Romería del Rocío
Triana se va al Rocío con lirios y rosas tempranas
La extensa comitiva de romeros procedentes del viejo arrabal pone rumbo a la aldea almonteña en un miércoles de carretas lleno de alegría, cantes y palmas
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Sevilla
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Iniciar sesiónEsa niña que va andando camino de las arenas salió bien temprano esta mañana de miércoles de carretas con la hermandad de Triana. Día señalado donde los haya en el calendario de tantos y tantos vecinos del viejo arrabal, uno de los epicentros históricos de ... la devoción hacia la Virgen del Rocío. Se levantó más temprano de lo habitual, puesto que la misa de romeros había adelantado su horario, se vistió con su traje de flamenca y se puso la medalla en el pecho como cada primavera antes de echarse a la calle.
La misa en la parroquia de San Jacinto empezó algo más tarde de lo esperado y no terminó hasta las ocho y cuarto, cuando el simpecado fue conducido hasta el compás del antiguo convento dominico. El numeroso público congregado en la confluencia de las calles Pagés del Corro y San Jacinto daba muestra de la magnitud de una hermandad sin la que no se entendería la romería del Rocío tal y como actualmente la conocemos.
A las ocho y veinticinco estaba el bendito simpecado bajo el dintel de la puerta de San Jacinto y comenzaba a tocar la banda. Primero el himno de España y después un rosario de pasodobles y sevillanas que no hacían más que aumentar la sensación de fiesta y júbilo de un barrio que prácticamente desde primera hora de la mañana se entregó por completo a su hermandad del Rocío, la sexta más antigua de cuantas acuden cada año a las plantas de la Blanca Paloma.
El simpecado, ante la Virgen de la Estrella
Comenzaba así el discurrir de la extensa comitiva de caballistas precediendo a la carreta por las calles del viejo arrabal. Instantes después de la salida, y mientras sonaba 'La Estrella sublime', fue recibida por la hermandad de la Estrella en su capilla, que lucía las colgaduras conmemorativas del 25 aniversario de la coronación de su dolorosa. La corporación con la que el Rocío comparte feligresía devolverá el saludo el próximo 2 de noviembre, cuando María Santísima de la Estrella vuelva en procesión triunfal desde la Catedral y visite la capilla rociera de la calle Evangelista.
La hermandad de Triana buscó entonces el corazón del barrio, la parroquia de Señora Santa Ana, donde cada año se celebra la novena en honor a la Reina de las Marismas. El tamboril indicaba antes de que el reloj marcara las nueve la llegada de unos peregrinos que se iban sumando paulatinamente al desfile por las calles del barrio, algunos procedentes de sus hogares, otros del desayuno y otros de la larguísima hilera de carretas que ya se disponía a lo largo de la calle San Jacinto esperando para incorporarse tras el simpecado.
Antes de eso quedaba recorrer la calle Pureza, que fue tomada al completo por los peregrinos, previa parada en la capilla de los Marineros. A la Virgen de la Esperanza, que presidía desde su altar, se encomendaron todos ellos cantando su salve marinera antes de proseguir su camino en línea recta por Triana, barrio deshecho en vivas hacia la Virgen del Rocío mientras repicaban las campanas de toda Andalucía.
Con flores de mi Aljarafe, un ramo para Triana
Pasadas las nueve y media de la mañana se adentraba la comitiva, ya con las carretas comenzando a desfilar tras el simpecado, en la calle Castilla. Trianerísimo enclave que guarda un simbolismo especial para la hermandad, puesto que en allí residía el matrimonio que, al ingresar como hermanos de la Matriz, fundaron el Rocío de Triana allá por junio de 1813, fijándose como su primer domicilio el número 11 de la calle Castilla, donde vivían. Cuál sería su sorpresa si pudieran ver lo que más de dos siglos después se forma en torno a lo que ellos crearon.
El saludo a la hermandad de la O, precedido de una lluvia de pétalos al simpecado, dio paso a una enorme fiesta de los peregrinos, entremezclándose las sevillanas de unos y otros, las palmas, los vivas y la alegría desbordada de un barrio que late con fuerza por una de sus devociones más profundas, viscerales y auténticas. Así se mantuvo el ambiente rumbo al Aljarafe, en Chapina y en el Patrocinio, donde los romeros se detuvieron esperando a que pasara la hermandad de la Macarena tras presentarse ante el Cachorro.
La basílica del Santísimo Cristo de la Expiración fue un año más el punto en el que los aproximadamente cinco mil romeros de Triana se despidieron de su gente hasta dentro de ocho días. Sonaban las sevillanas de siempre, las que todo el mundo se sabe y las que todo el mundo canta y baila, y también sonaba la centenaria 'Pasan los Campanilleros'. Volvió a repetirse la imagen del simpecado del Rocío y el Cachorro frente a frente. Dos claros ejemplos, ya sea en las arterias del viejo arrabal, en la aldea almonteña o en Roma, de la intensidad con la que se vive la religiosidad popular en este lado del río.
«Llevo todo el año esperando, hay gente con la que no me junto desde el último camino», confesaba con emoción esa niña que solita cuenta los pasos de la ida y de la vuelta. El reencuentro es uno de los factores que más mágica hacen la explosión de júbilo de este miércoles de carretas. Una mañana de abrazos, de ilusiones renovadas y de un fervor incondicional y atemporal. Triana ya está camino de la aldea de El Rocío. Por muchos años que se acuda a ver la salida de la hermandad, uno sigue sin saber qué tiene Triana cuando Triana se va.
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