Cómo apañarse con tres euros al día en Andalucía

En el anverso de la situación del mercado de trabajo español están los 512.000 asalariados andaluces que ganaron más de 30.000 euros durante el ejercicio de 2020. Sus retribuciones absolutas superaron los 23.000 millones de euros y las retenciones los 5.042 millones. Ganaron de media 45.712 euros, a los que se aplicó un tipo de retención del 21,55 %, según el informe de la Agencia Tributaria que desglosa el mercado de trabajo por tramos de renta.

El informe sobre el mercado de trabajo y pensiones de este organismo del Ministerio de Hacienda revela que en España 1.241.206 asalariados obtuvieron una retribución media anual de 1.174 euros en el ejercicio de 2020. Las retribuciones totales para este colectivo rondaron los 1.560 millones de euros y las retenciones fueron de apenas 30,2 millones de euros.

En Andalucía el sueldo anual medio es aún menor (1.151 euros) y los asalariados que ganan esa cifra son 291.464, según el informe de mercado de trabajo del Gobierno de España. El cociente resultante de dividir la retribución por los 12 meses del año roza los 96 euros, que divididos a su vez entre el número de días de cada mes desembocan en 3,20 euros, que es el gasto diario que debe hacer el trabajador si quiere traspasar la cuarta semana sin deudas.

¿Es posible vivir con 3 euros?: la sorna castellano-manchega aclara que si no se come se llega a fin de mes. Y la andaluza recalca que la esperanza entretiene el hambre. Pero al hambre hay que matarla y sin dinero no hay alimento mercenario que acabe con ella por las buenas. Habrá entonces que engañarla por muy lista que sea. Intentarlo es meterse durante un día en la piel de quienes lo pasan con tan exiguo pecunio.

He aquí la experiencia: Me he levantado a las ocho, que es horario de burgués o parado. La temperatura de mi piso es de 12 grados y siento un frio de estepa rusa por la destemplanza. Habitualmente pongo el calefactor, pero con el precio de la luz a 200 euros es previsible que el asalariado no recurra de entrada al megavatio/hora . Por lo mismo, me he duchado con agua templada. He utilizado un gel de 1,20 euros de la marca blanca.

Por lo general, compro el periódico y desayuno en una cafetería cercana. De haberlo hecho me habría gastado 1,90 en la prensa y 2,10 en el cortado y la tostada y el día habría acabado en el primer café de la mañana. Habría incumplido mi objetivo de no gastar por encima de lo estipulado.

Intentaré adaptarme a las cuentas con una compra frugal. En el supermercado, el salmón noruego envasado se vende por encima de los 16 euros, pero la docena de huevos autóctona sale a 1,65 huevos. A la cesta. También gastó 1,69 en cuatro bolsas de salchichas Campofrío y 1 euro en 5 barras pequeñas de pan. Por la bolsa me cobran 15 céntimos.

Vuelvo a casa. La temperatura ha subido dos grados, pero en mi despacho parece que tiene lugar una pelea de isobaras con el cierzo en el papel de árbitro. No es Siberia, pero dista de ser Benidorm. Aunque miro apasionadamente al radiador, opto por una rebeca y un gorro de lana. Para calentar las manos recurro al entrechoque por rumbas.

Aun así, el frio no se me quita tras dos horas al teclado. Me dirijo al salón para leer un poco. Machado viene al caso: «Españolito que vienes / al mundo te guarde Dios / una de las dos Españas / ha de helarte el corazón». Ya sé cuál. A ver qué dice Miguel Hernández de todo esto: «Carne de yugo, ha nacido / más humillado que bello, / con el cuello perseguido / con el yugo para el cuello». Una estrofa idónea para los hombres yunteros que ganan 3 euros al día.

En una mudanza perdí la pista de los libros de ambos poetas, así que he tenido que leerlos en el ordenador. No podría mantener su conexión a internet. Son las dos de la tarde y sereno. A comer: echo media bolsa de macarrones en una cazuela. Cuando están al dente vierto tomate frito barato sobre ellos . Acompaño el banquete con una botella de agua de 0,21 céntimos. Remato la comida con un café de cápsula que no promociona George. Si añado azúcar el condumio me saldrá en total por un euro.

Hago la digestión. Después, retorno al ordenador. Trabajo durante tres horas seguidas. Llega la penumbra. No enciendo la luz hasta que preparo la cena: una tortilla francesa y un yogur. Cincuenta céntimos de gasto, más o menos. A la una me meto en la cama. Utilizó un frontal para leer en mi teléfono –tampoco podría pagar la línea– una frase de Pedro Sánchez: «Nadie se va a quedar atrás en esta crisis». Creo que dormiré de un tirón. El humor negro es muy bueno para la fase REM.