«Si en Barcelona organizan una corrida simbólica se llena la plaza, pero no se hace por miedo»

Ignacio Sánchez Mejías toma la alternativa en Barcelona o Marcial Lalanda toreó más en Barcelona que en Madrid, recordó en estas jornadas patrocinadas por la Fundación Unicaja. «Esa afición fue decayendo, porque se planteó un tema directamente político », remarcó Amorós, quien dijo que «no se quieren los toros porque representan a la cultura española» y es algo que hay que «borrar del territorio». Sin embargo, sigue habiendo afición a la Fiesta. «Mañana podría haber corridas en Barcelona, porque no están prohibidas», añadió el catedrático y crítico taurino de ABC, quien dijo que el problema en Barcelona es que el empresario de la plaza «no se atreve» porque «tiene muchos intereses y teme posibles reacciones».

En este sentido, aseveró que en las últimas corridas en Barcelona fue testigo de cómo se llenó la plaza y «sacaron a los toreros a hombros por las calles». «Si la Fundación de Asuntos Taurinos organiza una corrida simbólica por la Merced y llama a primeras figuras se llena la plaza. No se hace porque tienen miedo », explicó el crítico de ABC, quien aseguró que en Cataluña «si se hace el disparate de atacar la lengua española, por qué no los toros». Sin embargo, afeó que los «correbous» no se tocaron. «Representan un estadio previo a las corridas, muchos menos desarrollado, más violento, duro y desagradable, pero son catalanes y las corridas de toros huelen a España », concluyó Andrés Amorós.

En un encuentro donde dio la bienvenida Cristina Rico, directora de Relaciones Institucionales de la Fundación Unicaja, que destacó los «méritos intelectuales de una persona fundamental para la literatura, el teatro y la crítica en general», Amorós entró a defender la Fiesta Nacional como un arte. «Curro Romero es un artista y no un asesino» , defendió ante los asistentes en una ronda de preguntas moderada por Fernando del Valle, director de la edición de Andalucía de ABC. Es un arte «porque hay unas reglas».

Amorós defendió que en una corrida de toros «se crea un arte muy complejo». «La materia no es un lienzo, un trozo de mármol o una cuartilla, sino un animal peligroso y cambiante. Misterioso en sus reacciones y que te puede matar», afinó el crítico taurino, quien dijo que torear «es una cuestión de inteligencia para dominar a una fiera terrible, salvaje y haciéndolo de una forma estética». «Y eso produce arte, porque es lo que es visto y agrada, como decía Santo Tomás», remarcó Andrés Amorós, que no rehuyó hablar del ecologismo o de la falta de público en las plazas de toros.

Defendió ante todos que la tauromaquia es Patrimonio Cultural Inmaterial de España y que, según la ley, los gobernantes están obligados a respetarla y fomentarla. «Se puede declarar Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, si se llega a un acuerdo entre países donde hay toros», aseveró Amorós, antes de entrar a rebatir los preceptos ecologistas sobre la fiesta diciendo que « hay mucha gente que tiene una cultura de Walt Disney , que creen que el toro es como Bambi». «Es un animal salvaje, feroz, terrible y por eso tiene tanto merito lo que hace el torero», afirmó, mientras reconocía que la tauromaquia «es una cultura que hay que conocer y luego tener sensibilidad».

«Los ecologistas no comprenden que n adie ama más al toro bravo que un aficionado al toro de verdad, porque es un animal maravilloso», explicó Amorós, que situó parte del rechazo a la fiesta a la falta de conocimiento del medio rural. «Antes la tauromaquia tenía una presencia en la vida mayor que ya no tiene. La gente hablaba más de toros y estaba unido a la tradición. Se paralizaba España para ver a Curro Romero , se veían en casa y el niño se iba acostumbrando y conociendo este mundo», señaló Amorós, quien dijo que ahora hay una sociedad más urbana que ya no conoce la tradición ganadera de un animal creado para la plaza y que se conserva sólo porque existe esta fiesta.

Sin embargo, destacó que en España cada vez hay más espectáculos populares taurinos. «Hay ganaderos que viven de los festejos populares» , recordó Amorós, que dijo que grandes casas cobran más por un toro para un pueblo que por uno para una feria como la de Bilbao y en un mundo en el que no hay subvenciones, sino peñas y asociaciones que crean sus propios festejos. «Son gente que son socios de una peña y pagan un dinero todos los meses. Luego en su placita, que se la hacen, compran un toro. Se gastan entre 6.000 y 7.000 euros por persona al año . Hay mucha gente loca por defender sus tradiciones y con ese dinero se llevan el mejor toro», subrayó Andrés Amorós.