta la «utilización» que se hace de este tema. «Entramos en año electoral y la guerra del agua se acentúa más entre los políticos que se juegan un puñado de votos por esta cuestión. Esto choca con una realidad que se ha dado en los últimos años: el trasvase es una infraestructura gestionada por el Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo Segura (Scrats), que tiene un sistema de distribución del agua que no quieren que se cambie», afirma.

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El problema, a su juicio, es que «en el Levante nunca se ha fomentado ni se ha hablado de la autosuficiencia hídrica, con estudios e investigaciones de universidades. Cuando a los agricultores y a la ciudadanía se les informa de los riesgos ambientales que supone llevar agua desde 300 kilómetros de distancia, no creo que se nieguen a otras soluciones más cercanas y factibles».

«El modus operandi y el statu quo actual del trasvase Tajo-Segura es el que es, pero hay que hacer ver que el interés general está por encima de ello y buscar alternativas, puesto que los caudales mermarán en el futuro por el beneficio lógico del caudal ecológico del río Tajo», concluye.