Furtivos en Andalucía: Insolventes con ingresos de 50.000 euros al mes
Atunes, chanquetes, pulpos, pajaritos o carne de monte pueden dar réditos de hasta 50.000 euros al mes
Se han detectado antiguos narcos que se pasan al furtiveo por la rentabilidad y el menor riesgo

Atunes rojos, chanquetes, ortiguillas, pulpitos, pajaritos o la carne de ciervo. Esos son algunos de los manjares que en Andalucía se consiguen de forma prohibida, para luego pasarlos de estraperlo a pescaderías, carnicerías o restaurantes, que los «blanquean» dándole apariencia legal y los ponen ... en circulación con los peligros que eso supone para el consumo humano. No pasan controles sanitarios ni están declarados. En apariencia muchos de estos pescadores o cazadores parecen gente humilde que se está ganando la vida pillando un par de pájaros o un cubo de pescado. «Es para comer», suelen achacar como excusa. Sin embargo, se han detectado organizaciones familiares a los que se les conocen vacaciones en Disney, República Dominicana o Milán, buenas comidas o lujos ocultos al alcance de muy pocos.
Sin nómina y siendo insolventes. No tienen ingresos ni patrimonio, pero sí un alto tren de vida pagado con los réditos del furtivismo. «Hemos visto familias de pesca furtiva que han podido ganar hasta 50.000 euros en un mes en la temporada buena. Hay muchos que proceden del narcotráfico. Tienen antecedentes por tráfico de drogas y se pasan a ser furtivos porque ganan también mucho dinero, pero las penas son menores», aseguran fuentes del Seprona de la Guardia Civil de Málaga, que explican a ABC que son delincuentes multirreincidentes y escurridizos. «Nunca tienen nada a su nombre», añaden.
Cada especie tiene un sistema. Los pulpos por debajo de un kilo están prohibidos, pero se venden. «¡Pulpito! Por 30 euros te lo llevas», ofrecía hace no mucho en el barrio malagueño de El Palo un toxicómano cerca del mercado. Esta especie se vende a ocho euros el kilo, cada espuerta de pulpos puede tener unos 25 kilos, así que con cada carga que venden sacan unos 200 euros. Y nunca llevan solo una espuerta.
Como la mayoría del pescado de contrabando, que está permitido con un peso determinado, están los que lo capturan de forma furtiva o los pescadores profesionales, que les caen en las redes y, en vez de devolverlos al mar, tratan de colocarlos fuera de lonja, donde no los se admiten porque no dan el tallaje mínimo.

El chanquete es una de las especies protegidas más codiciadas. A su captura se dedican organizaciones familiares que pasan las artes de pesca de padres a hijos durante generaciones. «La mayoría de lo que se saca es morralla. Chanquete original no hay. Es pescado inmaduro de sardina y otras especies. El chanquete como tal suele ser un 1% de todo lo que pescan. Están en extinción y no hay», añaden las fuentes. La escasez hace que un cubo de ocho kilos se pueda vender por 120 euros. «Algunos de estos son los que pueden llegar a ganar 50.000 euros en un mes en una buena temporada», contabilizan.
Suponen un grave riesgo para la salud, ya que no solo no pasan controles sanitarios, sino que al ser pescado inmaduro se pudre muy pronto y para mantenerlo unas horas, hasta llegar al chiringuito que los compra en el mercado negro, se riegan con formol que es tóxico, pero lo mantiene. «No tienen miramientos. Echan un chorro sin medir», apuntan desde el Seprona de la Guardia Civil.
Para su captura lo primero es saber si el tiempo es propicio. «En Málaga había siete organizaciones, pero ya solo quedan tres, que salen cuando uno de ellos se lanza. Es el que marca si se puede pescar», afirman los investigadores de estas redes, que reseñan que salen con una barca en plena noche, que suele ser robada y pintada para tapar la matrícula.
La barca la tienen escondida en playas y hasta alguna alcantarilla. Una vez en el puerto colocan unos focos para atraer el pescado y cuando la luz tiene peces a su alrededor van sacando con el boliche. «Es una organización criminal. En el barco van tres y luego tienen una red de vigilantes. Si en una noche sacan 2.500 euros, los dos que pescan se llevan 1.000 euros cada uno, el otro una parte de los 500 y los vigilantes, que suelen ser toxicómanos, se reparten lo demás», aseveran las fuentes.
La forma en que se pesca el chanquete es peligrosa hasta para el tráfico marítimo. De hecho, a una de estas redes se la localizó por las quejas de los barcos que entraban en el puerto y se encontraban a embarcaciones en la bocana casi a oscuras en el agua.
Es un negocio muy rentable en el que no hay que pagar impuestos, como tampoco en el marisqueo de las ortiguillas, que no se pueden pescar por la contaminación de alga asiática, pero que se venden en el mercado negro a seis euros la docena. «Estos furtivos proceden de las costas de Cádiz, donde se consumen mucho. Allí las costas están muy esquilmadas y han buscado nuevos horizontes. Ya los tenemos hasta en Almería. Se levantan a las tres de la mañana para salir a mariscar», apuntan desde el Seprona de la Guardia Civil.
Llegan y se meten en el agua con sus neoprenos y bombonas de oxígeno. Los equipos son de buzos profesionales. Pueden estar horas sumergidos sin salir a la superficie, nadando y con un tenedor van despegando y metiendo en un saco. Cuando tienen llena la red no la sacan de forma inmediata, sino que la dejan sumergida.
«Salen sin nada, incluso por una playa en la que no está al red, para despistar. Saben que los conocemos. Traen familias para vigilar y, al salir, se ponen a dar vueltas. Y después de horas, regresan, entran y sacan la red, cuando ya saben que no hay nadie que se las pueda quitar», afirman las fuentes.
A algunas de esta organizaciones se le ha llegado a incautar marisco por valor de 25.000 euros. Más de 1.000 kilos. «Los mismo se aplica a los erizos y los pepinos de mar. Son las mismas redes con las mismas formas. Muchos con antecedentes por narcotráfico y que reinciden», aseguran desde el Seprona. Después de reunirse con la Fiscalía de Medio Ambiente decidieron que lo mejor para atajar estas mafias era meterlas por la vía penal. «Son insolventes. No tienen nada. Los pillabas, le ponías un multa y les daba igual. Ahora no», reseñan las fuentes consultadas.
En las últimas operaciones explican que se les imputa organización criminal o también contra la salud pública, porque no llevan las capturas con las mínimas condiciones. Las últimas condenas no conllevan entrar en prisión, pero no pueden delinquir en dos años. Esos los frena. «Además todo lo que llevan se lo incautamos como pruebas, hasta los coches. Se han frenado y ha desarrollado contra vigilancias», explican desde el Seprona, que el pasado verano acabó también con una red de tráfico de atunes rojos en Marbella.
Dos barcos en los que operaban dos personas en cada embarcación salían para pescar atunes rojos sin autorización, que luego vendían a restaurantes y a un mayorista de pescado, que les pagaba diez euros por kilo. «Lo hacía aquí porque tenían mejores precios que en la zona de Algeciras donde pagan solo cinco euros por kilo», añade uno de los agentes que los detuvo.
El precio de diez euros por kilo hace que cada captura supusiera una pequeña fortuna, ya que llegaron a sacar pescados de 170 y hasta 250 kilos. «Fuera de esa red, el mayor tráfico de atún es de las piezas que caen las redes de los pescadores y que guardan y venden por detrás a alguna pescadería o restaurante», señalan desde Seprona, que dicen que muchos pescadores se guardan los precintos como salvoconducto y que saben que los 8.000 kilos de atún de la veda de pesca deportiva se agotan en tres días. Ahí es donde tienen el negocio.



Carne de monte
En una sartén, a la hora del aperitivo, fritos y con una cerveza es una de la forma más tradicional de degustar los pajaritos. Las tradicionales perchas en los lugares de donde van a beber o en las huertas son el método de captura. Hay zonas de Sevilla donde todavía son codiciados, donde estos animales se siguen cazando.
Las perchas, las mallas o la red japonesa o invisible. La caza de pájaros es diversa y no solo se usa para comer, para lo que se ha llegado a pagar, según las fuentes consultadas, hasta cuatro euros por pico. Un producto gurmet cada vez más caro, que se mezcla con la caza para canto o reclamos en Andalucía, sobre todo de los jilgueros.
La carne de monte es otro manjar. El jabalí o el muflón no son caros. Sobre un euro el kilo estaba el precio en las monterías. Lo caro es la carne de cierva, que puede estar a 4,5 euros el kilo. «Los carniceros van a las monterías y las compran. La canal entera sin despellejar. Luego fuera hay quien encarga que le maten un bicho. En la zona de Córdoba se han vendido algunas piezas por 120 euros, cada animal puede pesar unos 70 kilos», afirman fuentes consultadas del sector.
Lo justo para animar a la caza furtiva en los cotos. Así, hace una semana, en Hornachuelos (Córdoba), la Guardia Civil detuvo a varios furtivos en plena noche cuando buscaban una presa. No les pillaron piezas, pero sí un arma larga rayada (rifle de caza mayor) del calibre 270 con una bala en recámara. El rifle estaba dotado de mira telescópica y dispositivo silenciador. Llevaban varios cuchillos de caza y afilador, 12 cartuchos metálicos del calibre 270, prismáticos y visor térmico.
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