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Un vino de Albacete, «Viña La Ceja», oro en el Concurso de Bruselas

Está elaborado con 50% garnacha tintorera y el otro 50% con bobal, las dos variedades autóctonas de la comarca de La Manchuela

Viñedo de la bodega «Cien y Pico», en la comarca de La Manchuela ABC

M. CEBRIÁN

Hace poco más de una década comenzaron las andanzas de cuatro «caballeros errantes» apasionados por el vino, como así se denominan. Un español de Albacete, Luis Jiménez; un italiano, Nicola Tucci; una búlgara, Elena Golakova, y un australiano, Zar Brooks, -y no es un chiste- se juntaron con una clara misión: salvar las cepas más viejas de las variedades de uva autóctonas de la comarca de La Manchuela (situada entre las provincias de Cuenca y Albacete), como son la garnacha tintorera y la bobal, y ya de paso elaborar un vino de excelente calidad con ellas.

Esta misión, en la que se embarcaron cual Quijotes, dio como resultado el proyecto enológico «Cien y Pico» , bodega con sede en Mahora (Albacete) , cuyo nombre fue ideado por Nicola Tucci para referirse a la edad de las cepas viejas con las que trabajan en La Manchuela. Un trabajo que les ha servido para que sus ricos vinos elaborados con garnacha tintorera y bobal sean reconocidos incluso allende los mares, llegando a Australia, Canadá, Hong Kong, Estados Unidos, Reino Unido y el resto de Europa. El último de estos reconocimientos ha sido la medalla de oro conseguida por su vino «Viña La Ceja» en el prestigioso Concurso Mundial de Bruselas 2017, celebrado este mes de mayo en Valladolid.

«Viña La Ceja» es el vino más económico de la bodega y está elaborado con 50% garnacha tintorera y el otro 50% con bobal , las dos variedades autóctonas de la comarca de La Manchuela, que ensamblan perfectamente tras un paso de 4 a 6 meses en barrica para dar lugar a un vino de calidad. «Es un ejemplo perfecto de lo que se considera un vino jugoso, afrutado y redondo. Está lleno de recuerdos dulzones como la mermelada de frutos rojos o la ciruela. Un vino de calor, de madurez, pero que mantiene un equilibrio envidiable y un final muy agradable en boca», explica a ABC Luis Jiménez, uno de los creadores de «Cien y Pico».

La bodega posee cuatro viñedos en la meseta de La Manchuela, cultivados en vaso, la forma tradicional de cultivar estas variedades de uva, que se asientan sobre suelos calcáreos a unos 1.000 metros de altitud y con escasas lluvias, algo que aporta a sus vinos un importante potencial. Es por eso que Luis Jiménez no entiende la «barbarie que se está haciendo en Castilla-La Mancha con el arranque de viñedo en detrimento de viñedos de espaldera de alta producción con variedades de fuera, como la cabernet sauvignon o la merlot, entre otras». Esto demuestra la lucha de estos Quijotes de «Cien y Pico», que se enfrentan a gigantes, que no molinos.

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