Nutriscore, juego de colores contra la dieta mediterránea

Como el jamón, el aceite de oliva también quedaba ubicado en la zona medio baja de la tabla de colores, machacando su reputación como alimento excelente de la dieta mediterránea. El algoritmo le asignaba la letra C, al considerarlo una grasa, situándolo al mismo nivel que el aceite de colza, por ejemplo.

La explicación es que aquel algoritmo se calculó a partir de la cantidad de energía de algunos nutrientes, sin tener en cuenta la cantidad o la frecuencia del consumo, sin hacer diferencias sobre la cantidad y calidad de las grasas de cada alimento y sin atender al grado de procesamiento de los alimentos, lo que blanquea a productos calificados de insanos por dietistas y nutricionistas.

La trascendencia del invento no es poca, el «semáforo» puede condicionar la ubicación de los productos en los supermercados, que incluso pueden ser desfenestrados por cadenas de alimentación cuyos países ya han asumido el sistema, como Francia, en 2017, o Bélgica. Algunas marcas se ha apresudado a defender el sistema y utilizarlo como eje de sus campañas de promoción , de forma que unos cereales chocolateados se presentan al consumidor como más saludables para desayunar que un pan con aceite.

España se posicionó en contra de Nutriscore en 2016. Entonces, la ministra Isabel García Tejerina ya expuso las objeciones de nuestro país en el Consejo de ministros europeo. En el frente de países contra el sistema destacaba Italia que advertía del perjuicio del semáforo para alimentos fundamentales de la dieta mediterránea. Su ministra de Agricultura, Teresa Bellanova, planteaba este verano a su colega de cartera en España, Luis Planas, que había que luchar unidos para replantear el sistema. Pero España, de la mano del Ministerio de Consumo, que dirige el coordinador de IU Alberto Garzón, está decidido a encender ya el semáforo a pesar de la oposición de sectores como los aludidos del aceite de oliva y el jamón, las denominaciones de origen o la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética.

En realidad, el Gobierno solo puede por ahora recomendar a los productores que asuman este etiquetado, ya que Bruselas no decidirá sobre su obligatoriedad hasta después de 2022.

La movilización del sector del aceite de oliva ha conseguido al menos que el Gobierno de España se replantee su inclusión en el sistema. Garzón anunció que el aceite de oliva quedará exento de este etiquetado . No ocurre lo mismo con el jamón, según reconocía este miércoles la directora general de Consumo que exigía más avales científicos para liberarlo del sambenito de ser un producto poco saludable.

La declaración del portavoz del Gobierno andaluz, Elías Bendodo, criticando que «Ahora vengan estos señores comunistas a decirnos que el jamón es perjudicial para la salud» , ha avivado la polémica. A la vista de las respuestas, se demuestra que el semáforo de Garzón inquieta al Gobierno por el frente que puede abrir en el potente sector de la Alimentación en plena crisis.