Embalses blindados frente a la navegación

El mejillón cebra llegó a Europa adherido al casco de los barcos. Y, de la misma forma, el «contagio» se puede producir entre ríos y embalses. Para evitarlo, la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) lleva años aplicando medidas de control y de prevención. En esta cuenca hidrológica hay decenas de embalses en los que se puede navegar con pequeñas embarcaciones de recreo, por el placer de surcar las aguas o para pescar. En concreto, hay 57 embalses navegables en la cuenca del Ebro, de los que 34 se localizan en Aragón, tales como Ribarroja, Mequinenza, El grado, Mediano, Ardisa, Calanda o La Estanca de Alcañiz.

Si una barca ha estado en aguas colonizadas por el mejillón cebra y no se desinfecta correctamente antes de ser llevada a otro río o a otro embalse, el riesgo de que sirva de vehículo para la propagación del mejillón cebra es muy alto. Y para que eso no ocurra, la CHE ha decidido «blindar» los embalses navegables. No se trata de prohibir que haya embarcaciones en ellos —aunque en algún caso se ha prohibido la navegación en embalses donde antes se permitía—, sino de establecer controles de entrada y salida de esas embarcaciones.

El primer paso ha sido identificar todos los accesos que tenían esos embalses, todos los caminos por los que podía llegar una barca remolcada con un vehículo. «El trabajo ha sido tremendo», cuenta Concha Durán, bióloga de la CHE y responsable del programa de lucha contra el mejillón cebra. Ha habido que trabajar embalse por embalse para localizar todos los accesos, los controlados y los que no lo estaban. En total, entre los 57 pantanos navegables de la cuenca del Ebro, se han identificado 629 accesos, de los que varios cientos estaban incontrolados, es decir, no contaban con una valla o un punto de vigilancia que permitiera saber qué embarcación entra y sale remolcada por un vehículo.

El inventario de accesos ya se ha terminado de hacer, después de un año de intenso trabajo para el que se han utilizado fotografías aéreas y recorridos a pie, embalse por embalse.

Ahora se sabe qué accesos hay, quién es su propietario y si está o no controlada la entrada y salida de vehículos. Si no tiene propietario conocido, el acceso se clausura, algo que se irá haciendo progresivamente. Y si tiene propietario —puede ser, por ejemplo, una sociedad de pescadores—, se habla con él y se le indica que debe instalar un sistema para que haya un control en ese acceso. De lo contrario, la CHE lo cerrará.

Hasta la fecha se han clausurado 120 accesos a embalses navegables de la cuenca del Ebro. De ellos, 17 se cerraron hace cuatro años, en el entorno del embalse zaragozano de Mequinenza. Los otros 103 se han cerrado en los últimos meses, en embalses del País Vasco, La Rioja, Cataluña y Cantabria.

«Donde intentamos dejar uno o dos accesos controlados al embalse también debe haber una estación de desinfección», explica Concha Durán. Se trata de instalaciones en las que se limpian los cascos de las embarcaciones, con equipos y sustancias específicas, lo que garantiza que queda eliminada cualquier posible larva o pequeño ejemplar de mejillón cebra y, así, se evita que cuando esa embarcación vaya a otras aguas no pueda llevar allí este molusco invasor.

De hecho, si el embalse no cuenta con estación de desinfección, no se puede navegar en él. Y como hay empresas privadas dedicadas precisamente a actividades náuticas, en muchos casos esas estaciones de desinfección son construidas por las propias empresas que se dedican a estos negocios.

Además, hay que tener en cuenta que hay un control oficial de embarcaciones. Cuando una barca pasa por una estación de desinfección se le extiende un documento acreditativo que es exigible por el Seprona de la Guardia Civil.

En estos momentos hay 27 estaciones de desinfección contra el mejillón cebra repartidas en distintos puntos de la cuenca del Ebro. De ellas, 16 las ha puesto la Administración y once han sido financiadas por particulares. De momento no está prevista la construcción de más estaciones de este tipo por parte de la Administración, pero sí por particulares. Por ejemplo, recientemente entró una solicitud en ese sentido por parte de una asociación de vecinos que pescan en verano en el embalse vasco de Urrúnaga. Todo esto forma parte del plan de lucha contra el mejillón cebra en la cuenca del Ebro, que abarca otras actuaciones, no sólo el control de acceso a embalses, de la pesca y de la navegación. La CHE lleva trabajando en ello desde el año 2001 y en 2007 puso en marcha el denominado «Plan de Choque».