El asesino, con problemas mentales, se radicalizó en apenas dos meses
El juez aprecia asesinato y lesiones «con fines terroristas» y relaciona el ataque con el «salafismo yihadista»
Antes de asestar la puñalada mortal al sacristán miró al cielo y gritó unas palabras en árabe, entre ellas Alá
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El asesino de Algeciras sufrió un rápido proceso de radicalización, de apenas dos meses, según los testimonios recogidos por ABC. De consumir alcohol y hachís, Yazine Kanza, marroquí de 25 años, pasó a cortar esos consumos, obsesionarse con la idea de Dios, leer ... el Corán y dejarse barba larga, aunque sus más cercanos nunca pensaron que llegara a cometer una salvajada como matar a machetazos a un sacristán, herir en el cuello a un sacerdote y golpear en un ojo a un chaval de 20 años magrebí que le pareció un ‘infiel’.
Kanza tenía antecedentes por problemas psiquiátricos en Tánger, aunque estaba estabilizado. Llegó a España en 2019 y en junio de 2020 ya se había ordenado su expulsión por estar en situación ilegal. Nunca, sin embargo, ni en España ni en Marruecos, había estado bajo el foco de la Policía como sospechoso de haberse radicalizado. No solo no tenía antecedentes de este tipo, sino que ni siquiera le constaban detenciones.
La hipótesis policial, a falta del avance de la investigación, es que no tenía contactos con ningún grupo yihadista, ni tampoco hay constancia de que se reuniera con otros individuos también radicalizados. Sería, por tanto, un ‘lobo solitario’ -o ‘actor solitario’ como prefieren denominarlos algunos expertos-, inspirado por los mensajes de organizaciones terroristas como Daesh pero sin adscripción a grupo alguno. No obstante estamos en las primeras horas de la investigación y hay que esperar aún al análisis de cinco USB que habrían sido intervenidos en el registro de la vivienda del detenido y, sobre todo, de su teléfono móvil, ya que se podrán conocer sus contactos.
En el registro del piso ‘okupado’ en el que residía, que se prolongó hasta las cuatro de la madrugada, los investigadores encontraron además la funda del machete utilizado en los ataques y tomaron declaración a las dos personas, también marroquíes, que residían en el inmueble. Ninguno de ellos tenía relación con los hechos, así que quedaron en libertad.
El hecho de que el criminal tuviese antecedentes psiquiátricos no desvirtúa la raíz yihadista del ataque. De hecho, no es la primera vez que son detenidos yihadistas con patologías mentales. De la misma forma es relevante que estuviera en situación ilegal en España, no porque los inmigrantes irregulares sean más proclives al radicalismo, sino porque la marginalidad es uno de los factores que ayudan a ese proceso. Muchos de los detenidos más relevantes de los últimos años por este tipo de terrorismo estaban en esa misma situación, según recuerdan fuentes policiales consultadas por ABC.
Auto judicial
El Juzgado Central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional, encargado de las diligencias, ha decretado el secreto de sumario. No obstante ABC ha tenido acceso al auto por el que se autorizaba el registro en la vivienda del detenido, que aporta claves de lo sucedido.
Según ese auto, cuando iba a matar a Diego Valencia, Yazine Kanza sujetó el machete con ambas manos, miró al cielo y gritó unas palabras en árabe entre las que se escuchó ‘Alá’. Luego le asestó una puñalada, mortal. El sacristán quedó muerto en la Plaza Alta mientras el criminal se fue a por su siguiente objetivo: la ermita de la Virgen de Europa. No llegó. Fue detenido por la Policía Local cuando intentaba alcanzarla. Se rindió. Tiro el arma y se puso de rodillas. Ahí acabo el ataque.
Desde junio del año pasado se había ordenado su expulsión de España y ni la Policía ni Rabat lo tenían en el foco como yihadista
Así lo reseña el auto de registro, que recoge además cómo Yazine fue sobre las 18.30 horas a la Iglesia de San Isidro, donde inició una discusión con los allí presentes. Dentro de la capilla manifestó «de forma vehemente» que «la única religión que hay que seguir es la islámica». Los testigos, además, dicen que pronunció esa diatriba mientras arrojaba al suelo el Evangelio. Después de este episodio, se marchó.
Sin embargo, regresó a las 19.40 horas profiriendo gritos en árabe. En ese momento estaba fuera, pero se escuchaban desde dentro. Coincidió con el final de la Eucaristía. El sacerdote dio la bendición y bajó del púlpito a ver qué ocurría. En ese momento Yazine sacó el machete de la chilaba oscura que vestía y «agredió súbitamente» al cura. El auto explica que el ataque sorpresivo le provocó graves heridas y que el agresor también trató de atacar a uno de los presentes en la capilla.
A continuación huyó del lugar y bajó 200 metros hacia el Puerto. Así llegó a la Iglesia de la Palma, donde se encontró con el sacristán cuando salía por una puerta trasera. En ese momento, hizo varias acometidas contra su víctima, que pudo huir aunque estaba ya herido. Diego Valencia salió entonces del templo en dirección a la Plaza Alta. Allí fue alcanzado por el atacante, que una vez lo tuvo en el suelo lo mató a modo de sacrificio.
Dos patadas
Fue entonces cuando levantó el machete, miró al cielo, imploró a Alá y le asestó el golpe mortal. Después, se dirigió a la Ermita de la Virgen de Europa, a pocos metros del lugar donde dejó el cuerpo sin vida del sacristán. Intentó entrar, pero estaba cerrado. Los testigos dicen que dio una par de patadas a la puerta, pero fue detenido en ese instante por la Policía Local.
A Yazine se le arrestó por asesinato y lesiones con instrumento peligroso «con fines terroristas». El auto dice explícitamente que pueden estar sus acciones «relacionadas al salafismo yihadista». «La intención de alterar la paz pública mediante la ejecución de actos de terror, es la que habría podido motivar la actuación criminal». El auto precisa que se aprecia una «voluntad terrorista» en la acción del detenido.
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