El matrimonio que embotella el paisaje de las viñas centenarias de Garnacha de Méntrida
Alberto López y Manuela Campos son los herederos de una tradición vitivinícola y han creado el proyecto Almavid, con «vinos únicos y exclusivos» en ecológico en su bodega de Valmojado (Toledo)
Toledo
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Iniciar sesiónEn el norte de la provincia de Toledo, lindando ya con la Comunidad de Madrid y con la sierra de Gredos en la lontananza, es donde se asientan desde hace décadas la viñas viejas de las que salen los vinos Almavid. Unos vinos que, ... como su propio nombre indica, están hechos con alma, la que da la memoria y la herencia recibida de una tradición que ha pasado de generación en generación, desde hace un siglo, en el municipio toledano de Valmojado.
Esto es lo que se encuentra uno cuando prueba el fruto del trabajo de viticultor y enólogo Alberto López, una de las dos mitades de la Bodega López Campos, en la que la otra parte la pone su mujer, Manuela Campos. Este matrimonio heredó en 2012 las viñas viejas de Garnacha de la zona, que se encuentran a una altitud media de 670 metros con clima continental extremo, con el objetivo de elaborar «vinos únicos y exclusivos» en ecológico. No en vano, desde su fundación en 2012, Almavid ha obtenido numerosos premios y altas calificaciones en guías, revistas y catas a ciegas, como en la Guía Peñín o en International Wine Awards.
Atrás en el tiempo, recuerda Alberto López, queda la historia de sus abuelos, vitivinicultores de los que él aprendió los secretos de este mundo y que tenían sus propias viñas y bodegas, como mucha gente de la zona de Méntrida, denominación de origen a la que están acogidos ahora sus vinos. «Ellos cultivaban con el objetivo de elaborar el mejor vino posible, en bodegas caseras con equipos manuales y tinajas de barro, artesanía en estado puro», destaca.
Sin embargo, todo cambió en la década de los 60, cuando, con la industrialización del sector vitivinícola, dejaron de producir vino para vender la uva a las cooperativas. Pero fue el padre de Alberto, la segunda generación de esta saga y alma mater del proyecto Almavid, el que, con su esfuerzo, mantuvo y mejoró los tesoros en forma de viñas viejas de las que salen unos vinos que mantienen el sabor de antaño.
«Ahora nos toca a nosotros recuperar lo que hacían nuestros abuelos en sus inicios», afirma el responsable del proyecto López Campos, en Valmojado, donde empezaron en 2012 a elaborar vino en tan solo cuatro barricas, después pasaron a unas 12/15 y desde 2020 tienen su propia bodega, ya con tres vendimias a a sus espaldas.
Sus viñas viejas de Garnacha hunden sus ráices en unos suelos arenosos de origen granítico provenientes de la degradación de la sierra de Gredos con piedra en la superficie, ácidos, con poca cal, fondo arcilloso, profundos y especiales. Esto es lo que da solera a sus vinos, cuya elaboración, según reconoce, trabajan con la mínima intervención en la bodega de la uva tal como llega del campo y con una cuidada crianza que puede ir de los 3/4 meses a los 24 meses.
«El fin último es meter en la botella la esencia de nuestra tierra, captada por las raíces de nuestras vides», subraya Alberto López, que califica a sus vinos como «especiales, artesanos, autóctonos y ecológicos, que excitan los sentidos».
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