La bodega de Ciudad Real puesta en marcha por un magnate y mecenas noruego que convierte sus vinos en obras de arte

Allí es donde la familia Seglem compró hace unos años la que es su casa de campo en España. Con doscientas hectáreas entre las sierras de Cazorla y Andújar, en el encuentro entre Castilla y Andalucía, descubrieron el lugar ideal para establecer el que probablemente será uno de los proyectos más originales en el mundo del vino: Finca La Ballestera.

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La autenticidad de estos vinos se debe a su carácter volcánico, una cualidad que los dota de una identidad única que profiere a sus tierras una elevada pedregosidad, textura arcillosa y alta mineralidad

La iniciativa consistía, ni más ni menos en unir sus dos grandes pasiones: el vino y el arte. De esta forma, no sólo trasladan allí una parte importante de su colección privada, sino que además durante la rehabilitación de la finca, ejercieron el mecenazgo con diferentes artistas que contribuyen a crear un entorno especial de arte en medio de la naturaleza con piezas creadas directamente en el propio lugar.

En la búsqueda de la máxima excelencia, los propietarios se rodearon de algunos de los mejores profesionales para elaborar sus propios vinos acorde a una viticultura ecológica, completamente artesanal y de precisión . Con un espacio destinado a la viña de apenas tres hectáreas, el terruño es cuidado con el máximo esmero, como si de una obra de arte se tratase.

Es esa pequeña parcela escogida la que verá crecer unas excelentes uvas de las variedades cabernet sauvignon, syrah y petit verdot, que darán vida a unos vinos complejos, profundos y equilibrados. Vinos que pretenden llegar al corazón, como arte que son.

Isabel Zafra es la enóloga y directora de La Ballestera y, según cuenta a ABC, es consciente de que tiene algo muy especial entre manos. «Cuando un vino se hace en altura, madura de manera más lenta. Las condiciones climáticas en altura son diferentes, y eso hace diferente a la uva. Por la noche, en altura las temperaturas son más bajas, lo que ralentiza su maduración», señala.

Otro factor diferencial en Finca La Ballestera son sus botellas, que son verdaderas obras de arte plasmadas en vidrio. «Cada botella se pinta individualmente, como un cuadro. Se lo encargamos a artistas locales», detalla la responsable de la bodega, que informa de que elaboran dos vinos tintos, uno de 0,75 centilitros y el otro de litro y medio, en formato magnum, ambos acogidos a la IGP (Indicación Geográfica Protegida) Vino de la Tierra de Castilla.

La Ballestera Club de la Barrica es un vino con crianza y coupage de las variedades petit verdot, syrah y cabernet sauvignon, que se caracteriza por su color cereza oscuro con aromas a especias dulces, hierbas secas, terroso, fruta negra y fruta madura, mientras que en boca se muestra especiado y con taninos maduros.

Por su parte, La Ballestera Tinto Guarda Magnum es un vino tinto con crianza en el que destaca la variedad petit verdot en un 70%, acompañado de cabernet sauvignon (15%) y syrah (15%). De color cereza brillante, posee aromas a especias dulces, chocolate, fruta madura y fruta confitada, mientras que en boca es especiado con taninos maduros.

Se trata de vinos de autor elaborados en ediciones limitadas y numeradas de apenas tres mil botellas, explica Zafra, que recuerda que, con el objetivo de crear una obra de la máxima exclusividad, el estudio del diseñador Valentín Iglesias planteó una botella cuya gráfica inicial es solo el punto de partida para realizar una intervención artística posterior. Por eso, concluye: «Nuestros vinos merecían una presentación a la altura del contenido».