Begoña Villacís se volcará en la candidatura alternativa a Edmundo Bal

Villacís, centrada en el Ayuntamiento de Madrid, la joya de la corona que le resta a Cs, se descarta a sí misma para presentarse como portavoz política o como secretaria general –los dos puestos de la bicefalia con la que contará el partido si los afiliados apoyan este modelo en la Asamblea General de enero–. No obstante, desde el entorno de la vicealcaldesa apuntan que ahora está dispuesta a situarse en uno de los puestos de relevancia en la lista que compita con la de Bal.

En el modelo pactado entre oficialistas y críticos en el Comité Ejecutivo del viernes de la semana pasada, aparte de portavoz –líder político– y secretario general –jefe orgánico–, se estructuran los perfiles de coordinador nacional –un rol similar al del tradicional secretario de Organización– y de vicesecretario general, dependiente directamente del secretario general.

Unos y otros aceleran los contactos en el partido en busca de los mejores perfiles que encajen en esos puestos y les permitan encabezar la opción más atractiva para los afiliados. Bal aboga públicamente por una candidatura de unidad y defiende la necesidad de renovar el liderazgo para que cale la idea de que la refundación va en serio. Pero esta opción no es viable y uno de los motivos es la incompatibilidad ideológica entre Villacís, eminentemente liberal, y Bal, a quien desde el entorno de la vicealcaldesa y coordinadora autonómica en Madrid tachan de «demasiado izquierdista».

La 'ley del solo sí es sí' es un ejemplo, en la que saltaron chispas entre Arrimadas y Bal, pero también la fotografía de la diputada Sara Giménez con otras parlamentarias, entre ellas algunas de Bildu y de la CUP, en solidaridad con la ministra Irene Montero por el ataque personal que recibió de una diputada de Vox.

Más allá de acusaciones soterradas de «deslealtad», en el oficialismo por ahora esconden sus cartas. Sí deslizan que Bal tampoco es una opción revolucionaria porque ya se presentó a las elecciones en la Comunidad de Madrid y fracasó, y porque no deja de ser orgánicamente el número tres de Arrimadas y su segundo en el Congreso.

Por ahora, públicamente ya se han manifestado a favor de la candidatura de Bal diputados como Giménez, Mari Carmen Martínez y Juan Ignacio López-Bas. También Francisco Igea, exvicepresidente de Castilla y León y rival de Arrimadas en las primarias de marzo del 2020 –en las que salió elegida ella como sucesora de Albert Rivera–, y el antiguo número dos de Ignacio Aguado –ahora fuera de Cs–, César Zafra. El exsecretario de Organización autonómico, en un claro acercamiento a la candidatura de Bal, saludó este sábado en Twitter su paso y confió en que el «cambio necesario» en Cs llegue de la mano del diputado.

Aguado, después de las elecciones andaluzas, exigió la dimisión de Arrimadas y la convocatoria inmediata de una Asamblea General extraordinaria. Al ver que ella apostaba por la refundación y ganaba tiempo, rompió su carnet de militante. Zafra, su mano derecha, esperó y ahora se aproxima a Bal. En el equipo de Aguado siempre culparon a Arrimadas y a su equipo directo de la pérdida del Gobierno de la Comunidad de Madrid por la moción de censura impulsada en la Región de Murcia, pero también ha habido siempre una rivalidad latente con Villacís por la primacía en Madrid. En el panorama nacional, aunque todos clamen en privado por la unidad, cada vez hay menos puentes tendidos.