cronología
Crónica del castigo más doloroso
En uno de sus últimos autos, el juez llegó a relatar cómo nació, creció y gestó su maquiavélico plan Bretón por venganza hacia su mujer
B. L. y B. L.
En uno de sus últimos autos, el juez del caso desmenuza cronológicamente cómo surge la idea en Bretón de hacer desaparecer a sus hijos por venganza hacia su mujer. El magistrado se remonta al 15 de septiembre de 2011 . Ese día, ... Ruth, que «llevaba algún tiempo planteándose romper su relación con su esposo», le dice a su marido que «ya no le quería», escribe el magistrado. Tal manifestación disgusta profundamente al hoy encausado. Unas 48 horas después, Ruth confirma a Bretón su decisión definitiva de romper la convivencia, abandonar la casa que comparten. Ambos acuerdan que la madre se haga cargo de los pequeños, pudiendo el padre tenerlos fines de semana alternos.
José Bretón , «obsesionado» por la ruptura de «su esquema de vida familiar», comenzó a idear la posibilidad de causar un «daño grave» a su aún esposa como « represalia », cita el juez, si no lograba retomar la relación. Para materializar su plan, comienza a acudir a la finca de sus padres en Las Quemadillas . Según el magistrado, estuvo en ella numerosas veces -«once, al menos»- hasta el fin de semana de la desaparición.
Durante ese tiempo, mientras hacía creer a su familia que realiza reformas en la casa de la parcela, « estuvo ideando la estrategia para, aprovechando que tenía a sus hijos en su compañía, hacerlos desaparecer». En su razonamiento, el togado advierte que pudo «pasar noches enteras estudiando y dando cumplimento a su plan preconcebido», si bien mantenía «en suspenso» su ejecución hasta dilucidar su futuro con Ruth.
Es entonces cuando redacta una extensa carta en la que trata «a toda costa» de reanudar la relación con su mujer . Pero se da la circunstancia de que como tenía ya tomada una decisión «en firme» si su esposa no aceptaba volver con él, rechazó cambiar el turno de fines de semana que le correspondía, pese a que se lo propuso Ruth, y la variación le era provechosa debido a la boda el 7 de octubre de su mejor amigo y el bautizo una semana después de su sobrino.
Sin embargo, el encausado se obceca en no variar el calendario de custodia «al tener tomada su decisión final y querer llevarla a cabo de forma inmediata». El magistrado advierte, en un párrafo sobrecogedor, que José Bretón tenía ya « una firme decisión de hacerlos desaparecer , que desde ese momento no dieran señales de estar vivos o muertos, como forma de infligir a su esposa el castigo más doloroso que pudiera haberse imaginado».
Sin reconciliación
El encausado queda con Ruth el 7 de octubre por la mañana en una cafetería, donde le entrega la carta y flores, «esperando que ella la leyera y le respondiera». Sin embargo, su mujer, que se hallaba en « tratamiento psicológico » por la ruptura, declina contestarle, lo que «le disgustó profundamente». El padre decide llevarse a sus hijos a Córdoba. Los recoge en casa de la abuela materna y coloca las tres maletas de los pequeños en el asiento delantero de su coche para que la abuela no pudiera ver que en el interior del maletero portaba una serie de efectos no determinados destinados «a dar cumplimiento a su fatal designio ».
Ese viernes 7 de octubre deja a los niños con su hermana y pasa por la parcela. Llama a una exnovia y vuelve por casa de Catalina. Bretón plantea a sus hermanos ir al día siguiente a la Ciudad de los Niños ; comenzaba así «a preparar su coartada». Igualmente les comenta que comería con unos amigos, «sin especificar cuáles», el sábado al mediodía, pero « no había quedado con nadie ni tenía intención alguna de hacerlo ». Lo que pretendía era hacerse ilocalizable.
El día de la desaparición, el encausado lleva a las 10.30 a los pequeños en su coche a la casa de su hermana Catalina , donde los deja. Seguidamente, se marcha y guarda su vehículo en la cochera de casa de sus padres, volviendo a pie a la vivienda de su hermana sobre las 10.40 o 10.50. Nada más llegar allí, «sin poder precisar si con connivencia de Catalina o su cuñado, José » toma el Kia Picanto de éstos y se va a Las Quemadillas, adonde aparece en unas imágenes con otra persona. Permanece allí hasta poco después de las 11.14. El motivo «muy probablemente estuviera relacionado con su propósito de hacer desaparecer a sus hijos».
Regresa a Córdoba y sigue intentando contactar con su esposa para ver si ha tomado alguna decisión respecto a la carta que le escribió. Pero Ruth no atendió a sus llamadas. Mientras su hermana compra en un centro comercial y el padre permanece con sus hijos y sobrinos en su casa, éste ve que se le echa el tiempo encima por la tardanza de Catalina. Es su cuñado quien lleva a José y sus hijos a casa de los padres de Bretón. Allí, éste, con sus hijos, toma rápidamente su Opel Zafira . El «pretexto» de las prisas es la comida con unos amigos.
A las 13.31, su vehículo es visto por la calle Joaquín Altolaguirre. Es el último momento en que «existe constancia» de que Ruth y José estaban con él. Se dirigen a la finca de Las Quemadillas. Llegan a ella un cuarto de hora después, de acuerdo a una cámara del Centro de Inserción Social , cercano a la parcela. Poco antes, había comprobado que «Latitude» (sistema de localización) en su móvil estaba desconectado. Tras entrar en la finca, realiza la «llamada decisiva» a su esposa a las 13.48. Ella nuevamente no descuelga por «recomendación de su psicólogo».
Rodríguez Lainz sostiene que, al no recibir respuesta de Ruth, Bretón «decidió ejecutar el plan preconcebido», incluida la famosa hoguera. «Desactivó su móvil y evitó cualquier riesgo de ser localizado». Contaba con 3 horas y 48 minutos. Un agujero negro.
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