'Balkan cartel', el nuevo amo de la cocaína, ya produce en España
Primero se dedicaron a los robos con fuerza, y lideraron esta actividad criminal; pasaron luego al tráfico de marihuana, y se hicieron con su control, y ahora monopolizan el de la cocaína tras desplazar a colombianos y mexicanos. Y están en nuestro país
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Los expertos en seguridad lo advierten desde hace tiempo: la evolución del crimen organizado en España es muy preocupante y el tráfico de droga en general, y cocaína en particular, está disparado. Es verdad que las incautaciones son las más altas de la historia, pero también que nunca ha llegado tanta droga a nuestro país, en donde se asientan, y desde donde operan, las mafias más poderosas del mundo. Hace solo ocho días la Policía informaba de la desarticulación de la estructura en España del 'cártel de Sinaloa', que durante muchos años fue liderado por el Chapo Guzmán; ayer dio cuenta de otra operación inquietante en la medida en que por primera vez se ha descubierto un macrolaboratorio de procesamiento de cocaína en nuestro territorio controlado y dirigido por el 'Balkan Cartel', el cártel de los Balcanes, que desde años se ha hecho con el monopolio de este tráfico.
Aunque la operación de la Udyco Central de la Comisaría General de Policía Judicial, y de sus compañeros de la Jefatura Superior de Barcelona, ha conseguido desmantelar el laboratorio antes de que la organización pudiera poner la mercancía en el mercado, el mero hecho de descubrirse esta instalación en un chalé aislado de una zona rural cercana a Cambrils supone un nuevo salto cualitativo en la implantación de esta organización mafiosa.
Lo es porque se ha comprobado que lo que ya se sospechaba es una realidad. No es que el 'Balkan Cartel', como se sabía, estaba siempre detrás de la casi totalidad de los alijos de más de tres toneladas de cocaína que de forma frecuente llegan a España; lo relevante es que con esta operación ha quedado claro que los colombianos ahora trabajan a las órdenes de la organización centroeuropea, formada en buena medida por excombatienes, exmilitares o expolicías albaneses, serbios y croatas. Esa instrucción previa les garantiza además una buena formación a la hora de adoptar medidas de seguridad eficaces y en caso necesario ejercer la violencia contra otras organizaciones o, incluso, las Fuerzas de Seguridad.
En el caso del chalé de Tarragona la organización había ido a buscar a Colombia a los dos 'cocineros' –así se conoce a los encargados de procesar la droga–, pero en todo momento estaban vigilados por dos miembros del clan Furruku del 'Balkan Cartel'. Además, otros cuatro elementos de esta organización ocupaban un piso de seguridad en Barcelona desde el que mantenían contacto con sus jefes.
Es interesante comprobar que a medida que ha ido ganando poder esta organización mafiosa ha eliminado intermediarios en el proceso del trafico de cocaína, de tal forma que ya no se limitan a traer los paquetes de esa droga ya apta para su consumo, sino que empiezan a traer la cocaína sin procesar, en este caso impregnada en un material de construcción similar al yeso, para luego extraer la droga y procesarla en un laboratorio montado en nuestro país.
Es importante destacar que la eliminación de intermediarios optimiza los beneficios de la organización –no tiene que pagar a esos escalones intermedios–, pero además importar la droga de esta forma minimiza los riesgos, pues es indetectable en los diferentes controles aduaneros y también para los perros especialistas de la Policía.
En abril
En la operación de Tarragona las investigaciones comenzaron a mediados de abril por informaciones de Inteligencia recibidas desde Colombia y Albania según las cuáles varios individuos de esos dos países se iban a trasladar a España, en concreto a la provincia de Barcelona, con la intención de montar un laboratorio para extraer grandes cantidades de cocaína que llegarían a España impregnadas en otros materiales. Las primeras investigaciones permitieron localizar un chalé en una localidad de Barcelona y confirmaron la presencia de los investigados en la vivienda. Los seguimientos, muy complicados porque los sospechosos tomaban todo tipo de medidas de seguridad, detectaron una reunión entre estos individuos y un tipo de origen suramericano, al que luego se unió otro.
Los albaneses utilizaban en sus desplazamientos vehículos de alquiler, que además cambiaban cada poco tiempo para complicar el trabajo de la Policía en el caso de que les hubieran detectado. Sin embargo, en uno de esos desplazamientos los agentes fueron capaces de seguirles hasta una zona de trasteros donde los vieron introducir una gran cantidad de garrafas transparentes etiquetadas como sustancia peligrosa. Evidentemente, este era un indicio mucho más sólido de que podían tener un laboratorio, ya que esos productos son de los que se utilizan como precursores en el procesamiento de la cocaína.
De forma paralela, la Policía de Colombia había informado de que dos de sus nacionales tenían la intención de viajar a España para trabajar en un gran laboratorio como 'cocineros'. Esa comunicación permitió identificarlos y confirmar que eran los mismos tipos que se habían visto con los albaneses. Además, y era significativo, no tenían ocupación alguna en España.
Las gestiones policiales, que han estado dirigidas por el titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Reus, sirvieron para controlar que en los días posteriores esos individuos se dedicaron a visitar a otros compatriotas colombianos de la zona y cómo, tras varias semanas, volvían a reunirse con uno de los albaneses investigados. Ese encuentro, breve y en el que los implicados volvieron a adoptar importantes medidas de seguridad, confirmaba la conexión entre las organizaciones criminales de Colombia y la península de los Balcanes.
Las pesquisas policiales se aceleraron a principios de mes, cuando los investigadores detectaron el desplazamiento de uno de los albaneses desde una vivienda de Barcelona hasta un chalé situado en una finca de la provincia de Tarragona, en concreto en una zona rural próxima a Cambrils.
Los especialistas en la lucha contra la droga de la Policía repararon en que el inmueble cumplía con todos los requisitos que buscan las organizaciones mafiosas para instalar uno de estos laboratorios. Además de estar en un lugar aislado, y por tanto con poco movimiento de personas –el olor es una de las cosas que delata estas instalaciones–, había bastante vegetación en la finca y estaba próxima a vías principales de comunicación. Por tanto, un lugar perfecto para proceder al procesamiento de la cocaína y llevar a cabo esta actividad criminal de forma rápida, discreta y segura; es decir, a salvo de ojos de curiosos que pudieran descubrirlos.
Las vigilancias sobre el grupo criminal sirvieron para acreditar que los albaneses se dedicaban al traslado de numerosas bolsas y cajas desde la vivienda de Barcelona ya controlada hasta el chalé de Cambrils. Además, los policías se percataron de que los investigados aumentaban las medidas de seguridad y que ya se movían solo en moto, lo que les permitía desplazarse con más rapidez y por tanto complicar los seguimientos. Esa mayor movilidad hacía que pudieran llevar a cabo sus reuniones con otras personas, siempre muy breves, en lugares públicos y abiertos como aparcamientos de supermercados. De esta forma evitaban ser descubiertos en posibles pases de droga y, a la vez, detectar posibles vigilancias de la Policía.
Rapidez versus seguridad
Los investigadores destacan algunas particularidades del 'modus operandi' de esta red. Por una parte es la primera vez que en el lugar de extracción se encuentra la práctica totalidad del material impregnado con la cocaína, en un cobertizo anexo, en vez de en otro lugar, por lo que está claro que el grupo priorizaba la velocidad de producción a la seguridad. Y además, los sospechosos cambiaban el envase original en el que venía la mercancía para complicar su trazabilidad.
Los detenidos en la finca –dos albaneses y dos colombianos– tenían una actividad frenética y trabajaban hasta altas horas de la madrugada. El laboratorio estaba preparado para procesar más de una tonelada de material impregnado con cocaína, del que se iban a extraer entre 400 y 600 kilos de una pureza de más del 95 por ciento.
En el momento de la intervención policial se incautaron 25 kilos de cocaína ya listos para ser vendidos –cada uno de ellos vale entre 18.000 y 20.000 euros– y se habían procesado otros 70 que todavía se encontraban en diferentes fases de su proceso de extracción, por lo que no podían ser comercializados. Asimismo se intervinieron 6.000 litros de precursores y la maquinaria empleada en el laboratorio. En el piso de Barcelona se confiscaron 50 kilos de marihuana. Su tráfico financia las operaciones de cocaína.
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