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La historia de la sociedad secreta que puso en jaque a la masonería en Canarias

La presencia de la masonería en las islas ha formado siempre parte del teatro del poder en las islas desde 1817. Donde tuvo problemas de implantación fue en Tenerife, donde se concentra actualmente el poder autonómico

Acta masónica de una logia de Tenerife ABC

J.L. Jiménez

La presencia de la masonería en Canarias ha formado siempre parte del teatro del poder en las islas . Pero donde hubo realmente problemas de encaje fue en Tenerife. Se debió a control académico de la Universidad de La Laguna.

En Tenerife, el primer antecedente de una logia data del año 1817. Era la «Respetable Gran Logia Metropolitana de los Comendadores del Teyde». Formaban parte de ella siete fundadores: cinco tinerfeños , un peninsular y un italiano. Es logia pidió su afiliación al Grande Oriente de Francia del año 1820.

Entre 1820 y 1823 se creó en Tenerife una sociedad que se llamaba Filomalotas. Con ese nombre, esta entidad lideró presiones radicales desde 1821 y «se caracterizó por el más exaltado carácter político , enfrentándose, a la masonería», sostiene el catedrático de la Universidad de La Laguna, Manuel de Paz Sánchez . Los Filomalotas llegaron a tener sede en casi cada uno de los municipios de Tenerife.

Las masones canarios intentaron asesinar al funcionario Manuel Álvarez, llegado de Cádiz en 1812

De ahí viene el pleito entre las dos históricas ciudades canarias. Entre Santa Cruz de Tenerife y La Laguna existe desde hace un par de siglos un enfrentamiento que supera el concepto vecinal. Tiene base mística. En 1820 un grupo de estudiantes creó esa sociedad secreta en Universidad de La Laguna para frenar a la masonería en este centro académico. Y esa masonería tenía sede en Santa Cruz capital.

Los Filomalotas tomarían como base ideológica a «los comuneros de Los Llanos», en La Palma. Uno de los líderes que inspiró a la entidad secreta fue el político palmero Luis Felipe Gómez Wangüemert . «En ella se vieron envueltos más de una quincena de liberales de este municipio que al final fueron absueltos , excepción hecha de Don José Manuel Armas Capote, condenado a dos años de confinamiento en el puerto y plaza de Santa Cruz de Tenerife»m subraya De Paz.

La secta combatía a los masones en Tenerife desde mediados de 1823, «como reacción contra el masonismo» se comenzó a llamar Filomalotus. De Paz agrega se trataría de un fenómeno similar a los surgidos en con los comuneros en la Península, y que «ambas sociedades se enfrentaron duramente». « No pararon «para mutuamente destruirse y ganar las elecciones , que será siempre el «non plus ultra» de las sociedades secretas de esta provincia».

El objetivo era controlar la Universidad de La Laguna

Quien activó la maquinaria opaca contra la masonería en las islas fue un funcionario procedente de Cádiz en 1812 o 1813. Se trata de Manuel Álvarez, inspector sanitario de epidemias, destino que le otorgó el gobierno «para alejarlo de Cádiz , donde en la época de 1812 ó 13 fue uno de los redactores de cierto periódico eminentemente exaltado». Este masón, inscrito en la reforma, «abjuró después de ella y llegó a publicar la existencia y secretos de la Orden, motivo por el cual la masonería trató de asesinarlo», afirma De Paz.

Esta pudo ser la causa que se sumó a estudiantes descontentos de la Universidad de La Laguna «a quienes la masonería no quiso admitir por no considerarlos personas de riqueza ni prestigio, lo que dio lugar al estable­cimiento de una sociedad antimasónica : los Filo­malotas, que nació y se extendió a partir de la mencionada Universidad. En aquella época la masonería en el resto del archipiélago apenas se conocía».

Clima

El VI marqués de Villanueva del Prado, Alonso de Nava Grimón y Benítez de Lugo , dejó escrito en esa época de 1921: «Bien es verdad . . . que, según se ha traslucido generalmente, aquella sociedad bajo el nombre de Filomalotas (pues tantas fueron las ramificaciones del árbol vicioso de la libertad) se modificó aquí con la templanza o apatía del clima , y se asegura que al tiempo crítico del desenlace se negó resueltamente a la proposición que otra de semejante afiliación le hizo por embajada, para concertar una resistencia que hubiera conmovido al pueblo y mancillado para siempre el concepto de este fidelísimo país».

Las clases pudientes de aquella época en Canarias temían que la Universidad de la Laguna se convirtiera en «una escuela de liberalismo, de jansenismo y ateísmo, y una bandera de recluta para alimentar las sociedades secretas, que sin este estímulo iban pereciendo de consunción», afirmaba De Nava Grimón y Benítez de Lugo.

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