Etxebarría: «Estáis buscando algo que ya habéis encontrado»
El geofísico Luis Avial recuerda que la Policía orientó el trabajo del geo-radar a la hoguera
cruz morcillo
«Sobre este fuego fueron quemados los cadáveres humanos de dos menores de unos seis años uno, e inferior a esta edad, otro, de unos dos años». Esta es una de las terribles conclusiones (hay diez) a las que llega el profesor Francisco Etxeberria en ... el informe que establece que los huesos hallados en la hoguera de Las Quemadillas pertenecen a dos niños, y no a animales como sostenía una pericial de Policía Científica. «La combustión de los cuerpos se tuvo que producir sobre llamas de fuego vivo con temperaturas muy elevadas y superiores a los 650-800 grados necesarios para lograr la cremación de todas las partes blandas de los cadáveres alcanzando incluso la incineración generalizada de los huesos», prosigue el documento que ha dado un giro radical a la investigación del llamado caso Bretón.
Según Etxeberria, la muerte fue de tipo violento homicida y es «verosímil y razonable considerar que los menores que se busca fueron quemados en dicha hoguera». Tras este informe contundente y el posterior del paleontólogo José María Bermúdez de Castro, que fija que hay restos de un niño de 6,22 años, ahora el juez instructor está a la espera de la pericial encargada al Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses.
Ese informe tiene que aclarar cuál de las pruebas anteriores es válida, es decir, determinar si los restos hallados son humanos (como argumentan los dos especialistas citados) o de animal, como sostuvo una facultativa de la Policía. Para analizar los restos se ha formado un equipo mixto con profesionales del centro y otros expertos ajenos a él.
Mientras llegan esos resultados el concienzudo informe del profesor Etxeberria, de 104 páginas, ha dado un giro al caso y ha colocado a José Bretón más cerca que nunca de sentarse en el banquillo por la muerte de sus hijos, gracias a la concienzuda labor de los investigadores de la UDEV.
La hoguera fue su obsesión desde el primer momento, tal y como explica el geofísico Luis Avial, que ha colaborado con la Policía en este tiempo con los medios de su empresa Cóndor Georrádar. «La huella térmica de la hoguera era anormal, lo vimos desde el primer momento, un rectángulo. Pasamos el geo-radar y se vio que no había nada, pero aun así se profundizó más de un metro con martillos neumáticos». Era la primera semana tras la desaparición de los niños, cuando también se peinó el huerto.
La segunda ocasión se revisaron lasdos casas de la finca completas; se hallaron algunos puntos, se comprobaron y en el 99,9 por ciento se concluyó que allí tampoco estaban los pequeños. «Hace relativamente poco, la Policía, que ha hecho un trabajo fantástico, me llamó para hablar de la hoguera y preguntarme mi opinión. El rectángulo me llevaba a pensar en una especie de barbacoa, y así lo expuse. Los investigadores callaron y me recordaron que el análisis de huesos era negativo», señala Avial.
Coincidencias
Unos días después, ya en julio Avial que colabora habitualmente con el profesor Etxeberria le enseñó a éste las imágenes de la hoguera de Córdoba y le habló de los frustrantes rastreos. «Estáis buscando algo que ya habéis encontrado», le espetó su amigo y colega que le habló además de la fragmentación que sufren los huesos al ser sometidos al calor y la dificultad que entraña en esas condiciones separar con claridad. A partir de ahí, los investigadores tomaron nota y el juez decidió que merecía la pena intentar un nuevo estudio, dado que todo seguía apuntando a Las Quemadillas. Se hizo el pasado día 13 y el 14 ya había unas conclusiones, que fuerontan reveladoras como se ha explicado.
Avial es una de las pocas personas al margen de la investigación que ha tenido contacto directo con Bretón durante estos meses, en concreto en los registros de Las Quemadillas. «A mí me llamó muchísimo la atención un detalle en la segunda búsqueda. Estaba sentado en una silla fuera y los policías entraban y salían de la casa. Les hice una foto con la cámara termodinámica a todos y al analizarla él marcaba una temperatura de 1,9 grados más que el resto, 39 grados. Ni tosió ni se quejó ni parecía enfermo. Aparentemente estaba tranquilo, pero su cuerpo parecía en ebullición». Esa noche tampoco se halló nada en la finca
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