La sequía condena ya a duras restricciones a dos millones de habitantes en Andalucía
Aumenta la población perjudicada por la fase más extrema de limitaciones en el uso del agua tras el verano más seco
Septiembre deja 34 zonas afectadas por pantanos y ríos que están en situación de alerta o emergencia
Los 3.500 vecinos de Casabermeja, en Málaga, ya se han acostumbrado a abrir el grifo y que no salga ni gota. Desde principios de julio, no disponen de agua corriente para ducharse, lavar la ropa o fregar los platos durante 18 horas al día. ... Las restricciones continuarán al menos hasta que caiga del cielo lluvia suficiente como para acabar con la agonía del embalse de La Viñuela, que abastece a varios municipios de la Axarquía. El pasado 1 de octubre, el mayor pantano de Málaga se encontraba al 7,96 por ciento de su capacidad. Significa que cuenta con 13,16 hectómetros cúbicos en reserva para afrontar un otoño que se ha estrenado con más calor. La Viñuela está en la fase más extrema de la sequía, la de emergencia, lo que se traduce en que no es posible garantizar ni siquiera seis meses de suministro.
Los vecinos de Casabermeja forman parte de la Andalucía sedienta, un territorio que se extiende como una mancha de aceite debido a la prolongada sequía. Solo en la demarcación hidrográfica del Guadalquivir, que gestiona el Gobierno central, hay dos millones de habitantes que se encuentran en el peor escenario, el de emergencia, por la escasez coyuntural de agua en los pantanos. Como consecuencia, ya están padeciendo graves problemas de suministro.
Según el último 'Informe mensual de seguimiento de la situación de sequía y escasez' del Ministerio para la Transición Ecológica, publicado en septiembre, «la población equivalente que se abastece de embalses situados en unidades territoriales de escasez (UTE) en Emergencia (incluyendo las que no tienen el abastecimiento como uso principal) es de unos dos millones de habitantes (el 52% de la población abastecida con aguas reguladas)», precisa el estudio que analiza el impacto que tiene en la población la falta de precipitaciones en la cuenca del Guadalquivir. En situación de alerta y prealerta están el 30% y el 18% de los andaluces que viven en el área de influencia de la citada demarcación, respectivamente.
Pantanos y cuencas en situación de emergencia
En Andalucía hay 34 unidades territoriales o sistemas que se encuentran en fase de alerta o emergencia, como detalla otro informe de la Consejería de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural que toma el pulso a la sequía en las diferentes demarcaciones hidrográficas de la comunidad autónoma.
Hasta el 26 de septiembre pasado, este territorio contaba con 2.431 hectómetros cúbicos embalsados, que representan el 20,32 por ciento de la capacidad total de almacenamiento. Un verano muy seco y caluroso ha dejado los pantanos en mínimos, que estrenan el otoño con 558 hectómetros cúbicos menos que hace un año, cuando la sequía ya estaba dando la cara. En la peor situación están las cuencas del Guadalquivir, que tiene cuatro quintas partes de sus pantanos vacíos (18,65%), y la de Guadalete Barbate, que cuenta con una reserva mínima del 16,27 por ciento. En agosto el sistema del Guadalete entró en emergencia.
La situación va a peor
Lo peor es que aún no se ha tocado fondo. En una semana, pese a las limitaciones en el uso, se ha producido un descenso de 45 hectómetros cúbicos de agua embalsada. Si no llueve de forma abundante en los próximos meses, se multiplicarán los andaluces que sufran cortes de consumo y las pérdidas para la agricultura, que ya han sido cuantiosas en los cultivos de arroz, olivar o trigo.
La sequía ha ofrecido estampas inéditas. Un pantano entero, el de Sierra Boyera en la Sierra Norte de Córdoba, no tiene ni gota de agua desde marzo. De él dependen casi 80.000 habitantes de 26 municipios que no tuvieron más remedio que recurrir a camiones cisterna para llenar sus garrafas. En la fase más severa de sequía se halla desde marzo de 2022 la presa de Martín Gonzalo que surte de agua a 44.000 habitantes en la zona oriental de Córdoba. La capital de esta provincia tampoco se libra de las limitaciones.
La falta de lluvia no sólo es una cuestión cuantitativa. La disminución de las reservas empeora la calidad del agua. Las depuradoras tienen que aumentar los aditivos y energía que emplean para mejorar el sistema de tratamiento. Si la situación no cambia, deberán recurrir a productos más potentes para potabilizar el agua como el carbón activo o la ozonización.
La escasez de agua se agrava en Sevilla
El final de agosto ha empujado a la fase más extrema de sequía al río Rivera de Huelva, que discurre por las provincias onubense y sevillana. Es vital para esta última. De él depende el abastecimiento de 1.480.554 habitantes de 43 municipios de Sevilla. El volumen de agua embalsada que surte a Sevilla es del 32,1 por ciento y «está bastante por debajo de los niveles medios para esta época del año», señala el último informe mensual del Ministerio para la Transición Ecológica.
El Bembézar-Retortillo, que abastece a 200.000 habitantes de Écija, está en emergencia y desde hace más de un año sufre «importantes problemas de calidad» en el agua.
En Huelva, nueve núcleos principales de población en la Sierra de Aracena y Picos de Aroche tienen restricciones parciales o medidas especiales. En la de Jaén, se ha tenido que recurrir a agua de los pozos para suplir las bajas reservas del embalse de Quiebrajano, del que se nutre la capital jienense.
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