En la Ciudad Prohibida del siglo XXI: los Reyes cenan con Xi Jinping en la sede del Partido Comunista

En ese escenario cargado de historia y control político, los Reyes compartieron mesa y conversación con el matrimonio presidencial chino, en la que fue la primera visita de Don Felipe y Doña Letizia desde la proclamación y la de un Monarca europeo a China en los últimos ocho años. La deferencia hacia la Corona española por parte de Xi Jinping va mucho más allá de un gesto diplomático: evidencia la voluntad de Pekín de reforzar sus lazos con Madrid. Se trata además de una cortesía que no ha tenido con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en ninguno de sus tres viajes al país asiático en los últimos dos años. Este viaje se produce en un momento especialmente complicado, cuando en la Unión Europea y Estados Unidos miran con recelo el acercamiento entre España y China, que tensiona las relaciones de nuestro país con sus socios tradicionales.

Pese al distanciamiento que genera esta alianza con China, el Gobierno de Sánchez ha querido dar un paso más en su acercamiento hacia el gigante asiático con la presencia de los Reyes en este viaje de Estado. En un contexto de incertidumbre global, con la economía china en proceso de reajuste y Europa dividida sobre cómo gestionar su relación con Pekín, la imagen de Don Felipe y Doña Letizia en Zhongnanhai subraya la intención de Moncloa de situar a España como un país que se acerca a China en un momento en el que desde Bruselas se ha hecho un llamamiento a todos los países de la Unión Europea para que revisen sus acuerdos con China para no generar más dependencia hacia el gigante asiático en cuestiones sensibles como tecnología, seguridad y tierras raras. El Consejo de Europa ha sido claro: no quiere caballos de Troya entre los países miembros.

Tras la cena, los Reyes se despidieron del presidente Xi Jinping y de su esposa y se trasladaron a Diaoyutai, la residencia oficial donde se alojan los jefes de Estado durante las visitas a Pekín. Mientras tanto, las principales avenidas de la capital lucían banderas de España y China, como preludio de la jornada oficial que comenzará este miércoles en el Gran Palacio del Pueblo.

Con la cena privada a cuatro en Pekín culminó la primera jornada de un viaje de Estado que comenzó en la ciudad de Chengdú, capital tecnológica del suroeste chino, donde el Rey inauguró el Foro Empresarial España-China ante más de cuatrocientas compañías de ambos países. En su discurso, Felipe VI subrayó el valor de la cooperación económica y la defensa del multilateralismo en tiempos de creciente incertidumbre.

«Nos encontramos en un momento de especial relevancia internacional, marcado por una creciente complejidad que incide tanto en la estabilidad geopolítica como en el desempeño de nuestras economías», señaló el Monarca. Y añadió: «En ese contexto, España, junto a la Unión Europea, mantiene su firme compromiso con un sistema internacional basado en reglas claras, transparencia y respeto a la legalidad. Solo a través de estos principios es posible generar confianza y progreso».

El Rey destacó además la necesidad de avanzar en la resolución de las dificultades que aún enfrentan algunas empresas españolas en el mercado chino, una petición expresada con delicadeza diplomática. «Si queremos construir una relación económica sólida y duradera entre España y China, debemos hacerlo sobre la base de la confianza mutua, la apertura y la seguridad jurídica», insistió.

El comercio bilateral alcanzó en 2024 más de 52.000 millones de euros, con un déficit de 37.000 millones favorable a China. Pese a ser la segunda economía mundial, el país asiático ocupa el decimocuarto puesto entre los inversores en España, una cifra que el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, considera «llena de potencial por desarrollar». La empresa china CATL, líder mundial en baterías de ion-litio, es ya uno de los símbolos de esa colaboración: junto a Stellantis, iniciará en las próximas semanas la construcción de una planta industrial en Figueruelas, Aragón.

Durante su intervención, el Rey animó a profundizar la cooperación en sectores estratégicos como las energías renovables, la automoción o la biotecnología, y destacó las oportunidades que ofrece España como plataforma de inversión hacia Europa y Latinoamérica. Las palabras de Don Felipe, aplaudidas por el auditorio empresarial, marcaron la intención de una jornada y pusieron el foco en uno de los principales objetivos del viaje: estrechar los lazos económicos y comerciales con China.

Horas después, esa agenda empresarial dio paso a la que se convirtió en una de las imágenes más simbólicas del viaje, pese a que todavía no había llegado a su meridiano: los Reyes entrando en Zhongnanhai, el corazón del poder chino, recibidos por Xi Jinping. Un gesto que, pese a los temores en Bruselas y Washington, posiciona a España como un país cercano a China.