En una entrevista en la Cadena Ser, el protagonistas de «Ocho apellidos vascos» ha explicado que fue un pequeño bulto en su clavícula izquierda el que hizo saltar las alarmas, y que un amigo médico le recomendó acudir al hospital, donde le fue detectado este subtipo de cáncer que afecta a los glóbulos blancos cruciales para el sistema inmunitario.
La semana pasada, tras someterse a ocho sesiones de quimioterapia, el actor anunció en redes sociales que los linfomas habían desaparecido , aunque explicó que le quedaban por delante otras 18 sesiones de radioterapia a las que ha empezado a acudir esta semana.
Precisamente, en la entrevista ha comparado ambos tratamientos . «En la radioterapia, te anclan ahí a una cama, te hacen el primer día un molde, que en mi caso se ajusta del pecho hacia arriba incluida la cara, y ese molde está superajustado a tu figura que ni puedes engordar ni adelgazar. Te anclan a la cama del acelerador para que cada día la radiación vaya exactamente dónde debe» , ha señalado Rovira.
Confesó haber entablado amistad con otros pacientes en los cuatro meses que lleva inmeso en su proceso de recuperación, al tiempo que agradeció a los profesionales sanitarios el trato recibido en unos momentos tan complicados.
Aunque el proceso es largo, desde el primer momento, el actor ha afrontado su enfermedad «sin miedo y tranquilo». Gracias en parte al buen pronóstico que le transmitieron los médicos que le han atendido. «Me queda la última pantalla del videojuego» , apuntaba en el mensaje en su cuenta de Instagram donde anunció la desaparición de sus linfomas.
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