Los tentáculos de la yihad entraron en Andalucía para lavar cerebros por internet
Varias operaciones de la Guardia Civil han hecho caer a varios 'soldados virtuales' de la 'yihad de la palabra' en Algeciras, Almería o Málaga
Una de las operaciones acabó con el mayor aparato de propaganda de Estado Islámico
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Yazine Kanjaa llevaba semanas mirando el móvil. Todo le molestaba, solo aquello que salía por su teléfono tenía la verdad absoluta. Mensajes consumidos de forma compulsiva marcaban su forma de vivir. Su cabeza cambió en dos meses. Fue expulsado de una mezquita por ... sus soflamas salafistas. Días después, el 25 de enero del año pasado, colgó la mishaba en el patio del habitáculo ocupado donde vivía, se enfundó un machete y atacó en Algeciras.
Hirió al sacerdote Antonio Rodríguez en San Isidro y luego mató al grito de «Alá es grande» al sacristán Diego Valencia en La Palma. «Una radicalización exprés a través del móvil», determinó la Audiencia Nacional. «Muchas veces se minusvaloran operaciones contra terroristas que adoctrinan con propaganda, pero es un riesgo real», aseguran a ABC fuentes de los Servicios de Información de la Guardia Civil, que añaden que Estado Islámico (Daesh) es la referencia internacional de esta propaganda.
El atentado de Algeciras es enmarcado por la Audiencia Nacional en una estrategia de ataques contra el Cristianismo en Europa. Una acción coordinada a través de internet con portales de adoctrinamiento e incitación a la violencia. ‘Muyaidines’ al servicio de la propaganda de los ‘munasires’, una legión de adoctrinadores del cibercalifato a los que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad tratan de ponerle coto.
En Algeciras, precisamente, Almería y Gerona la Guardia Civil llevó a cabo a mediados de junio con el FBI y Europol una de las operaciones más importantes contra esta maquinaria de lavado de cerebros. «Tumbamos un montón de servidores de distintas entidades mediáticas. Impactamos contra el medio para dificultar su libertad de acción en el plano virtual. Esa capacidad de llegar a miles de personas desde una simple web», apuntan.
El objetivo fueron los servidores de la Fundación I’lam. «La mayor red de propaganda de Daesh en el mundo», resaltó el FBI. Este portal es una biblioteca virtual de contenidos. Una especie de Netflix, HBO o Amazon Prime capaz de albergar terabytes de información en vídeos, documentos, manuales, discursos, recomendaciones, imágenes, pódcast o hasta enlaces para aplicaciones de propaganda en 30 idiomas.
«Un simple link o un QR hace que sea más difícil de eliminar, porque no lo puedes borrar. Lo quitas en un sitio y ya está en otro», apuntan. A la vez los servidores tenían portales más pequeños con la misma finalidad y el mismo funcionamiento. Webs donde los contenidos estaban estructurados. Nada al azar.
Por un lado, están los ‘oficiales’ de Daesh. «Son aquellos que tienen el sello de Estado Islámico», explican las fuentes. El centro de lucha contra el terrorismo de West Point sitúa en la cabeza de esta propaganda a un comité y a un consejo de medios de Daesh. Y ahí se integran, por ejemplo, la agencia de noticias Amaq, revistas como Daqib o Rimayah, así como un enjambre de radios, productoras y hasta la editorial Al-Himmah, que llegó a sacar una aplicación para enseñar árabe a los niños.
Por otro lado, está la propaganda ‘no oficial’, que no tiene el sello del Daesh, pero que se ajusta a los discursos de los líderes de Estado Islámico sin fisuras. «Son polos de concentración y producción de contenidos de calidad profesional», añaden desde la Guardia Civil, que destacan la revista Voice of Khorashan, vinculada al ISKP, que es la rama más activa de Daesh o la Fundación Sarh Al Khilafa. «Esta propaganda es muy seductora. Gente que no tenía contacto con la religión acaba convencida por todo este aparato casi sin darse cuenta», afirman.
A bajo coste
La mayor complicación para eliminarla es la multitud de servicios y plataformas disponibles. Desde la nube a páginas web, redes sociales o mensajería. «El uso combinado hace que neutralizar completamente la propaganda sea imposible. Además, los servidores están en otro país, donde atacarlos requiere acciones coordinadas a nivel internacional y muy complejas», añaden las mismas fuentes.
Todo esto sin una financiación excesiva, porque estas estructuras cuestan muy poco por los precios de un servidor o un dominio web. «No se paga la mano de obra. Son creyentes convencidos de hacer la yihad. No hay contrataciones para generar contenidos o difundirlos, pero son muy profesionales», remarcan los expertos. Un detenido en Cornellá hasta usaba inteligencia artificial para mejorar su propaganda y el alcance de ésta.
En todo esto hay una figura clave: los munasires. Los soldados virtuales de la ‘yihad de la palabra’. En Málaga hay dos ejemplos. Por un lado un Tiktoker que llamaba a cometer atentados como el de Moscú con 140 muertos. Compartía vídeos con mensajes radicales para ganar adeptos.
Igual que el grupo juvenil nacido en Melilla y que se extendió por Málaga y Madrid, que adoctrinaba e incitaba a las acciones armadas (yihad de la espada). «Son un altavoz y dan promoción a su ideología, a sus finalidades. Es una comunicación descentralizada», insisten desde la Guardia Civil, que añade que en los últimos discursos del portavoz del Daesh, Abu Hudayfah Al-Ansari, había pasajes específicos para ellos.
«Eso denota la relevancia que juegan a día de hoy todos los simpatizantes desde una órbita que no es oficial, dentro de la ideología radical. Estos elementos son una caja de resonancia para que los discursos sigan estando en el día a día a lo largo del mundo», explican los expertos, que dicen que Daesh tiene la necesidad también de marcar las pautas para no perder su posición de referencia frente a otras organizaciones como Al Qaeda.
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