Jesús María, el empresario de las tragaperras asesinado en Manzanares: un hombre hecho a sí mismo y amante de los Rolling
sucesos
«Sabía compaginar el tiempo libre con el trabajo», resume su hermano Miguel
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Iniciar sesiónJesús María González Borrajo, el empresario asesinado en Manzanares (Ciudad Real) hace casi cuatro años, fue un niño que creció sin la figura paterna. Su progenitor, José, murió con cuarenta años debido a unas complicaciones cardíacas, cuando el pequeño no había soplado las ocho ... velas.
La familia vivía en Vitoria, donde Jesús no destacó por ser un extraordinario estudiante. «Era un niño normal», resume su hermano Miguel, siete años mayor que él.
El crío creció al abrigo de su madre, aunque Miguel cuenta que él asumió la figura paterna más tarde: «Salí de la vida militar, busqué un trabajo, me hice cargo de la casa y de Jesús. Había que sacar la familia adelante».
El futuro empresario creció y tuvo que tomar una decisión: estudiar o buscarse un oficio. «O te metías en una carrera universitaria, y entonces te ibas a Bilbao o a Deusto; o hacía falta mucha mano de obra y tenías que trabajar -rememora su hermano-. Eran otros tiempos y había otros valores. Había que trabajar para sacar adelante tu casa y para tener tu bicicleta, tu moto o tu coche».
Jesús consiguió un empleo siendo muy joven, en una época en la que «había mucha demanda en la construcción, por lo que se metió en ese mundo». Luego, con los años, llegaron las máquinas tragaperras, donde Jesús ganó dinero, aunque su hermano abrevia: «Era una persona normal».
«No tenía aficiones conocidas», afirma Miguel, si bien detalla segundos después que a Jesús le gustaban los coches «normales» y era seguidor de los Rolling Stones, «a los que iba a ver si iban a Madrid». «Sabía compaginar el tiempo libre con el trabajo», sintetiza.
«Era una buena persona que confiaba en la gente; prestaba dinero a quien lo necesitaba, para ayudarle, y yo creo que eso lo llevó a su desaparición«, deduce Miguel. «Cuando reclamó ese dinero [a Antonio Caba], ahí vino el problema que tuvo», sentencia su hermano.
Calcula que Jesús llevaba viviendo más de tres décadas en Manzanares, donde un veinteañero de Vitoria llegó de la mano de su hermano por trabajo. Sin embargo, «fue un hombre solitario», asegura Miguel, aunque tenía una pareja sentimental, Claudia, cuando desapareció con 57 años el 19 de junio de 2019. Pero, a día de hoy, «el único familiar directo que queda de Jesús», aclara su hermano, «soy yo».
Hallan restos óseos en un estrecho y profundo pozo de sondeo de Manzanares donde se busca al empresario desaparecido en 2019
Manuel MorenoLa Guardia Civil no ha confirmado por el momento si son de Jesús María González Borrajo, cuando el próximo 19 de junio se cumplirán cuatro años de su ausencia
Miguel está «agradecido» a Gaspar Rivera, el otro implicado en el crimen de su hermano, por haber dicho dónde estaban los restos de Jesús. «Si no, podríamos haber estado años buscándolo», especula Miguel, que maldice al involucrado, Antonio Caba, en la desaparición, el asesinato y el descuartizamiento de su hermano: «Es un demonio quien ha hecho eso; Caba es un demonio».
Miguel no sabe aún dónde enterrará los restos de su hermano cuando se los entreguen. «Estaba deseando que me comunicaran su hallazgo -recuerda-, pero me quedé sin fuerzas cuando me lo contaron». Y le viene a la memoria ese momento: el capitán y el brigada de la UCO, y una teniente de la Comandancia de Ciudad Real, le comunican personalmente que han encontrado un hueso después de seis durísimos días de trabajo infructuoso: «Parece que se te viene el mundo abajo, una sensación muy rara. Por un lado, es bueno, pero por otro... Es adaptarse».
Aunque llevaba viviendo más de la mitad de su vida en Manzanares, un pueblo manchego de 18.000 habitantes, su hermano dice que Jesús no se juntó con Antonio Caba hasta el año de su muerte. «Creo que comenzó a relacionarse con él tres meses antes de su muerte. Había unos pagarés y, justo cuando vencían, desapareció. Puede ser que lo conociera de antes, pero la amistad fue en esos tres meses últimos, cuando vencían los pagarés», hila Miguel. «Creo que fue un préstamo personal que Jesús le hizo y ahora estamos viendo el resultado», se lamenta su hermano.
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