Marisú, el poder y la caricatura

Han vuelto a sacar el comodín de María Jesús Montero. No es raro. Ningún socialista andaluz, nadie en realidad, tiene más poder en este momento más allá de Sánchez: nº2 del Gobierno y nº2 del partido. La idea es emular en Andalucía el Plan Illa, que tanto éxito ha tenido en Cataluña. Claro que Illa lleva el marchamo de la seriedad, de rigor, superando el reto de la pandemia, y María Jesús Montero tiene mucho poder pero también se ha desacreditado lo suyo. Como escudera de Sánchez, tiende a un perfil de caricatura. Sólo había que verla esta semana en la sesión de control.

En estas sesiones de control ha logrado dar una imagen muy poco decorosa. Miente sin miramientos, amenaza, insulta, exhibe gestos a menudo groseros y zafios, jalea chuscamente al jefe a medio camino entre palmera de un cuadro flamenco e hincha montaraz de un fondo sur en cualquier estadio de fútbol... ¿Esa es la imagen que va a recuperar Andalucía? Con Juanma Moreno ofreciendo seriedad y moderación –y se ve que les duele, por eso se empeñan ridículamente en asociar a la Internacional Ultraderechista a quien aquí sacó de la escena a Vox– el PSOE necesita una alternativa solvente. Y es dudoso que eso pueda aportarlo Marisú Montero, a la que más que el poder y la gloria –parafraseando a Graham Greene, que parafraseaba el Padrenuestro– se le podría titular su trayectoria como 'el poder… y la caricatura'.