Bretón, aislado del ruido con tapones y un antifaz
Bretón no mostró inquietud alguna la primera noche tras conocerse el hallazgo de huesos de los niños desvelado por los informes científicos
a. g.
Para José Bretón, el lunes fue un día cualquiera en el módulo de ingresos de la prisión provincial de Alcolea. Pese a estar permanentemente informado de todo lo que pasa en el exterior, gracias a la televisión y los periódicos, no mostró signo alguno de ... sorpresa ante la noticia de portada del hallazgo de posibles restos óseos de sus hijos entre los restos de la hoguera que él mismo inició en la finca de Las Quemadillas.
«Bretón se comportó como un día cualquiera, pasó tiempo en el patio, revisó la prensa, vio la tele y no mostró signo alguno de incertidumbre. Llegada la noche, se colocó sus tapones en los oídos y el antifaz en los ojos, y se aisló de todo para dormir», indican las fuentes consultadas en la prisión cordobesa, donde relatan que, desde hace semanas, el recluso se evade de esta forma de la presencia y vigilancia del recluso de confianza que comparte la celda con él.
Este mismo comportamiento impasible y de aislamiento emocional fue el que ayer demostró en la finca de Las Quemadillas, en donde no mostró interés alguno en los trabajos que se realizaron para determinar si realmente mató e incineró a sus hijos el pasado mes de octubre.
Por lo demás, la vida de Bretón sigue exactamente igual en el penal cordobés. Habla poco, intenta convencer a todo el mundo de su inocencia, pregunta por sus hijos. «Lo único que ha cambiado en las últimas semanas ha sido que ha reclamado en varias ocasiones cambiar de celda y pasar a una de la planta superior del módulo de ingresos», indican las fuentes consultadas, que aseguran que la solicitud ha sido rechazada por parte de la dirección del centro penitenciario cordobés.
Los motivos para rechazar el cambio de celda no son otros que la intuición de que Bretón quiere ser fotografiado desde la celda. «Ahora mismo están en la planta baja y hay un muro que impide ver la celda de Bretón, si se le pasara a la planta superior, y con el equipo técnico adecuado, podría ser fotografiado», indican las fuentes consultadas, que recuerdan que «cuando Ruth Ortiz se manifestó ante las puertas de la prisión, los gritos y las bocinas se oían perfectamente desde el módulo de ingresos, imagine lo que hubiera sido que él hubiese asomado la cabeza desde su celda», señalan.
Junto a esto, lo que también ha cambiado ha sido el endurecimiento del protocolo antisuicidios que, en los últimos meses, se había relajado y permitido a los presos de confianza «poder disponer de un colchón para que durmieran mientras vigilaban el sueño de Bretón». Un sueño que, pese al ruido mediático, sigue siendo profundo.
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