Los padres acusados de matar a sus bebés se enfrentan a la prisión permanente revisable

Por su parte, la defensa de los acusados alega una discapacidad intelectual de los padres para intentar lograr la libre absolución, rebajar la pena o sustituir la prisión por un centro de atención especializado. Ambos bebés murieron cuando tenían poco más de cuatro meses. En concreto, a los 131 días de nacer, según 'El Español'.

Los hechos sucedieron en un piso de la calle Mayor de Caudete, donde vivía la pareja. Germán es natural del municipio y su mujer procede de la vecina Elda. Omar, el mayor de los hijos, vino al mundo el 14 de septiembre de 2017. Según el escrito de acusación, aprovechando la privacidad que les proporcionaba el hogar familiar, los padres desatendieron al bebé, subiendo el volumen de la música cuando lloraba, dándole golpes y lanzándolo contra la sillita, provocándole arañazos y hematomas por todo el cuerpo.

En una de esas escenas de violencia recurrente le fracturaron la clavícula izquierda y en otra la cadera. Los padres no llevaron al bebé al médico y tampoco le suministraron ningún tipo de analgésicos ni calmantes. La madrugada del 20 de enero de 2018 le golpearon la cabeza contra una superficie dura no determinada, provocándole una fractura en el cráneo con hemorragia y edema cerebral. Aunque fue ingresado en el hospital de Albacete, el bebé falleció a los tres días de muerte cerebral. El Juzgado de Instrucción número 2 de Almansa abrió entonces un procedimiento penal para investigar los hechos.

El 18 de febrero de 2019, casi 13 meses después, nació Dylan, el segundo hijo, con el que repitieron el maltrato, golpeándolo y obligándole a comer en contra de su voluntad, provocándole vómitos. Una situación que trataban de disimular cuando llegaban los Servicios Sociales. Mientras, la madre de Germán les disuadía de ir al médico.

Los padres continuaron con las agresiones, llegando a fracturarle varias costillas, provocándole una insuficiencia respiratoria y rompiéndole el fémur. El 29 de junio de 2019, los acusados volvieron a pegarle, provocándole de nuevo la fractura de varias costillas, lo que le causó un hemotórax con colapso respiratorio e hipoxia que terminó por matar a Dylan.

Los abogados de la defensa expusieron este jueves que sus clientes tienen una inteligencia límite y que las lesiones que presentaron los bebés en las autopsias no fueron intencionadas en ningún caso, sino que se debían a «la falta de observación y de pericia en las normas más elementales de cuidado» por parte de los padres.

La defensa también critica que el Tribunal haya denegado la petición para hacer una prueba genética que determine si los bebés padecían algún tipo de enfermedad. «Sin realizar las pruebas genéticas no se puede descartar que los menores sufrieran algún tipo de patología», insistieron.

Respecto a la abuela paterna, afirmaron que nunca dijo a los padres que no llevarán a los bebés al médico y que, de creer que las lesiones eran intencionadas, «ella habría sido la primera en acudir al hospital y llamar a la Guardia Civil». Y lejos de ritos y curandería, añadieron que lo único que hacía era rezar, «como hace otra mucha gente».

El juicio continuará este viernes con los alegatos iniciales de las partes y el interrogatorio de los acusados.