El Centre Pompidou de Málaga despliega la forja vanguardista de Julio González

La muestra repasa a través de 33 dibujos y dieciocho esculturas las primeras obras realizadas por González en París, pasando por los hierros forjados que ocuparon gran parte de su producción artística en la década de 1930, así como sus últimos autorretratos. Está comisariada por Brigitte Leal, directora adjunta del Museo Nacional de Arte Moderno de París, que custodia las donaciones y legados que la hija del artista, Roberta González, dejó entre 1953 y 1978.

Las seis secciones en las que Leal ha diseñado la muestra son un viaje por las principales etapas de la vida del artista, que dedicó buena parte de su trayectoria a la orfebrería -con desnudos clasicistas y retratos figurativos en cobre- y los relieves y primeras esculturas en hierro forjado y soldado.

Precisamente en los albores de su trayectoria se habituó a modelar los rostros de sus hermanas Lola y Pilar , a las que representa hieráticas, con rasgos toscos y poco individualizados. Fue la antesala de un nuevo lenguaje que adquiriría en la década de 1920 en sus primeras esculturas en hierro, donde esquematiza las siluetas y construye volúmenes mediante planos independientes.

En los años treinta González profundizó en el concepto de dibujo en el espacio a través de la «escultura del vacío» , que se aprecia de una forma más notable durante su colaboración con Pablo Ruiz Picasso entre 1928 y 1932. Periodo en el que destacan piezas como 'Mujer peinándose I' (1931) o 'Mujer sentada III' y 'La jirafa', ambas realizadas en 1935 e incluidas en la muestra.

Según ha explicado la comisaria, la exposición -que cuenta con la colaboración de la Fundación 'la Caixa'- no sólo demuestra que González estuvo a la sombra del malagueño. También da fe de las «variadas formas oníricas y metamórficas» que salieron de su escultura y de sus grandes cualidades como dibujante.

Las salas del Pompidou exponen también los dibujos y bocetos preparatorios , que permiten apreciar todo el proceso técnico, pero también la evolución de su obra. Ocurre así en piezas como 'Mujer con el cesto' (1934) o 'El ángel, El insecto y la bailarina' (1935).

El conjunto de dibujos coloridos reunidos en la muestra resumen las últimas búsquedas formales de González: figuras de naturaleza híbrida , mitad vegetal y mitad humana, que abarcan temas familiares que se utilizarán para las grandes esculturas alegóricas de finales de los años 1930, como 'Daphné', 'L’homme cactus' ('Hombre cactus') y 'Femme au miroir' ('Mujer ante el espejo'), su última obra maestra expuesta en el Pabellón de la República Española de la Exposición Internacional de París de 1937.

Los últimos años de González estarían marcados por la Segunda Guerra Mundial . Se refugió en el suroeste de Francia y, sin un taller en el que crear, se centró en el dibujo y el grabado sobre metal, donde abordando la vejez y la muerte con realismo.