Si hay un lugar característico en el camino de las hermandades hacia el Rocío ese es el Vado del Quema y, sobre todo, para quienes lo cruzan por primera vez en su peregrinar hasta la Blanca Paloma antes de Pentecostés.
Se trata de un vado natural del río Guadiamar, denominado así por la finca en la que se encuentra, 'Quema', en la localidad sevillana de Aznalcázar. Es una zona Protegida del Corredor Verde y la flora que lo envuelve es característica, un bosque de ribera donde hay álamos blancos y fresnos; y la fauna, no lo es menos, con aves que están por el agua como la garza real, el pato real o por el aire, como las golondrinas.
En este punto, el propio vado es donde se lleva a cabo el ritual del bautismo de los romeros que se inician en el camino, un momento muy emotivo tanto para el bautizado como quien lo bautiza, que se convierte en su padrino y dedica unas palabras, seguidas del bautizo y de enfervorecidos abrazos. Desde ese momento, hay un rociero más.
Por aquí cruzan los Simpecados, carretas y carros tirados por bueyes, caballistas y romeros a pie, mientras que los vehículos a motor atraviesan por un puente situado a pocos metros de este lugar.
Poca agua
Dada la situación crítica de falta de agua que se está padeciendo, ha habido momentos en los que se temía porque se perdiese esta tradición rociera y porque no se podría bautizar.
Sin embargo, lluvias de última hora o algún agua acumulada han hecho que cada año se siga manteniendo esta fórmula de acoger un nuevo rociero.
Actualmente, son más de medio centenar de hermandades y diez asociaciones las que atraviesan este vado.
Los hermanos y romeros, además de cumplir ese sueño de ser bautizado como rociero llegarán a la Aldea para esperar impacientes el momento más deseado: el Salto de la Reja 2024.
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