«Bienvenidad al club, Trinidad»
La sucesora de Moratinos se estrena en las cumbres europeas con un dossier pesado, Cuba, y López Garrido como alto cargo más "veterano".
enrique serbeto
La nueva ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, ha estrenado esta mañana su nuevo cargo, animosa y alegre, en la primera reunión de ministros europeos a la que asiste. Como ha dicho ella misma al llegar, empieza este periodo con “serenidad, con ilusión y con ... un gran sentido de la responsabilidad”. Y un plato de difícil digestión en la mesa: el empeño de su antecesor de convencer a sus escépticos socios de modificar la Posición Común de la UE hacia Cuba.
Lo de la ilusión ya se esperaba, teniendo en cuenta su trayectoria política, hasta el punto de que ella misma ha contestado a los saludos y “bienvenidas” que le dedicaban los demás ministros con una risueña frase en correcto inglés: “Gracias, sí, bienvenida al club ¿no?”.
En su cartera ministerial debe pesar la propuesta cubana que le ha dejado inconclusa Miguel Ángel Moratinos, y que consiste en reconocer que no ha sido posible eliminar la Posición Común de 1996, tal y como como quería el régimen cubano, sin que parezca evidente que la diplomacia española ha perdido estrepitosamente este pulso en el que, según numerosos analistas, Moratinos habría embarcado a Zapatero.
Alegría en la OTAN por el nombramiento
Jiménez sabe que no hay posibilidades de eliminar la Posición Común, porque hay países que no creen que el régimen cubano esté haciendo méritos para ello. Pero, pese a todo, ha propuesto esta mañana en Luxemburgo a sus ahora colegas que la UE “envíe a Cuba una señal” de que quiere “establecer una nueva relación”.
Con López Garrido como escudero -al fin y al cabo, el secretario de Estado para la UE es ya el más veterano alto cargo en el ministerio de Exteriores, que ya es decir- Jiménez ha pasado el fin de semana preparándose para este primer Consejo como responsable de la diplomacia española. De sus tiempos de representante del PSOE ante el exterior tiene muchos amigos en este “club”, y hasta en la OTAN se cuenta que en los más altos despachos hubo quien se alegró en voz alta del nombramiento de “Trini” en cuanto éste fue anunciado.
Con eso cuenta para navegar en este nuevo cargo, en el que sus colegas -como el belga Setefan Vanackere-, todavía estaban ayer recordando a Moratinos, del que los demás ministros no han tenido tiempo de despedirse. Ella insiste en que no tiene intenciones de cambiar el rumbo de su predecesor, ni en el tema de Cuba ni en los demás de la agenda exterior, así que por el momento, su principal preocupación es entender las sutilezas de la preparación de la cumbre europea del jueves, en la que los jefes de Estado y de Gobierno debatirán cómo introducir las nuevas reglas de gobernanza económica en las reglas de funcionamiento de la UE. Francia y Alemania han pedido que se explore la posibilidad de cambiar el Tratado. Tal vez a Moratinos no le ha dado tiempo de explicarle su tesis de que estos consejos de preparación de las cumbres son “la madre de todos los consejos” -para los unos ministros de Exteriores que han ido perdiendo espacios de poder en el entramado comunitario-, aunque no tengan estrictamente que ver con la política exterior.
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