La Iglesia regala 900 tarjetas telefónicas entre otros tantos presos aragoneses

Cada una de esas tarjetas cuenta con cinco euros de saldo. «La familia es el microclima, el ecosistema más antiguo y potente de la humanidad, una tabla de salvación. Por eso queremos regalaros estas tarjetas, cinco minutos de oxígeno para respirar», explicó monseñor Pérez Pueyo ante los presos de Zuera.

El prelado, que ofició una misa en esta cárcel junto al capellán de la prisión, Raúl Revilla, animó a los reclusos a no perder la esperanza y a recuperar su libertad interior como primer paso para conseguir la libertad plena: «Alejaros de la mentira, de la cobardía, de la inteligencia interesada o de la chulería, y haced de la cárcel una familia, un hogar lleno de valores en el que sea Navidad los 365 días del año»

Uno de los internos, Armando, que tiene 38 años y lleva desde los 29 en prisión -espera obtener pronto el tercer grado- explicó que las tarjetas de teléfono son de los efectos personales «más codiciados» en la cárcel, porque no todo el mundo puede comprarse una: «Este regalo es un soplo de aire fresco que nos permite sentir cerca a los que más queremos», explicó.