María Jesús Montero, la ministra apagafuegos de Pedro Sánchez ante la rebelión de los barones contra el cupo catalán

De ser consejera de Hacienda de Andalucía con Susana Díaz —derrotada en las primarias por el renacido líder— y de abanderar una batalla contra el Ejecutivo de Mariano Rajoy por la «injusta» financiación de esta comunidad, Montero pasó a postergar este debate cuando aterrizó en el Ministerio.

Pero su transformación definitiva ha llegado al apoyar un trato fiscal preferente para Cataluña a cambio de sentar en el sillón de la Generalitat a Salvador Illa. La sevillana, médica de profesión, defiende que este territorio gestione y recaude todos los impuestos en una suerte de concierto económico parecido al vasco y al navarro que ella ha denominado como una «mirada nueva» al reparto de los fondos del Estado a las autonomías para pagar la sanidad, la educación y las políticas sociales.

La número dos con más poder del Gobierno será también, junto a Santos Cerdán, la encargada de organizar el 41 congreso federal del PSOE con el que Sánchez planea blindarse en el liderazgo y frenar las rebeliones internas que el 'cupón independentista' de Cataluña ha generado entre los barones regionales del PP y también entre las voces más críticas dentro de su partido: el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, y el máximo dirigente del PSOE aragonés, Javier Lambán.

Como vicesecretaria general del PSOE, Montero será la coordinadora adjunta del cónclave y quien gestione las ponencias que se debatan, mientras que Santos Cerdán, en su condición de secretario de Organización, asume la supervisión logística y estructural del evento que se celebrará a finales de noviembre en Sevilla.

Ambos han tenido un papel destacado en las concesiones a los independentistas. Cerdán fue el hombre que logró el sí de Carles Puigdemont para la investidura de Sánchez como presidente tras las elecciones generales del 23 de julio de 2023. Aunque es oriundo del municipio navarro de Milagro, conoce muy bien Andalucía porque está casado con una sevillana.

Con la elección de la capital andaluza para acoger el congreso, el líder socialista, que presumió de inmortalidad política en su libro 'Manual de resistencia', busca poner una pica en Flandes cuando más cuestionada está su acción política. Pero en esta decisión, confirmada ayer en el Comité Federal celebrado en Madrid, ha pesado también la pura matemática. Aún después de haber perdido la Junta, la andaluza es la federación socialista más numerosa de España, con 45.000 militantes, por lo que la movilización está asegurada.

Sevilla fue el escenario de un proceso congresual en febrero de 2012. A diferencia de ahora, la vieja guardia todavía tenía predicamento en la dirección socialista. Contra todo pronóstico y por una diferencia de 22 votos, Alfredo Pérez Rubalcaba se impuso a Carme Chacón. Felipe González y Alfonso Guerra, así como una parte del zapaterismo, impidieron con su respaldo que el PSOE fuera dirigido por una exministra catalana del PSC, el partido de Salvador Illa y promotor del actual pacto con ERC que Montero apoyó díasdespués de haberlo rechazado en el Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF) celebrado el 15 de julio. «Es una suerte de concierto económico [como el del País Vasco o Navarra] para Cataluña con el que no estoy de acuerdo», respondió Montero a una petición en este sentido formulada por la consejera de Economía catalana en dicho foro.

Que la vicepresidenta sea una de las coordinadoras del congreso federal no constituye ninguna garantía de supervivencia. No, al menos, con Pedro Sánchez. El hoy diputado del grupo mixto José Luis Ábalos se hizo cargo del anterior cónclave de 2021 celebrado en Valencia. No pudo culminar su trabajo. Fue apartado del Gobierno y de la Secretaría de Organización antes de que los socialistas aclamaran su líder.