«Acoger a un niño es una montaña rusa, pero te montas, y ya no quieres bajar»
Las familias acogedoras piden a la administración más recursos, personal y que «se nos tenga en cuenta»
En Castilla-La Mancha hay 450 niños repartidos en 54 hogares de protección
Ábalos y Koldo declaran ante el juez, en directo: última hora desde el Tribunal Supremo hoy

Las Cortes de Castilla-La Mancha se han inundado este miércoles del amor más puro, ese que se da desinteresadamente a sabiendas de que será duro y complicado. Un grupo de padres y madres acogedores y menores acogidos han llevado a los escaños del salón de plenos unos testimonios que reflejan cómo «se ponen los hogares patas arriba» y los sentimientos a flor de piel con la experiencia; tanto, que las lágrimas han brotado hasta de 'sus señorías' presentes en un acto organizado por la Asociación de Familias de Acogida de Castilla-La Mancha (Asofacam), que preside Dionisia Segovia, y al que ha asistido el presidente de las Cortes, Pablo Bellido.
«Mi caso fue abrir las puertas de mi casa a una pequeña de 5 años; de eso hace 11 meses y mi hogar se ha puesto patas arriba. Llevaba tres años hablando de ello con mi marido y preparando a mis hijos, y esperando el momento de tener no solo estabilidad económica sino emocional», ha contado Inmaculada Tello Díaz-Maroto, madre acogedora de la provincia de Guadalajara. Llegó su pequeña y «todo fue una montaña rusa de emociones, pero ha merecido la pena».
Familia biológica
Los ojos se le llenan de lágrimas cuando recuerda que «quedamos para conocerla un miércoles y la madre biológica nos hizo la presentación». «¿Me puedo ir contigo a casa?», le preguntó la niña, pero hubo que esperar en un proceso que requiere de «mucha paciencia» para lograr engranar la vida de dos familias y que «nadie se sienta herido». Y el cuidado, el cariño y la protección culminaron un día con esta frase: «En cuanto llegue al centro de acogida, voy a decirle a mis compañeros la suerte que he tenido porque he conseguido una de las mejores familias». Por eso se emociona Inmaculada, la madre acogedora, que reitera que «la acogida familiar es una montaña rusa, pero te montas, y ya no quieres bajar».
Una experiencia emocional fuerte también vivió y sigue viviendo Juan Guillermo Clemente Sánchez, de la provincia de Albacete. Ser una familia de acogida externa extensa -como es su caso- significa ser abuelo o tío de un niño y atender las necesidades que los padres no pueden cubrir. «Ese vínculo familiar ayuda a la hora de ofrecerles a los niños apoyo, cariño y estabilidad en un momento difícil, evitar que los hermanos sean separados y puedan así conservar sus raíces e identidad». Estas situaciones generan también «tensiones intrafamiliares muy difíciles -añade-, que afrontamos para poder mantener el equilibrio económico y familiar, pero que requieren de apoyo porque tenemos que hacer malabares en el cuidado del menor».
Según señala Juan Guillermo Clemente, para que todo llegue a buen puerto se necesita una coordinación real de los profesionales de los servicios, mayor acompañamiento y objetivos concretos porque «cada niño es un mundo»; y se le quiebra la voz cuando dice que «estos niños muchas veces nos dan más amor y más entrega, más lecciones de vida, que los del entorno normalizado».

De Mora (Toledo) llegaron ayer al Parlamento Remedios Vázquez y su hijo, que se empeñó en hablar el primero: «¡Mi familia es la mejor de todas. Estoy contentísimo. Gracias!». «Él es el protagonista de esta historia de amor y lealtal», dijo la madre, quien puntualizó que «nos eligió para ser su familia», adonde llegó con dos años y medio de edad «envuelto en dificultades, limitaciones, miedo, desamparo y en modo supervivencia» después de un año en una casa de acogida». Hoy, el joven «es la alegría personificada». «¿Qué habría pasado si hubiera crecido sin familia», se pregunta Remedios. Toma de nuevo la palabra el hijo: «es importante que los niños puedan tener familia y llevarles al colegio para que aprendan el inglés». Al final del acto, la consejera de Bienestar Social, Bárbara García Torijano, sentencia divertida: «Claro que sí, Francisco, es importante aprender inglés, ir al colegio y ser feliz».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete