ESTIRPE DE REYES

La Monarquía, el puente de la dictadura a la democracia

DIEZ AÑOS DE REINADO

Don Juan Carlos, pese a sus errores, fue el motor de la Transición y Felipe VI ha sabido hacer frente a retos que amenazaban la institución

El Rey estratega

Infografía | Su Majestad, más allá del trono

Don Felipe, con su padre, Don Juan Carlos, y su abuelo, Don Juan, a bordo del buque escuela Juan Sebastián Elcano en 1987 ABC

Pocos países europeos tienen una historia tan turbulenta como la de España a lo largo de los dos últimos siglos. Guerras civiles, asonadas, golpes de Estado, dictaduras y cambios de régimen han jalonado la dramática peripecia de nuestro país. El reinado de Amadeo de Saboya ... duró dos años, la Primera República aguantó once meses y la Restauración se alargó 67 años si bien entró en fase terminal cuando Primo de Rivera se hizo con el poder con la connivencia de Alfonso XIII. El Monarca pagó por aquel error, que le costó el trono. La Segunda República desembocó en la trágica Guerra Civil tras cinco años de vigencia y episodios de violencia como la Revolución de Asturias en 1934.

Estas referencias temporales sirven para disponer de una perspectiva del impacto histórico de la actual Monarquía que el año que viene cumplirá su 50 aniversario.

No fue una restauración, sino una instauración porque su legitimidad nace de la Constitución de 1978, en la que una abrumadora mayoría respaldó la decisión del general Franco de nombrar sucesor a Don Juan Carlos.

Don Juan Carlos de Borbón el día que juró ante el general Franco su cargo como sucesor a título de Rey

Don Juan de Borbón, su padre y heredero de los derechos de la Corona, había mantenido una difícil relación con Franco, que nunca reconoció su legitimidad y que le mantuvo apartado de su régimen. Sólo volvería a España tras la muerte del vencedor de la Guerra Civil. En este clima de distanciamiento entre su padre, exiliado en Estoril, y el jefe del Estado, Don Juan Carlos vino a Madrid siendo niño para ser educado. Franco tuteló a quien proyectaba como futuro sucesor.

Don Juan Carlos tenía 37 años cuando fue proclamado Rey en las Cortes franquistas, dos días después de la muerte del dictador. El caudillo había dejado teóricamente todo atado y bien atado en la Ley de Sucesión. Pero la realidad es que el nuevo Monarca se convertía en jefe del Estado en un país que había cambiado por el fuerte desarrollo económico experimentado en los años 60 y el nacimiento de una clase media sin vínculos con el pasado.

Los retos de Don Juan Carlos convertido en Rey

El principal reto del nuevo Monarca era ganarse una legitimidad que sólo podía encontrar en la transición de la dictadura a una democracia parlamentaria, requisito indispensable para la reconciliación entre los españoles y la entrada de España en la Unión Europea. No fue un camino fácil ni exento de dificultades el periodo entre noviembre de 1975 y diciembre de 1978, cuando se aprobó por refrendo la Constitución.

El momento más difícil fue la legalización del Partido Comunista en Sábado Santo de 1977, llevada a cabo por Adolfo Suárez al que el Rey había encargado la tarea de convertir a España en una democracia homologable a la de sus vecinos. Don Juan Carlos, aprovechando el poder que había heredado del general Franco, tomó la decisión de destituir a Arias Navarro para poner al frente del Gobierno al joven Suárez, un cachorro del régimen. Muy pocos entendieron la apuesta.

Adolfo Suárez (izquierda) hablando con Don Juan Carlos (centro) y Landelino Lavilla en el Palacio de la Zarzuela tras la victoria de UCD en la elecciones del 1 de marzo de 1979

La legalización del Partido Comunista fue un momento de inflexión que permitió culminar la Transición y convocar las primeras elecciones generales de junio de 1977, ganadas por la UCD. El segundo partido más votado fue el PSOE de González, mientras que Alianza Popular y el Partido Comunista sacaron unos resultados muy por debajo de sus expectativas. Mutatis mutandis, el mapa que emergió de las urnas es muy parecido al actual.

Las primeras elecciones democráticas, la Constitución, la división de poderes y el reconocimiento de las libertades cívicas se toparon con un formidable enemigo que recelaba de esa transformación: el Ejército. Ya cuando se produjo la legalización del Partido Comunista la cúpula militar se sintió traicionada y tentada a sublevarse contra Adolfo Suárez, en el que veía un traidor y una encarnación de pasados males.

La Monarquía hoy en España está asociada a la democracia, la estabilidad y la prosperidad

Todo ello confluiría en la intentona de golpe de Estado de Tejero, Armada y Milans del Bosch el 23 de febrero de 1981 cuando el Congreso estuvo secuestrado y la democracia, a punto de naufragar. Don Juan Carlos, cuyas relaciones con Suárez se habían deteriorado, fue clave esa noche para que en España no volvieran a resucitar los viejos demonios familiares.

El fracaso de los golpistas vacunó al Ejército de la tentación autoritaria y posibilitó la llegada al poder de Felipe González tras ganar de forma aplastante las elecciones de 1982. Suárez había dejado el paso a Calvo Sotelo, UCD se había desintegrado y González se perfilaba como un presidente que iba a modernizar a España y conducirla a la Unión Europea. La derecha aceptó sin reticencias un Gobierno de la izquierda socialdemócrata que se percibía como un factor de estabilidad de la democracia. Los responsables de la intentona golpista fueron juzgados y castigados.

El Rey Don Juan Carlos junto a Felipe González en 1982 Manuel Sanz Bermejo

En los 14 años de Gobierno socialista, las relaciones entre el Monarca y Felipe González fueron excelentes, lo que benefició a los dos. El líder socialista realizó reformas importantes y España dio un salto mientras el mundo ponía como ejemplo de transición pacífica a nuestro país. Don Juan Carlos era recibido en todos los foros internacionales con respeto y admiración.

No todo fue positivo en la etapa socialista. Estallaron los primeros escándalos de corrupción como Filesa e Ibercorp, Alfonso Guerra tuvo que dimitir por el escándalo del tráfico de influencias de su hermano y, sobre todo, la guerra sucia contra ETA y los crímenes de los GAL arrojaron inquietantes interrogantes sobre los métodos del presidente.

Las relaciones entre Monarca y líderes políticos

Los ocho años de Aznar al frente del Gobierno, de 1996 a 2004, acabaron justo tras la masacre del 11-M. Las relaciones del líder del PP con Don Juan Carlos fueron formalmente correctas, aunque en realidad había una falta de empatía notable entre ambos. La oposición del presidente del Gobierno al matrimonio de Don Felipe con Eva Sannum generó una fricción entre ellos.

Zapatero tuvo mejor relación que Aznar con el Monarca si bien una serie de episodios como el caso Nóos mermaron el prestigio de la institución. Aunque Don Juan Carlos era ajeno a la conducta de Iñaki Urdangarin y la Infanta Cristina, se le reprochó haber faltado a sus deberes de vigilancia.

Discurso de Don Felipe con motivo de la segunda edición de los Premios Príncipe de Asturias, en 1982 Dalda

Todo se le complicó extraordinariamente tras su desafortunado viaje a Botsuana en 2012 junto a Corinna Larsen cuando se rompió la cadera al salir de una tienda de campaña. En medio de una grave crisis económica, el asunto provocó un gran escándalo en la opinión pública y sirvió para poner en evidencia que el Monarca mantenía una relación extramatrimonial. Un compungido Don Juan Carlos pidió perdón a los españoles, un gesto insólito en su trayectoria.

El incidente disminuyó el prestigio del Rey y generó un movimiento en favor de la república, mientras empezaban a correr los primeros rumores sobre hipotéticos negocios y una fortuna fuera del país. Fue en ese contexto cuando el presidente Rajoy y Rubalcaba, líder del PSOE, pactaron la abdicación del Monarca y la entronización de Felipe VI, que se produjo el 18 de junio de 2014, ahora hace diez años. Los dos grandes partidos se pusieron de acuerdo para sacar adelante en el Parlamento una ley que regulaba la sucesión. Fue uno de los últimos pactos de Estado entre PP y PSOE.

Una institución fortalecida gracias a Felipe VI

Felipe VI ha logrado mantener su figura fuera de cualquier escándalo o comportamiento dudoso y ha dado muestras de ejemplaridad, lo que ha fortalecido el prestigio de la institución, aunque no ha sofocado el viejo debate entre Monarquía o república. Sus diez años de reinado no han estado exentos de dificultades ni de retos.

El mayor de ellos fue el 'procés' en Cataluña, que culminó con un referéndum de secesión en octubre de 2017 y una posterior declaración de independencia. El independentismo catalán deslegitimó su figura y sacó adelante unas leyes de desconexión que convertían la Constitución en papel mojado. Es ese momento histórico, Felipe VI se dirigió a todos los ciudadanos en un discurso valiente y comprometido con la defensa de los valores de la democracia. Muchos pensaron que el Monarca había hecho lo que no se había atrevido a hacer Rajoy, que acordó con el PSOE la aplicación del artículo 155 de la Carta Magna.

El Rey Felipe VI, en presencia del presidente del Congreso de los Diputados, Jesús Posada, y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en su proclamación como Rey de España ante las Cortes Generales EFE

Otro de los problemas a los que se ha tenido que enfrentar Felipe VI es la cuestionable conducta de su padre, que cobró una comisión de 100 millones de dólares por su mediación en el contrato del AVE en Arabia Saudí. El dinero fue transferido a cuentas suizas y luego a Corinna Larsen. ERC llegó a pedir una comisión parlamentaria para investigar al anterior jefe del Estado.

La Fiscalía Anticorrupción abrió tres investigaciones sobre fraude fiscal contra Don Juan Carlos, pero las tres fueron archivadas en 2022. Don Juan Carlos había abandonado España y se había instalado en Abu Dabi, mientras su hijo renunciaba a cualquier beneficio derivado de esos negocios y le retiraba la asignación presupuestaria. La relación entre padre e hijo quedó muy tocada.

Don Juan Carlos lideró una Transición sin derramamiento de sangre, reconcilió a los españoles e impulsó la democracia

Nadie sabe si Don Juan Carlos regresará a España, pero lo cierto es que sus actividades económicas han causado un profundo deterioro a la imagen de la institución. Por mucho que la Justicia decidiera que no era exigible una responsabilidad penal, la figura del anterior Monarca ha quedado en entredicho. Tampoco le ha favorecido su cobijo en Abu Dabi bajo el amparo de un régimen en el que brilla por su ausencia la democracia.

La gran cuestión hoy es cómo las generaciones venideras valorarán su mandato. Pero de lo que no hay duda, y eso merece un reconocimiento, es que Don Juan Carlos lideró una Transición sin derramamiento de sangre, reconcilió a los españoles e impulsó la democracia. Su conducta personal fue repudiable, pero su legado político pasará a la Historia.

Felipe VI no ha dado ningún paso en falso y ha sabido estar a la altura de sus responsabilidades pese a ser criticado por ofrecer a Feijóo la posibilidad de ser investido como candidato del partido más votado antes que a Sánchez. Esa decisión fue impecable desde el punto de vista constitucional y el tiempo le ha dado la razón.

La primera mujer desde Isabel II en acceder al Trono

Por su edad, todavía le pueden quedar varías décadas como jefe de Estado, pero la Princesa Leonor ya ha empezado a prepararse para el relevo. Sería la primera mujer desde Isabel II en acceder al Trono, aunque todavía sigue vigente en la Constitución la prevalencia de los varones en la sucesión.

En un mundo sometido a un cambio vertiginoso y en el que los 'cisnes negros' convierten en arriesgada cualquier previsión, el futuro de la Monarquía está abierto. Sobre todo, porque el actual clima de polarización y enfrentamiento puede afectar a una institución que ha sabido mantenerse al margen de la contienda política.

Lo cierto es que tanto Don Juan Carlos como Felipe VI han evitado los errores políticos de Isabel II y Alfonso XIII, que acabaron abruptamente su reinado. La Monarquía hoy en España está asociada a la democracia, la estabilidad y la prosperidad y esos son activos que son valorados por una amplia mayoría de los españoles que refrenda la Corona. Diez años después de ser proclamado Rey, Felipe VI no ha defraudado las expectativas y ha sabido lidiar con retos que han demostrado que se mueve bien en su difícil oficio.

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