Hallan en el mar de Alborán una de las mayores concentraciones de coral naranja y praderas marinas mejor conservadas del Mediterráneo
Investigadores del IEO de Málaga hallan en las Islas Chafarinas un enclave único amenazado por la pesca ilegal y una piscifactoría marroquí
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Málaga
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Iniciar sesiónEl fondo del mar de Alborán guardaba un secreto que se creía perdido. Un equipo de científicos del Instituto Español de Oceanografía (IEO), liderado desde el Centro Oceanográfico de Málaga, ha descubierto en las aguas de las Islas Chafarinas una de las praderas ... marinas mejor conservadas y de mayores dimensiones de todo el Mediterráneo español.
El hallazgo incluye el redescubrimiento de la especie Zostera marina, una planta marina costera clave para formar praderas, que se daba por desaparecida en esta cuenca del Alborán, y extensas colonias del vibrante Astroides calycularis, conocido como coral naranja.
Este tesoro submarino, localizado a 48 kilómetros al este de Melilla, es el resultado de varias campañas de investigación enmarcadas en el proyecto OAPN_CHAFARINAS, una encomienda de Parques Nacionales al IEO. Aunque el descubrimiento celebra la increíble resiliencia de la naturaleza, también enciende las alarmas sobre su fragilidad. Los propios investigadores advierten de amenazas evidentes, como restos de pesca ilegal y el impacto de una piscifactoría cercana, que ponen en jaque la supervivencia de este ecosistema único.
La investigación, que contó también con la participación de centros del IEO de Cádiz, La Coruña y Murcia, utilizó el buque oceanográfico Ángeles Alvariño en mayo de 2023 para el mapeo del fondo. «El procesado de los datos acústicos mostró unas formaciones irregulares», ha explicado Javier Urra, investigador del IEO de Málaga. La sorpresa llegó en septiembre de 2025, durante la campaña de buceo científico: «La sorpresa fue mayúscula al tratarse de una especie cuyas praderas en el mar de Alborán han desaparecido».
El bosque submarino perdido
Para entender la magnitud de este hallazgo, hay que imaginar estas praderas marinas como auténticos bosques submarinos. Son mucho más que «algas»; son plantas superiores (angiospermas) con raíces, tallo y hojas. La más famosa de ellas en el Mediterráneo es la Posidonia oceanica, crucial por oxigenar las aguas, actuar como filtro natural y proteger el litoral de la erosión.
Su función es vital. Actúan como reguladores del ecosistema, oxigenando las aguas, y como un filtro natural que atrapa sedimentos, manteniendo el agua limpia. Además, como ha detallado Urra, «ayuda a atenuar el hidrodinamismo, protegiendo la línea de costa de la erosión». Funcionan como un muro natural que frena el oleaje.
Pero su valor más visible es que son «guarderías» marinas. «Son ecosistemas muy productivos y altamente diversos», ha subrayado el investigador. Especies de gran interés comercial como el mero, la dorada, la lubina o el salmonete las utilizan como «fuente de alimento, área de reproducción o incluso de refugio».
En un contexto donde estas praderas están «alteradas o degradadas en buena parte de la costa española» por la actividad humana, encontrar una de «varios kilómetros cuadrados» y en tan buen estado de conservación es un hito.
El coral que come en la oscuridad
Junto a las praderas, el otro gran protagonista es el coral naranja (Astroides calycularis). Este coral, endémico del Mediterráneo, forma colonias globosas de un color intenso que tapizan las paredes rocosas, creando paisajes de una belleza extraordinaria.
A diferencia de los corales tropicales que todos imaginamos, este coral tiene una particularidad: es ahermatípico. Javier Urra lo explica de forma sencilla: «Esto significa que se alimenta capturando plancton y materia orgánica suspendida con sus tentáculos; además, no puede construir estructuras de arrecife».
Mientras los corales tropicales necesitan aguas cálidas y cristalinas para que sus algas (las zooxantelas) hagan la fotosíntesis, el coral naranja «no necesita luz solar para vivir» y puede encontrarse a más de 30 metros de profundidad. Su presencia, según los expertos, es un indicador fiable de ecosistemas saludables y aguas limpias.
Un tesoro amenazado
Las Islas Chafarinas, un pequeño archipiélago de tres islotes de titularidad pública, son una Zona de Especial Conservación (ZEC) desde 2018. Su aislamiento y la dificultad de acceso han sido sus mejores aliados, permitiendo que estas comunidades prosperen lejos del desarrollo urbano masivo.
Sin embargo, la protección sobre el papel no parece suficiente. El equipo del IEO ha constatado amenazas directas que ponen en riesgo este santuario. «Observamos restos de artes de pesca como paños de red, palangres y sedales enganchados y perdidos», ha lamentado Urra. Esta «actividad pesquera ilegal» tiene efectos devastadores sobre organismos frágiles como corales y esponjas.
A esta amenaza se suma otra al otro lado de la frontera. «Existe una piscifactoría en aguas marroquíes muy próximas a las islas que pueden tener efectos potencialmente negativos», ha advertido el investigador. El pienso y los desechos orgánicos de la granja acuícola pueden derivar hacia la costa española, afectando a las praderas.
El IEO ha recalcado que el mar de Alborán «presenta uno de los mayores valores de biodiversidad marina para aguas españolas y europeas». Proteger las Chafarinas, donde no es posible la visita turística o el buceo recreativo, es esencial.
«Conocer lo que nos rodea es fundamental», ha concluido Urra, haciendo un llamamiento a la responsabilidad ciudadana en tierra, pidiendo que no se arrojen plásticos ni residuos a la calle o la playa. «Tarde o temprano llegarán al mar, y son elementos que desgraciadamente también vemos de forma frecuente cuando hacemos inmersiones».
Este descubrimiento no solo incrementa el patrimonio natural de España, sino que subraya la necesidad urgente de reforzar la vigilancia y las medidas de protección para preservar este ecosistema singular de amenazas como la pesca ilegal y la contaminación transfronteriza.
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