La última decisión de Marlaska que también «avergüenza» a sus compañeros vascos

«¿Un implicado en un caso de torturas que culminó con la muerte de una persona inocente es merecedor de ascensos y condecoraciones?», cuestionaba el portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, en su escrito. Poco después, los nacionalistas redoblaban su presión desde el Parlamento vasco con una declaración conjunta de PNV, EH Bildu y Podemos. El acuerdo, que denunciaba el ascenso de Espejo por su «vinculación» con la muerte de Zabalza, sumó el apoyo de 58 de los 75 parlamentarios.

Aunque los socialistas vascos no apoyaron esa resolución, sí se pronunciaron poco después al respecto vía comunicado. El grupo parlamentario expresaba su «solidaridad» con la familia Zabalza y mostraba su compromiso para seguir trabajando «en políticas de reparación y justicia» para las víctimas del terrorismo y otras violencias.

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La polémica, que durante días se circunscribió a la política vasca, ha escalado decibelios definitivamente esta semana, después de que Marlaska ratificara en el Senado su acuerdo con el ascenso del polémico teniente. En su respuesta al PNV, el ministro del Interior retó a los nacionalistas a aportar «alguna resolución judicial o imputación formal» que implicara a Espejo. Recordó, además, que la llamada guerra sucia ya había sido objeto de «investigaciones sucesivas» y que, pese a las condenas dictadas contra «ministros y secretarios de Estado», ninguna salpicó a este mando. Marlaska también afeó a los peneuvistas que no hubieran puesto objeción alguna a otros nombramientos que había recibido con anterioridad. Son unas palabras en las que, según fuentes de Interior, se ratifica el ministro a día de hoy.

«Siento indignación y vergüenza», respondió el secretario general de los socialistas vascos, Eneko Andueza, cuando le preguntaron por las declaraciones de Marlaska en una entrevista radiofónica. En su opinión, el ascenso de un teniente coronel cuestionado por su vinculación con la guerra sucia «para nada contribuye» a aportar «verdad, justicia y reparación» para «todas» las víctimas. Andueza se puso a «entera disposición» de la familia Zabalza y aseguró que así se lo trasladará al ministro.

Hasta la fecha no ha trascendido que se haya producido tal intercambio de opiniones, pero las declaraciones del líder del PSE suponen un nuevo frente para un ministro demasiadas veces cuestionado en los últimos tiempos. Con él al frente del ministerio se ha culminado el acercamiento de presos de ETA a cárceles vascas y navarras. Esa gestión, que se ha hecho con cartas de arrepentimiento genéricas, indigna a la mayoría de las víctimas. La AVT o Dignidad y Justicia le consideran un «traidor» y la primera decidió retirarle la cruz honorífica que le concedió por su lucha contra el terrorismo como juez.

Su gestión de los incidentes en la valla de Melilla también han tensionado las relaciones con PNV, Bildu o ERC, socios prioritarios del Gobierno. Cuando el pasado mes de junio murieron al menos 23 migrantes tras un intento de salto masivo, Marlaska negó que se hubiera producido muerte alguna en territorio español. La Fiscalía archivó el caso.

El cese del coronel Pérez de los Cobos, tumbado por la Justicia, o la dimisión de la directora de la Guardia Civil, María Gámez, con su marido imputado por corrupción, no han hecho sino aumentar la presión. También ha conseguido poner en pie de guerra a policías y guardias civiles por no atender sus peticiones de equiparación salarial con otros agentes autonómicos o por el fiasco de las oposiciones a la Policía, que siguen acumulando cientos de sentencias en contra por arbitrarias.

Es significativo que los reproches lleguen ahora desde una de las federaciones socialistas que más vinculación tiene con Marlaska. Aunque nunca se ha afiliado, sus orígenes bilbaínos le han llevado a representar al Gobierno en numerosas ocasiones en el País Vasco. Como en septiembre de 2020, la última vez que Urkullu tomó posesión como lendakari, tras un pacto de coalición con el PSE.