Los asistentes a la misa de la Octava del Carmen en los Realejos, en la localidad tinerfeña de San Agustín, aún no salen de su asombro por lo ocurrido en la misa de este domingo.
Estaban esperando a que los sacerdotes iniciaran ... el oficio, cuando un hombre entró corriendo a toda velocidad en el templo con un niño en alto. Sin que apenas nadie pudiera reaccionar, el adulto se encaramó al trono de la Virgen del Carmen, a la que está consagrado el Santuario, para dejar al pequeño al lado de la imagen de la patrona.
El hombre se bajó inmediatamente, y aunque hizo amago de dejar al niño allí, fue interceptado por los propios feligreses inmediatamente.
En la segunda parte de esta rocambolesca historia, desapada por el Diario de Avisos, se ve cómo el hombre coge al niño en brazos desde el altar y es acompañado por un feligrés que asistió estupefacto, como el resto, a lo sucedido.
No está claro por qué lo hizo, pero la manera de moverse y actuar en el momento de irse dejan entrever que no se encontraba en sus plenas facultades. Mientras se iba por el pasillo central, no dejó de santiguarse hasta que, en un momento dado, se arrodilla para pedir perdón (aunque de espaldas al altar).
El resto de los asistentes le aplauden y ovacionan cuando hace la genuflexión.
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