Enterrado en papel
«¿Qué se supone que debemos hacer los ciudadanos de bien que hemos confiado en la justicia ante tal barbaridad? ¿Aguantarnos? ¿Tomarnos la justicia por nuestra mano?», se pregunta Carmen Cordón, la hija del empresario asesinado por el Grapo
Cuenta atrás para la prescripción del caso de Publio Cordón
Carmen Cordón
Hace 29 años el Grapo, brazo armado del terror del Partido Comunista de España (reconstituido), que acumula 93 asesinatos, cientos de heridos y asaltos a mano armada, secuestró a mi padre Publio Cordón; extorsionó a mi familia, yo misma junto a mi marido pagué en París un rescate millonario ... mientras nos apuntaban con sus armas; lo asesinó en aras de su «justicia social» y, como con el caso de Marta del Castillo, los asesinos no nos dieron ni el árnica de poder encontrar su cadáver para darle sagrada sepultura. Un sentimiento desolador y muy duro que parece nunca llegar a su fin. Hoy, tras 29 años de lucha de mi familia por mantener vivo el caso, de no dejar que se olvide agitando a las instituciones, ayudados por periodistas comprometidos, investigadores, jueces valientes, documentalistas y un largo etcétera, se nos confirma una tortura añadida e injusta con la que no contábamos: en un año el delito prescribe. Así, sin más paliativos, como si nada hubiese pasado. Dentro de 365 días el Estado no destinará más recursos a la investigación y el esclarecimiento de su muerte (dudo que ahora haya alguien en ello) y dentro un año, por ley, su búsqueda, el esclarecimiento de lo que hicieron con él, se da por terminada. Y yo me pregunto, ¿qué se supone que debemos hacer los ciudadanos de bien que hemos confiado en la justicia ante tal barbaridad? ¿Aguantarnos? ¿Olvidar también? ¿Tomarnos la justicia por nuestra mano como empieza a pasar en esos barrios llenos de delincuencia extranjera que tampoco es ni frenada por el sistema ni denunciada en muchos medios de comunicación? ¿Qué las víctimas de estas barbaridades se queden sin justicia?
«Los encargados de la investigación cometieron el grave error de creer a pie juntillas la versión lógicamente falsa del terrorista que lo había asesinado»
Actualmente existen indicios contundentes de que el cuerpo de mi padre está en la casa de Lyon o el algún pozo cercano a ese lugar en el que lo retuvieron y asesinaron. Carezco de sentido criminal, pero es de sentido común que cuando uno tiene un cadáver en su zulo y un secuestro pendiente de cobrar lo último que se hace es trasladar 300 kilómetros al muerto, con el riesgo que conlleva excavar a plena luz del día la piedra dura en un parque nacional plagado de forestales y de turistas.
Pero los encargados de la investigación cometieron el grave error de creer a pies juntillas la versión lógicamente falsa del terrorista que lo había asesinado y no quería cumplir condena por ello. Todo indica que mi padre fue ocultado en el mismo sitio donde estuvo secuestrado y donde murió, pero nadie excavó, investigó, miró, ni supo escuchar al juez Gómez Bermúdez que siempre apoyó esta tesis. Ahora el tiempo corre a favor de todos: para la juez que ni sabrá por dónde empezar a tramitar el poder entrar a investigar en una casa privada en Francia donde él murió hace 29 años, para la Guardia Civil que erró su camino y mira hacia otro lado, y para los Grapo que por fin se van de rositas. Fernando Silva Sande, aquel que encadenó a mi padre en el zulo de Lyon y luego dice que se deshizo del cadáver con dos de sus compinches, goza hoy del tercer grado penitenciario.
Hoy, además de correr el riesgo de no esclarecer nunca las circunstancias de la muerte de mi padre y negársele una sagrada sepultura, en un año además quedará enterrado en burocracia, papel y desmemoria.
es hija del empresario Publio Cordón
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