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Bajar a la mina 35 años después

Durante 11 días se grabará el documental «El encierro» para recrear la protesta que un grupo de trabajadores de las Minas de Almadén realizaron en 1984

Los trabajadores de las minas tras salir de uno de los encierros que se presentarán en el documental «El encierro» Familia Núñez
Francisca Ramírez

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Vestidos con los monos de faena, la linterna y el casco, once personas de Almadén y Chillón se adentrarán este martes 30 de julio, en la mina de mercurio de Almadén , para permanecer allí durante once días y a 50 metros bajo tierra. Así, quieren revivir la situación que afrontaron muchos de sus familiares y vecinos en el encierro de 1984, una protesta que cambió la vida de estos trabajadores y el futuro del complejo minero, que cerró sus puertas en 2002 y que desde el año 2012 es Patrimonio de la Human idad.

Uno de los que protagonizaron aquel encierro, en 1984, fue Pablo Marjalizo, recientemente fallecido y que contó a su nieta, Celia Gómez Marjalizo, las condiciones que tuvieron que afrontar durante esos largos 11 días en los que la oscuridad, tanto dentro de la mina como fuera de ella, le hicieron vislumbrar un futuro muy incierto para toda su familia.

Este martes, Celia caminará junto a Raquel, Nati y Cristina y siete compañeros más hacia el interior de la mina de azogue, donde su abuelo pasó años trabajando. Llevará consigo, 35 años después, el colchón de espuma que usó su abuelo.

Así arrancará el largometraje documental « El encierro », que dirigirá el almadenense Chico Pereira , que propone recrear en 2019 aquella iniciativa minera ocurrida en Almadén entre el 30 de julio y el 9 de agosto de 1984 . Será un viaje al pasado para experimentar en «nuestros propios cuerpos cómo se vivía en esas condiciones», afirma el realizador de «Donkoyote», con el que consiguió el premio al mejor director español en Documenta Madrid (2017) al mejor documental en el Festival de Edimburgo (2017), así como al mejor guión documental por la Asociación Internacional del Documental (IDA, en ese mismo año).

Algunos de los protagonistas del documental «El encierro», que se empezará a rodarse este martes ABC

Los protagonistas , con edades entre los 22 y los 49 años , estarán acompañados durante los días del encierro por dos equipos de grabación, encargados de cubrir lo que ocurre dentro y en la superficie, ha señalado el cineasta. No llevarán nada, esperando contar, como en 1984, con el apoyo de los vecinos de Almadén y la comarca a través del envío de colchones, mantas, comida o agua y poder así sobrevivir en la mina, ha afirmado el realizador, que comenzó su andadura con « El invierno de Pablo », en el año 2012, proyecto en el que coincidió con Pablo Marjalizo, quien llevaba consigo su cuaderno «Recuerdos». Ahí fue donde empezó a gestarse « El encierro », al escuchar Chico Pereira la historia que le contó el minero Marjalizo.

Cuenta Pereira que entre estas once personas va a haber una amplia representación de los hombres y mujeres que viven en la comarca. Así, entre los encerrados también estará un estudiante guineano que ha colaborado con el director. «Creo que debemos hacer un esfuerzo porque aunque somos muy hospitalarios, hay gente que se sorprende al ver a un chico de color hablar con gente del pueblo. El proyecto debe servir también para dar visibilidad a esta realidad», dice.

El documental recreará, en un espacio mínimo, las duras condiciones de los trabajadores del mercurio , que encerrados en la planta 23 quisieron denunciar ante la sociedad española sus precarias condiciones laborales. Como testigo mudo de esa historia queda el cuaderno del abuelo Pablo , que está lleno de mensajes y buenos deseos de cientos de personas anónimas que se solidarizaron con él y el resto de sus compañeros.

Reconversión industrial

Pero qué ocurría en España para que se viviera esta situación. La realidad era bastante compleja en 1984 y España vivía tiempos convulsos. Los sacrificios para entrar en la Unión Europea obligaron a una dolorosa reconversión industrial que no mitigaba las altas cifras de paro existentes y provocó que las calles se «incendiaran» con las protestas de los trabajadores. Esa desigualdad también se vivió en la pequeña localidad de Almadén (5.461 habitantes), que, al igual que otras ciudades, vio cómo se mermaban los derechos laborales en las minas de Almadén.

Tras arduas negociaciones con el Gobierno central para que los mineros formaran parte del convenio de la Minería Metálica y, tras finalizar el encierro el 9 de agosto de 1984, los trabajadores consiguieron que sus salarios fueran equiparados al resto de compañeros del sector y que tuvieran unas jubilaciones más dignas.

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