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Los pequeños superhéroes se conjuran contra el coronavirus

Los niños, después de más de 40 días encerrados en sus casas, se preparan para salir a la calle con sus padres tras el levantamiento gradual del confinamiento

Última hora del coronavirus

Manuela, disfrazada de superheroína, contempla la calle desde el balcón de su casa, su único desahogo M. Cebrián
Mariano Cebrián

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«Papá, mamá, esta noche he soñado con mi profesora Charo y con mis compañeros de clase. Nos íbamos de excursión a un parque con animales». Este es el último sueño que recuerda Manuela, una niña de 6 años que, como todos, lleva más de un mes encerrada en su piso de Toledo. La causa: el confinamiento obligado por el estado de alarma decretado por el Gobierno de España en la noche del 14 de marzo.

Ese mismo día por la mañana fue la última vez que la pequeña salió a montar en bicicleta con su padre. Desde entonces no ha vuelto a pisar la calle y, aunque ella lo desconoce, quizá el próximo domingo pueda volver a salir acompañada de alguno de sus progenitores. Esa es la fecha, el 26 de abril , que el Gobierno ha fijado para levantar el confinamiento de manera limitada para los menores de 14 años.

Mientras tanto, Manuela, a la que le encanta disfrazarse y ponerse su capa y su antifaz de superheroína, se prepara para luchar contra el Covid-19. De esta guisa sale al balcón de su casa, un desahogo para escapar de este encierro, y dice a sus padres: «Si me pongo fuerte y grito alto, el coronavirus quizá se vaya».

Deseos y anhelos que son compartidos por todos los niños que, por culpa de este maldito virus, se han visto privados de cosas tan esenciales para ellos como correr, saltar, montar en bicicleta o jugar con sus amigos. Ahora, a través de los sueños, reviven cosas tan triviales como las que hacían en un día cualquiera antes de la cuarentena.

Unos sueños que sus padres intentan hacer realidad, aunque algunas veces es difícil. Y más cuando el teletrabajo y las tareas domésticas se mezclan con las ganas de correr y saltar por los sillones y las camas, otros de los grandes damnificados de este confinamiento.

«Me gustaría ser Spiderman para ir por los tejados. Echo mis telerañas y así no me caigo». Así habla Ángel (de 5 años), otro pequeño superhéroe toledano y protagonista de uno de los relatos que aparecerá publicado en el libro «Covid-19» , de la colección «Lapsus de Toledo» en la editorial Ledoria. En él se podrán comprobar las grandes dosis de imaginación que lo caracterizan, un superpoder que se está agudizando cuanto más larga se hace la espera por salir a la calle.

Sin embargo, a Angelillo, como le llaman sus padres, no le queda más remedio estos días que quitarse su disfraz de Spiderman y bajar de los tejados para ayudar en las tareas domésticas. «No me gusta tener que limpiar en casa ni que mi madre me mande a todas horas. Para que no tengamos el coronavirus hay que quedarse en casa y hay que lavarse las manos a todas todas horas como un cocinero», se queja.

En cualquier caso, siempre hay momentos para la diversión, y Ángel los aprovecha al máximo, bien jugando a la Play Station de Lego Star Wars III, haciendo coches de Lego con papá o liándose a tiros, como hacían los vaqueros en el Oeste, con mamá, a la que le echa en cara que no le dé ni un dulcecito. Aunque dice que está bien en casa y no echa de menos el colegio, tiene ganas de salir a la calle, algo que no puede hacer por el coronavirus, «una bola con patas», como él lo llama.

Mireia y Naiara juegan a un juego de mesa en el salón de su casa Lorena S.

Más mayores que Manuela y Ángel, pero igual de aburridas de esta situación, son Naiara (de 7 años) y Mireia (de 11 años casi recién cumplidos). En su casa de la localidad de Argés -a poco más de 10 kilómetros de la ciudad de Toledo-, estas dos hermanas se han acostumbrado a la rutina diaria que ha marcado el coronavirus en muchos hogares.

«La jornada empieza un poco más tarde que de costumbre, pero después de desayunar y asearse vienen las tareas del colegio», cuenta su padre. Él es el encargado de compaginar el teletrabajo por las mañanas con la atención a sus dos hijas, ya que a su madre no le queda otra que tener que desplazarse a su puesto de trabajo en un hipermercado.

«Me ha sorprendido gratamente cómo se están comportando después de tanto tiempo sin salir de casa», alaba el padre, aunque reconoce que «hay momentos buenos y otros no tan buenos». Debido a la diferencia de edad de las dos hermanas, cada una lleva sus ritmos y cada una tiene su carácter. Naiara, por ejemplo, echa más de menos el colegio y a sus amigos, mientras que Mireia no tanto porque dice que, estando en casa, tiene menos deberes escolares.

En lo que sí están de acuerdo ambas es en sus ganas de salir de casa. Naiara dice que lo primero que hará cuando pueda pisar la calle será montar en bicicleta y Mireia dar un paseo en patinete. A la espera de ese momento, se tienen que conformar con compartir otros entretenimientos como los juegos de mesa o los videojuegos.

Afortunadamente, las hermanas pueden disfrutar de algunos ratos en el patio de su casa. En este pequeño recinto, ahora un gran espacio, pueden dar rienda suelta a su imaginación y desentumecer los músculos, algo muy necesario para ellas, porque, antes del confinamiento, las dos iban juntas a clase de kárate. Ahora Mireia, que también echa de menos el fútbol, puede aprovechar para seguir dando unas patadas al balón.

Sus padres hablan mucho con las niñas y les han explicado por qué no pueden salir de casa todavía, pero se muestran cautos ante la decisión del Gobierno de España de dejar salir a los niños. «Como no está definido cómo se podrá hacer, aún no les damos falsas esperanzas. Eso sí, tenemos claro que, si hay cualquier riesgo, no saldremos a la calle aún».

Las dos hermanas disfrutan de su patio siempre que el tiempo se lo permite Lorena S.

Para ayudar a las familias ante esta complicada situación, el Centro Lazos emite en directo en su canal de Youtube -los lunes y los miércoles a partir de las 20.15 horas- una charla para asesorar a todo aquel que esté interesado. La encargada de dirigir este grupo interactivo es Ana Sánchez Muñoz , directora y fundadora de este espacio en Toledo conformado por un grupo de psicólogos y pedagogos especializados en la infancia y la paternidad.

«El confinamiento nos está afectando a todos, a nivel personal, emocionalmente», asegura Sánchez Muñoz, que achaca esta reacción a la gran cantidad de tiempo que estamos pasando juntos en los hogares. La parte positiva, señala, es que «estamos disfrutando mucho en familia, tanto de los niños como en pareja, algo que no podemos hacer en nuestra vida normal».

Aun así, la psicóloga y pedagoga aconseja a los padres «tirar un poco del freno», ya que tienen que intervenir en muchos enfados que los niños están teniendo debido a esta situación. «Eso, y mucha imaginación para entretener a sus hijos, que estos días están aprendiendo también muchas cosas de cocina, nuevos juegos y tareas que están haciendo en casa».

No obstante, la especialista en infancia y paternidad aboga por hablar mucho con los menores y concienciarlos de esta situación. «Después de tanto tiempo encerrados y, sabiendo que existe un problema llamado coronavirus que no les deja salir de casa, en algunos casos pueden tener un cierto temor a volver a la calle», apunta.

Pero ese momento llegará y ella cree que será necesario tener mucho tacto para hacerles entender que, de momento, no van a poder hacer muchas de las cosas que hacían antes, como ir a un parque, al colegio u otros espacios públicos. Para Sánchez Muñoz, «va a ser muy duro que un niño se encuentre a un amigo y no lo pueda abrazar ni besar, ni siquiera jugar juntos». Por suerte, aún les queda el mundo de los sueños para poder conseguir lo imposible.

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