Impuesto de Sucesiones en Andalucía: en deuda perpetua por una herencia

El origen se remonta a octubre de 2010, cuando tuvo lugar el fallecimietos de Concepción Hidalgo, viuda y sin descendencia, que le dejó sus bienes inmuebles a su sobrina, que la cuidó hasta sus últimas horas. La herencia consistía en una vivienda en la localidad de San José de la Rinconada, situada a 12 kilómetros de Sevilla, un local comercial en la planta baja del mismo edificio y la mitad indivisa de una parcela de tierra de regadío en el municipio. Una serie de i nmuebles que la Administración tasó en 661.242,93 euros .

Lejos de ser una alegría o un alivio económico para los beneficiarios, éste fue el comienzo de una pesadilla que dura ya diez años. El montante de la tasación produjo un Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones de 206.925,45 euros. Un cifra que era totalmente inabarcable para una familia de condición humilde . Y la demora en el pago, le generó una deuda aún mayor, a pesar de los esfuerzos de Carmen Julia García Mesa, abogada de la familia, en demostrar que los valores fijados por la Administración estaban «inflados», llegando a presentar un recurso extraordinario el 29 de noviembre de 2019, ante la Consejería de Hacienda, en el que solicitaba la revisión del expediente.

« La única opción que nos quedaba era vender la vivienda y el local —reconoce Francisco—. De la parcela de tierra sólo tenemos la mitad, la otra pertenece a mi tío que sí ha pagado el correspondiente impuesto y que si la vende en su estado ruinoso actual, le perdería dinero».

Hasta la fecha sólo han podido vender el local comercial por 200.000 euros, lo que le ha servido para liquidar la parte principal de la deuda, pero aún tienen que hacer frente al abono de 100.171,76 euros en intereses de demora y recargos , porque les fue imposible saldar las deudas con Hacienda a tiempo.

«Estamos intentando vender la casa, pero a día de hoy no hemos obtenido una oferta que liquide la deuda. Nos ofrecen 70.000 euros como mucho y no podemos dejar a deber 30.000 euros , ya que sobre mi vivienda familiar aún pesa una hipoteca de 25.000 euros», reconoce Francisco, quien con tan sólo 26 años ha tenido que hacerse cargo de todos los trámites.

Carnicer reconoce que se encuentra en un «laberinto sin salida», pero no deja de luchar. «Se ha abierto una vía para un posible un fraccionamiento de la deuda y pago en tres años. Tendríamos que pagar unos 2.700 euros al mes , cantidad que se escapa de mis posibilidades. Somos cinco en la vivienda de los que sólo dos podemos trabajar: mi padre, que es taxista; y yo, que soy teleoperador», explica Francisco a la vez que reconoce que en su casa «no entran más de 1.500 ó 1.600 euros al mes».

 Y mientras hace cuentas y baraja las pocas opciones que tiene, vive con miedo constante a que un día le llegue una orden de embargo. «Sé que tengo una sentencia de ejecución, pero no sé cuándo será y de qué manera» , dice. Y es que la vivienda habitual de la familia Carnicer ha estado a punto de ser subastada en dos ocasiones: una en 2016 y otra en 2019, en ambos casos pudieron paralizarla.

«Diez años sin vida son muchos. No podemos tener nada, porque nos lo embargan. Nos sentimos como unos ladrones, pero nosotros no hemos robado nunca , ni dejado algo sin pagar. Todos los problemas empezaron la con herencia. La única solución era rechazarla, la única y la mas injusta», se lamenta.