El Museo Goya de Ibercaja repasa la relación creativa entre Picasso y Goya

Esta exposición, organizada por la Obra Social de Ibercaja, es la segunda que abre sus puertas dentro del ciclo dedicado a repasar la obra creativa de artistas contemporáneos relacionada con el legado creativo de Goya.

Para Picasso, uno de los autores más admirados fue Francisco de Goya, por ello el discurso expositivo incluye también un cronograma que relaciona la influencia de pintor aragonés en Picasso.

En la realización de esta exposición han colaborado El Museu Picasso de Barcelona, La Fundación Picasso-Museo Casa Natal de Málaga, la Galería Antonio de Suñer de Madrid y el archivo fotográfico de Edward Quinn.

«La Tauromaquia» forma parte de un ciclo de cuatro exposiciones que estudian la influencia de Goya grabador en grandes artistas del mundo contemporáneo. Se inició con la muestra de «Los Caprichos de Goya de Dalí», y tras la de Picasso continuará con «Los Desastres del guerra», de los Hermanos Chapman, y «Goya y sus Disparates», de Víctor Mira . Todas ellas indagan en las imágenes, los significados, los pensamientos y percepciones vividas en torno a la obra goyesca y podrán visitarse en el Museo Goya, que expone de forma permanente la colección completa de las series grabadas, un marco excepcional que permite realizar un comparativa paralela de los maestros y establece un doble dialogo entre las estampas pensadas en el siglo XVIII por Goya y las realizadas en el siglo XX, bajo su inspiración, por artistas contemporáneos.

Goya y Picasso son los artistas que mejor comprenden y expresan el mundo de los toros en un país y unas épocas en las que el eje de la sociedad pasaba por los ruedos.

Goya trabajó la serie de grabados de la «Tauromaquia» entre 1814 y 1816, en un momento en el que había realizado las colecciones de las copias de Velázquez y los Caprichos, y estaba metido en la creación de Los desastres de la Guerra, simultaneando ambas series en algunos casos.

El pintor aragonés muestra una visión histórica de la tauromaquia en España desde la antigüedad. Puso en relieve las diferencia entre las dos escuelas de toreo que dominaban el panorama en la época, la navarro- aragonesa, con el Estudiante de Falces, Juanito Apiñani y Martincho por un lado, y la sevillana por otro, con Pepe Illo y Pedro Romero. Además, representó las diferentes suertes del toreo. Inicialmente grabó 33 planchas, aunque siete cobres fueron trabajados en el anverso y reverso, composiciones desechadas por el artista que no forman parte de la primera y segunda edición, pero que fueron incorporadas a las sucesivas.