Un paseo virtual por la Venta de Borondo, donde Don Quijote fue nombrado caballero

Si hoy el Caballero de la Triste Figura quisiera visitarla, se la encontraría vacía o lo tendría que hacer embozado con una mascarilla para evitar contagiarse de coronavirus. Sin embargo, tendrá otra forma de hacerlo, aunque sea de forma virtual, gracias al trabajo que están desarrollando la Asociación Cultural Venta de Borondo y Patrimonio Manchego . El presidente de esta organización, David Cejudo, ha contado a ABC que estos días se encuentran preparando un vídeo en formato documental para divulgar la historia y la arquitectura de este edificio.

Durante los últimos meses, según explica, se ha trabajado en la configuración de un guión que se comenzó a plasmar en imágenes el pasado fin de semana, utilizando sus propios medios. Una vez terminada, previsiblemente antes de fin de año, se ofertará a través de la web de la asociación, https://ventadeborondo.wordpress.com/ , y de sus redes sociales. El objetivo es acercar esta particular construcción al máximo número de personas, independientemente de la distancia que le separe de Daimiel, proporcionando, a la par, un interesante material didáctico para utilizar en centros educativos, algo que han hecho también mediante un concurso o con la realización de podcast .

Situada en el límite de los términos municipales de Almagro, Manzanares y Daimiel, en la provincia de Ciudad Real, aunque perteneciente a este municipio, la Venta de Borondo o de la Pardilla era utilizada hasta hace poco como casa de labor y segunda residencia de sus propietarios. Construida en el siglo XVI en el camino de Córdoba a Toledo, esta venta debió de alojar en más de una ocasión a Miguel de Cervantes cuando, trabajando como aprovisionador de aceite, trigo y cebada para la Armada Invencible, primero, y como recaudador en años siguientes, tuvo que patearse cientos de kilómetros por La Mancha y Andalucía.

La de Borondo, a diferencia de otras, tiene cierto aire de castillo con sus altos muros encalados y su torreón en uno de sus ángulos. Su aspecto debió de impresionar a Cervantes, que en la imaginación de Don Quijote dibujó «un castillo con sus cuatro torres y chapiteles de luciente plata, sin faltarle su puente levadiza y honda cava, con todos aquellos adherentes que semejantes castillos se pintan».

Cuatro siglos después de que se escribieran estas líneas, la Venta de Borondo es uno de los pocos edificios de este tipo que se conservan y sigue presentándose ante los ojos de quienes se acercan a ella (carretera de Bolaños de Calatrava a Manzanares, kilómetro 7,200), como una construcción de planta rectangular, con dos plantas, un torreón en la esquina suroeste y tres patios, uno central de distribución que aún conserva un pozo con brocal y un abrevadero, todo en piedra labrada y con una fachada plateresca.

Sin embargo, a pesar de los arreglos de los desperfectos en el edificio, sobre todo en la torre, que le llevó a entrar en la Lista Roja del Patrimonio de «Hispania Nostra» , el futuro de este edificio sigue estando en peligro, si no se actúa, debido al estado que presentan algunas de sus partes. Para luchar contra ello y con la intención de concienciar a la sociedad de su importancia, es cómo en 2016 nació en Daimiel la Asociación Cultural Venta de Borondo y Patrimonio Manchego, que sigue reclamando una «mayor atención» para este edificio declarado BIC en la categoría de «monumento».

«Este año teníamos unas expectativas altas para hacer más cosas, pero la pandemia lo ha desbaratado todo», se lamenta el presidente de la asociación, que recuerda que tienen el compromiso del Ayuntamiento de Daimiel para adquirir el edificio. De momento, la venta sigue en manos de sus propietarios, pero el consistorio daimieleño lleva un año y medio con trámites burocráticos para comprárselo.

Una actuación que puede desencadenar una actuación más amplia en la Venta de Borondo, ya que ello posibilitaría que la Diputación Provincial de Ciudad Real se implicara con ayudas públicas para su arreglo y para el desarrollo de actividades. Aun así, David Cejudo echa en falta una mayor implicación por parte de la Junta de Comunidades porque, en su opinión, «ha puesto muchas reticencias por tratarse de un propiedad privada, pero al tratarse de un edificio declarado BIC por el Gobierno de Castilla-La Mancha , y dada su relación con El Quijote, podrían hacer algo más». Mientras tanto, habrá que conformarse con visitarla, aunque sea de manera virtual.