El problema en las viviendas de alquiler de Andalucía a la hora de aceptar a familias con gatos o perros

Por este motivo, las dos entidades han decidido sumar esfuerzos para demostrar las dificultades por las que atraviesan las familias con perros y gatos a la hora de alquilar una casa. Y es que no son pocas las barreras que todavía existen para que los animales de compañía sean aceptados plenamente en nuestra sociedad. De hecho, los andaluces no tienen nada fácil alquilar una vivienda junto a su perro o gato. Solo hay que observar los datos por provincias, siendo Granada la provincia donde hay más inconvenientes (solo el 1% de los pisos en alquiler permiten expresamente el acceso a familias con animales), mientras que en Cádiz y Málaga se registra un 5% de aceptación.

El alquiler en España supone el 23% del mercado inmobiliario, según los datos de Fotocasa. Asimismo, este portal advierte de que solo el 4% de los pisos en alquiler en nuestro país permiten expresamente el acceso a familias con animales. Una cifra que ha bajado desde el año 2021, cuando era del 5%. El hecho de que estos porcentajes sean tan bajos vienen propiciados por la falta de acuerdo que suele existir entre los propietarios de las viviendas y las familias con mascotas no. Y es que, en España, la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU), por la cual se regula el mercado del alquiler, otorga a los arrendadores la potestad para aceptar o no animales en su propiedad.

«Queremos sacar a la luz los problemas que tienen las personas que conviven con un animal de compañía a la hora de alquilar una vivienda donde todos los miembros de la familia, incluidos los perros y gatos, sean bienvenidos. Queremos ser un altavoz de este problema que afecta a muchas personas cada año y animarlas a que puedan expresarse y pedir un cambio de actitud a la sociedad. En muchos contratos se incluye la cláusula de 'no se aceptan animales' por defecto y queremos mover a la reflexión sobre este tema«, asegura Isabel Buil, directora de la Fundación Affinity. Asimismo, pone especial énfasis en que »convivir con un animal de compañía no es sinónimo de problemas, simplemente hay que cumplir unas normas básicas y creemos que hoy en día tenemos suficiente información y responsabilidad como para asegurar una buena convivencia«.

Desde la Fundación Affinity se aportan también otra serie de datos que explican por qué hay pocos propietarios de viviendas que acepten mascotas y cómo la convivencia con un animal está cada vez más generalizada en nuestro país. En concreto, en aproximadamente un 44% de hogares españoles viven animales. En este sentido, las limitaciones existentes para estas familias que quieren acceder a una vivienda de alquiler comprometen una necesidad básica.

«No es una novedad que cada vez tengamos más perros y gatos, por eso, se hace cada vez más necesaria la aceptación de animales en la vivienda de alquiler. Esta admisión ayudaría al equilibrio del mercado del alquiler, donde muchas familias inquilinas son rechazadas de las candidaturas a la vivienda por el hecho de tener perros o gatos«, explica María Matos, directora de Estudios y portavoz de Fotocasa. Del mismo modo, comenta que »existen instrumentos como seguros o cláusulas en el contrato que aportan seguridad y garantías a los propietarios, en el caso de que se produzcan desperfectos. En definitiva, es responsabilidad de todos conseguir una sociedad más respetuosa con los animales y sus familias«.

Con tal cantidad de hogares en España que tienen animales de compañía, y las persistentes negativas de propietarios a aceptarlos en las viviendas que arrendan, las negativas al alquiler parecen mantenerse en el tiempo. Sin embargo, ¿a qué se deben estas reticencias? ¿Por qué son pocos los arrendadores que aceptan mascotas?

La Fundación Affinity encuentra como posible justificación la creencia extendida d que los animales de compañía pueden suponer un gasto añadido para el propietario de la vivienda, debido a los posibles desperfectos que puedan producirse. Aunque no es el único ni el mayor motivo. Las personas que buscan arrendar sus propiedades se escudan también en los posibles inconvenientes en la convivencia, tales como los posibles ruidos o los olores. Supuestos a los que se alude en muchos casos para obstaculizar el acceso a la vivienda a familias con perros y gatos.

Isabel Buil achaca más bien esas negativas de los propietarios a «los prejuicios que como sociedad arrastramos, que no a la realidad. Como es normal, las personas no quieren problemas y ponen los mecanismos necesarios para evitarlos. Lo más importante para un propietario es encontrar a la mejor familia para habitar su casa, y muchas veces, esta tendrá un perro o un gato con el que vive en perfecta armonía, orden y limpieza«. Es más, descartar a las familias con mascotas supone a estos arrendadores la pérdida de multitud de inquilinos adecuados. En base a ello, la directora de la Fundación Affinity concluye sosteniendo que »debemos desterrar la idea de que los animales son sinónimo de ruidos y suciedad porque eso no tiene ninguna base, y es una creencia que merma la igualdad de oportunidades de muchas familias a la hora de acceder a una vivienda«.