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La historia del siglo XIV tras la cocina del bar Soria

Un muro de la iglesia de San Andrés, que se creía desaparecida desde el siglo XIX, ha aparecido en las tareas de demolición

Vista del interior de la parroquia de San Andrés. Por Valentín Carderera y Solano, hacia 1837.. Fundación Lázaro Galdiano

P. BIOSCA

Las redes sociales bullían con el descubrimiento: la demolición del mítico Bar Soria , en el centro de la capital alcarreña, había descubierto parte de lo que parecía ser el muro de la iglesia mudéjar de San Andrés, que se creía desaparecida desde el siglo XIX. Y además el hallazgo ocurría justo el día en el que el santoral rinde homenaje al santo que le daba nombre, el 30 de noviembre. «¡El milagro de San Andrés!», decían algunos comentarios al hacer pública la noticia el estudio al que pertenece el director del control arqueológico de la obra, Ildefonso Ramírez , quien inmediatamente avisó a la Consejería de Cultura para dar cuenta del descubrimiento fortuito pero no tan inesperado. Porque Guadalajara esconde aún bajo sus plazas y entre sus edificios restos de su esplendor medieval, destruido casi en su totalidad en los años de bonanza y reforma del siglo XIX , en los años dorados de la Hispano Suiza.

El hallazgo ocurría sobre las cinco de la tarde. «Desde el tejado ya se observaba que el muro era más ancho de lo normal para la época, el racionalismo de los años 30», apunta Ramírez, que explica que su trabajo consistía en revisar que si aparecían (como finalmente ha pasado) restos arqueológicos de valor. A a pesar de que a priori, el bar Soria no tenía catalogación especial, la zona, el centro neurálgico del medievo alcarreño, podía hacer pensar que se encontrarían restos de siglos pasados como había ocurrido en anteriores ocasiones, y por ello la Junta decretó que un arqueólogo examinase las obras. A esa hora, los operarios se afanaban por desmantelar la campana extractora que tantos humos vio pasar en el bar, y, al caer, deja al descubierto uno de los arcos . «En ese momento se comunica a la Junta y ésta toma la decisión de que los únicos trabajos que se pueden llevar a cabo es el picado de la fachada para poder hacer la lectura de paramentos».

Los arcos aparecidos tras la demolición ABC

Es decir, paralizar la demolición y dejar al descubierto con mucho mimo el verdadero potencial de ese muro que estaba integrado dentro de una planta de tres naves y construido sobre 1338, tal y como apuntaba el historiador José Luis García de Paz en su libro « Patrimonio desaparecido de Guadalajara ». Una de las iglesias más antiguas de la ciudad y centro neurálgico (al igual que su edificio posterior, el bar Soria) medieval en una zona en la que se concentran un gran número de iglesias y el mayor patrimonio histórico de la ciudad.

San Andrés, calle arriba

«Algunos expertos pensaban que San Andrés se podría haber ubicado más arriba de la calle Mayor», continúa el director arqueológico de la obra, que afirma que ya se puede decir que los restos pertenecen inequívocamente a esta iglesia , en concreto al hastial occidental. «No descartamos que se pueda encontrar una entrada, ya que esta es la pared más lejana al altar », continúa Ramírez, que dice que la siguiente «sorpresa» puede venir por la altura del hallazgo. Compara la forma de San Andrés al de la Concatedral, con una entrada principal en uno de los laterales, al estilo mudéjar de la época que lució Guadalajara hasta el siglo XIX.

¿Y por qué se decidió construir un edificio destinado a un bar sobre los restos de una iglesia medieval? Ramírez lo explica: «A principios del siglo XX, aunque ya existía el hormigón y el hierro en las construcciones, había escasez de materia prima, por lo que se aprovechaba todo. Supongo que quien diseñó la obra del bar Soria pensó que, en vez de hacer cuatro muros nuevos, se podrían hacer tres y aprovechar el cuarto de San Andrés como muro de carga» . Este es el motivo de que estos restos presenten bastantes daños , ya que entre sus ladrillos fueron empotrados todo el cableado de la luz del establecimiento, las baldosas de las cocinas e incluso las vigas de madera que sujetaban el edificio (amén de haber soportado la actividad de una cocina de un bar durante varias décadas).

Ahora los trabajos se centrarán en recuperar lo máximo posible de los restos, que Ramírez no descarta que se prolonguen por detrás del edificio anexo. «Como es otro constructor quien ideó la obra, no se puede saber a ciencia cierta. Pero desde ahora, si se quieren reformar los edificios colindantes, habrá que tener especial cuidado». El director arqueológico explica que los trabajos previsiblemente concluirán el próximo viernes . Después, Patrimonio tendrá que emitir un informe detallado de lo que se ha encontrado y su conservación, declararlo Bien Protegido y, a partir de ahí, surgen dos opciones: o bien que la fachada de San Andrés quede expuesta al público o que se integre en un edificio nuevo pero siempre respetando los restos medievales. De momento, San Andrés vuelve a ver la luz del sol tras casi siglo y medio emparedado tras una cocina en el centro histórico de Guadalajara.

Tesoros ocultos en el subsuelo

El hastial occidental de la iglesia de San Andrés no es el único “secreto” que esconde la ciudad de Guadalajara. Aunque su estructura medieval del centro histórico fue casi arrasada en el siglo XIX, los expertos opinan que bajo calles y plazas, e incluso en los cimientos o entre las paredes de las viejas casonas, se encuentran restos de su pasado. Los últimos hallazgos, en 2008, cuando se reformaba la plaza Mayor y se acometían las obras del parking subterráneo.

En ese momento se descubrió el trazado originario del lugar, mucho más pequeño que en la actualidad, y bodegas de las casas colindantes que fueron derrumbadas para la ampliación en 1598. «Todos entendíamos que bajo el subsuelo de la Plaza Mayor podía estar la antigua iglesia de Santo Domingo de Guzmán donde se reunían los antiguos concejales del Ayuntamiento en la Baja Edad Media, pero no ha aparecido ningún resto que confirme este extremo», explicaba por aquel entonces Juan Antonio de las Heras , concejal del Ayuntamiento. Lo que sí aparecieron fueron los restos óseos de tres de adultos y el correspondiente a un niño de unos diez años de edad que fueron datados en la época de la transición musulmana a la cristiana de la ciudad, a finales del siglo XI.

Y la última polémica arqueológica ha venido de la mano del olvidado Alcázar Real . El propio Ramírez, también miembro del Laboratorio de Arqueología y Arquitectura de la Guadalajara, advirtió del potencial de la construcción , que se encuentra apuntalada y vencida por la maleza. Los primeros restos de este enclave datan del siglo IX en el periodo andalusí, aunque tras la Reconquista se destinó a palacio mudéjar. Después se constituyó en su interior la Real Fábrica de Sarguetas dando paso después al Cuartel de San Carlos, que fue bombardeado en la Guerra Civil.

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