La Costa del Sol, un refugio cada vez más difícil para los ‘malos’ de Europa

Los enlaces de las policías de terceros países contactan con ellos para ofrecerles datos o pistas sobre posibles criminales ocultos, que son reclamados por sus naciones de origen. «Solemos tener reuniones todas las semanas con ellos para saber novedades», explica la inspectora, que no es identificada por razones de seguridad. «Los suecos son los más peligrosos» , aseguran en un grupo de Udyco que llevó a cabo vigilancias en hoteles de Marbella a la banda de sicarios que llegó incluso a atentar con bombas en la Costa del Sol.

Una vez que llega la información sobre un determinado delincuente se analiza, se evalúa, contrasta y se trata de localizar al fugitivo. «Es complicado, porque ellos se mueven mucho, cambian de alquileres, domicilios, toman medidas de seguridad…», explica uno de los policías del grupo, que lleva veinte años haciendo este trabajo y que señala que a veces pueden pasar meses siguiendo una persona y hasta años.

Recuerda el caso de un nórdico que se ocultó en su domicilio durante un año al que no podían detener. «No teníamos permiso judicial para entrar, lo veíamos por la ventana, pero no podíamos entrar. Lo logramos porque se cambió de casa», asevera el policía, que señala que al final, tarde o temprano, los encuentran, detienen y ponen a disposición de la Audiencia Nacional , que es la que decide sobre la extradición.

«Siempre cometen errores», apostilla la inspectora, aunque hay algunos criminales sobre los que llegan informaciones de sus países, que llevan hasta diez años ocultos sin saber dónde están. «Los mafiosos italianos son los más complicados», señala el agente más veterano, que recuerda también el caso de un traficante británico que tomaba muchas precauciones, como tener dos salidas alternativas siempre, y tenía una amplia red de colaboradores . «Se nos llegó a escapar una vez», explica el agente.

Son peligrosos, armados y sin nada que perder, pero no suelen oponer resistencia , como los dos hermanos sicarios franceses capturados en la Estación María Zambrano al ser reconocidos por un policía que había trabajado con su ficha. «Cuando escuchan que somos policías se relajan, porque ya saben que no somos de una banda contraria que los va a matar», explica la inspectora, en ese momento suelen preguntar por qué se les detiene y pedir una llamada con su abogado para que los asesore. Así llevan más de 70 detenidos este año. Según sus datos, supone más de un 30 por ciento de los fugitivos de España.

Aunque a veces no es así. Los miembros de este grupo recuerdan a los franceses que se saltaron un control porque dos tenían órdenes de detención y entrega. Causaron heridos entre los policías que había en aquel control rutinario. «A veces detenemos gente y, al identificar a los que están con él y pasarlo a su país, nos llega a los dos días una orden detención contra alguno más porque también tiene cuentas pendientes», señala el agente. «En ese caso, hay que buscarlo y detenerlo para enviarlo también a su país», abunda la inspectora.

En sus manos hay un libro de registro. «Lo llevamos todo anotado», explica mientras contabiliza más de 100 extradiciones efectuadas este año entre la Costa del Sol, Ceuta, Melilla y el Campo de Gibraltar. En las páginas, como si fuera un detalle contable, se reseña el nombre del fugitivo, la detención y el delito más grave por el que era buscado. «Lo que más hay es por tráfico de drogas», asevera este agente, que también se detiene en los que tienen causas pendientes por asesinato o por secuestro, como los detenidos en la operación ‘Taxus’, donde capturaron a un holandés considerado uno de los mayores narcotraficantes de Europa.

Más de la mitad de los detenidos se valen de documentación falsa para seguir con sus actividades ilícitas, como el caso de ‘The Monk’ , un peligroso mafioso buscado por Irlanda que fue detenido por la Guardia Civil con pasaporte croata. «No vienen a jubilarse, ni a retirarse. Siguen con su actividad para llevar la misma vida», explica la inspectora, que asegura que se afincan en la Costa del Sol por la cercanía con Marruecos, que permite controlar las rutas del narcotráfico desde África, además del clima y de ser un lugar en el que están cómodos y seguros. «Se puede gastar mucho dinero sin levantar sospecha y vivir en el anonimato en una de las urbanizaciones de la costa», señala.

Pero el cometido de este grupo no es sólo encontrar y detener fugitivos. En el recuerdo de estos agentes está el día que llegó la orden de buscar a una chica finlandesa . Su familia denunció que estaba secuestrada en Mijas y que había sido engañada para hacer de ‘mula’ cargada de droga, aprovechando su minusvalía, hasta su país. Se negó a ello, por lo que fue asesinada, desmembrada y enterrada en el campo. Al final, todos los culpables fueron detenidos y el caso se lleva en un juzgado de Finlandia. Aquella comisión de investigación todavía se recuerda en el grupo.