Sensores, app y goteos 'auto compensados': La lucha inteligente del aguacate contra la sequía

La finca Sarmiento da sustento a seis familias. Son 20 hectáreas de un cultivo mixto de aguacate y mango, que tiene las balsas de reserva bajo mínimos. El embalse de la Viñuela, del que se nutre la zona, está a menos del 10 por ciento de su capacidad. Sin embargo, en estos terrenos se desarrolla un proyecto para ahorrar recursos hídricos que va a permitir a los árboles sobrevivir con un 60% del agua que se le suministra en la actualidad. «El caudal previsto con este sistema se reduce un 40%», afirma Sarmiento, quien explica que se necesitan 5.500 metros cúbicos por hectárea para mantener una finca y que la idea es rebajar esa cantidad.

La sequía ha dejado el aporte en 3.500 metros cúbicos y la tecnología puede ayudar a tener un cultivo óptimo con cantidades similares. «Si baja el calibre se cobra menos por la fruta, pero no se trata de echar mucha agua, sino de hacerlo cuando se debe y justo la que se necesita», señala el técnico, quien explica que, además está la necesidad de rebajar la factura de agua, que con las aportaciones de la regenerada procedente de las depuradoras está llegando a los 50 céntimos por metro cúbico. «Hace unos años no pasaba de los 30 céntimos», afirma.

Bajar la necesidad hídrica comienza por un sistema de goteo 'autocompensado', que permite regar con la misma intensidad todos los árboles, sin importar la pendiente del terreno. El agua no se va hacia abajo y deja con menos suministro las partes más altas de la finca. Esto supone una inversión de entre 7.000 a 8.000 euros por hectárea, que se hace cuando se siembra la plantación y que se suele amortizar antes del primer año.

Ahí empieza todo. Los árboles tienen instalados un sistema de sensores. Tres están en el suelo para señalar la humedad. Uno a 15 centímetros, otro a 30 y el último a 45. Luego otro está en el tronco del árbol. Ese mide su crecimiento. «Lo deseable es que la planta siempre crezca, pero en épocas de estrés hídrico o cuando sopla el terral, hemos comprobado que el tronco pierde grosor», afirma Sarmiento, quien enseña en su móvil todas las mediciones, unidas a otros sensores de temperatura y humedad del ambiente que hacen posible calcular las cantidades óptimas de cada árbol.

Toda la gestión del riego de las 20 hectáreas de la finca está en un móvil, mediante una 'app' desarrollada por un joven de Vélez-Málaga llamada Agrosmart Data. Es la que dice al sistema cuándo suministrar agua a cada árbol. La finca es un banco de pruebas. En sus bancadas, una línea se riega de la forma tradicional, otra al 50% con el robot y la última al cien por cien con el ordenador. La idea es sacar un estudio serio sobre este sistema automático de riego y los ahorros que aporta al agricultor.

El sistema también permite una bajada del gasto en abonos, que se suministran por el sistema de riego. Calcula lo que le hace falta y lo aporta. «Primero riega de doce a dos con los abonos, luego el ordenador se ocupa de abrir el riego cuando hace falta y la cantidad que requiere la arboleda», asegura el técnico, quien señala que es un proyecto solidario, puesto que las mediciones de las fincas más grandes sirven para los vecinos más pequeños que están al lado, sin necesidad de invertir los 7.000 euros por hectárea que cuesta este sistema.

No es sólo ahorrar, sino también tener recursos hídricos suficientes. Trops tiene en marcha un proyecto de desaladora para la comarca, que se basa en una economía circular. En colaboración con la Universidad de Málaga, pretenden desarrollar una planta que no sólo capte agua del mar para poder regar, sino que también resuma al máximo su impacto ambiental. La obra lleva aparejada una planta fotovoltaica con placas en flotantes sobre el pantano de La Viñuela. La energía que se recoja servirá para abastecer a las explotaciones, municipios y abaratar el precio del agua.

Esta planta, además, no se desprende de la salmuera devolviéndola al mar, sino que la transforma en hidrógeno verde para su comercialización. Hay otros proyectos para la desalación, pero el problema, según Trops, es que esa agua tiene un sobrecoste que deben asumir los agricultores. Se puede ir a casi 70 céntimos el metro cúbico y eso, según las cuentas de esta empresa, hace insostenibles las explotaciones.

Con el proyecto que están desarrollando, por las compensaciones de energía y la venta de hidrógeno verde, el precio del metro cúbico saldría al final a unos 30 céntimos, que es lo que tradicionalmente se paga cuando no hay sequía ni hay que tirar de la regenerada.