La mujer asesinada en Torremolinos no quiso denunciar a su pareja por una paliza anterior: «Sólo han sido cuatro puñetazos y una patada»

Su pareja, supuestamente, la mató de 14 puñaladas en un pequeño piso compartido en esta callejuela de la Carihuela. «En la última le ha dejado el cuchillo clavado en el costado», añade Victoria en declaraciones a ABC con la voz entrecortada. Esta mujer perdido la noción del tiempo. Está desayunando un pitufo y un café a las dos de la tarde, mientras cuenta sus últimos dos meses con la mujer asesinada. Se siente mal porque cree que la pudo ayudar más.

Victoria lamenta haberse dejado convencer aquel día para no denunciarlo, cuando su amiga le dijo que le había dado una paliza. «Sólo han sido cuatro puñetazos y una patada», repetía que le había dicho la fallecida. «Con los antecedentes que tenía hubiera ido a la cárcel y ella estaría viva», afirma. La Subdelegación de Gobierno en Málaga confirma que el detenido tenía dos antecedentes por violencia de género con dos parejas anteriores. Además, reseña Paula estaba en el mismo sistema registrada como víctima de una pareja anterior.

No ha sido así. Este pasado miércoles, sobre las once de la mañana, mientras Paula se arreglaba para ir a trabajar, su pareja, un italiano de 41 años, la asesinó en el enésimo ataque de celos. «Estaba aquí con mi cuñado y escuchamos por la ventana: '¡socorro! ¡socorro!' Era ella. Subimos corriendo. No nos abrió la puerta. 'Todo está bien. Paula se ha ido a dormir', nos dijo él. Pero ya la había matado», lamenta Víctor Pérez, que dice que cuando llamó a Victoria –su esposa– el asesino aprovechó que no había nadie en la puerta para escapar. Seis horas después sería detenido por la Policía Nacional.

Es el principal sospechoso de este crimen machista. El agresor trabajaba en una pizzería de Torremolinos, donde entabló amistad con Víctor Molina, propietario del bar América y del Chiringuito 'La Tómbola'. Un día se acercó a pedirle un empleo, porque lo estaban pasando muy mal. «Han dormido en hostales y donde han podido», señalan sus conocidos.

Este febrero, Paula y su presunto asesino comenzaron a trabajar en 'La Tómbola'. «Ella era una persona maravillosa, pero a él lo eché», señala Victoria Molina, encargada del chiringuito. Relata que, en ese momento, se fue a trabajar al América con su hermano. El restaurante debajo del piso que su propio jefe le tenía alquilado y donde ocurrió el crimen.

Victoria recuerda cómo tuvo problemas con el detenido, así como las largas conversaciones con Paula sobre su pareja. La gota que colmó el vaso fue cuando Victoria llegó a 'La Tómbola' y vio la puerta del baño de trabajadores reventada. «Paula me contó que había sido él, que lo había hecho porque decía que ella se metía allí a mantener relaciones sexuales con los compañeros», recuerda la encargada del chiringuito.

Esa fue la razón por la que Víctor Molina lo cambió de negocio. No fue a mejor. De hecho, hace un par de días, lo acabó echando. El martes por la noche, el supuesto asesino pasó a cobrar el finiquito. El propietario le dijo que no era el momento, que fuera el miércoles. En ese momento, se iría del piso y dejaría a Paula. Eso no ocurrió.

La muerte de Paula fue el final a una vida bajo el yugo del miedo. «Ella lo quería dejar. Sólo estaban juntos porque ella necesitaba aparentar estabilidad para volver a tener a sus hijos, que se los retiró Asuntos Sociales por culpa del novio», señala la amiga. Paula contó a Victoria que en una inspección hallaron drogas en el domicilio donde ambos vivían con los tres hijos de Paula, dos de una relación anterior y un bebé en común.

La posibilidad dejar la relación le había devuelto la ilusión y ya se veía de nuevo con sus hijos. «Decía que los iba a recuperar en octubre. Ella se hacía análisis todas las semanas en Fuengirola para demostrar que estaba limpia y que podía tenerlos». No ocurrirá.